¿Por qué nos disculpamos por todo?




“Mil disculpas por molestar”, “No te voy a quitar mucho tiempo”, “Perdón, pero creo que…", son frases con las que muchas veces empezamos una conversación. No es que tengamos algo por qué disculparnos, más bien lo consideramos una cordialidad, palabras con las que hacemos sentir que no queremos importunar ni incomodar al interlocutor. Pero, ¿qué hay detrás de estas disculpas? ¿Nos disculpamos las mujeres más que los hombres?

“Creo que sí, y es algo que tiene que ver con nuestra cultura e idiosincrasia, aunque no sería correcto hablar de las mujeres como un solo grupo al cual atribuirles estas características ya que todas las personas nos constituimos de manera distinta, y parte de esa constitución tiene que ver con la identificación con ciertos ideales culturales”, dice la psicóloga clínica de Indisa, Daniela Ulloa.

Según la especialista en salud mental y comportamiento, se espera de las mujeres un comportamiento de mayor sumisión en sus interacciones. “Distintos estudios han descrito como el sentimiento de culpa, ligado al ser mujer, es un elemento histórico y socio cultural. Un ejemplo claro es el relato del pecado original y la figura de Eva. En este sentido, se puede explicar en parte esa muletilla, por así decirlo, de disculparse antes de hablar o de pedir disculpas de manera abusiva”.

Desde el Instituto Child Mind, en tanto, aseguran que disculparse puede ser algo bueno, una señal de que la persona es empática y que tiene buenas habilidades sociales, pero cuando se abusa de la palabra puede tener un efecto negativo. La doctora Rachel Busman explica: “Si una niña empieza una frase diciendo ‘Perdón, pero…’ o ‘Puedo estar equivocada, pero…’, puede pensar que está siendo educada, pero lo cierto es que le resta valor a lo que va a decir. Se traduce en 'no me siento segura de lo que voy a decir ni de mi derecho para decirlo”.

Por otro lado, un estudio publicado en 2010 por la revista especializada Psychological Science, aseguró que el exceso de disculpas en las mujeres podría provocar un sentimiento excesivo de culpa que incluso podría ser tóxico: “Puede destruir tu seguridad, lo que a su vez lleva a que te disculpes incluso más”.

Pedir disculpas constantemente puede tener a su vez otro efecto, que es que la palabra o el acto de disculparse pierda valor a causar de la repetición. “Se puede banalizar un gesto que, en otro sentido, puede ser bondadoso y honesto”, dice Ulloa.

No es malo disculparse cuando nos equivocamos o cuando realmente sentimos haber hecho algo. El problema está cuando se pasa a usar la palabra de manera inconsciente creando una realidad en el largo plazo, aunque no nos estemos dando cuenta.

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