¿Puede Barbie ser feminista?




La curiosidad entre los fanáticos del cine aumenta a medida que se acerca el estreno de la película que dará vida a la muñeca más famosa, vendida, y tal vez controversial de todos los tiempos: Barbie.

Dirigida por Greta Gerwig, la cinta no solo llega con una maquinaria mundial de marketing, sino también con un halo de misterio. Ninguno de los tráilers oficiales han detallado de qué trata la historia, sólo han dejado algunas pistas. La película explora qué sucede cuando Barbie, arrastrada por una repentina crisis existencial, abandona el único mundo que conoce: el rosado y plástico Barbie Land.

La estadounidense Gerwig ya se ha sumergido con éxito en historias con protagonistas femeninas: en 2019 dirigió Mujercitas y en 2017, Lady Bird, ambas nominadas a diferentes categorías en los Premios Óscar. Representar a una Barbie de carne y hueso, sin embargo, podría ser uno de sus mayores desafíos. Y es que la figura de Barbie se divide entre quienes la definen como un símbolo de empoderamiento y quienes cuestionan su impacto en la percepción de la belleza y los roles de género.

Siempre controversial

Desde que fue presentada al mundo en 1959, Barbie ha sido tan deseada como criticada. Apartándose de las muñecas de la época, Barbie llamó la atención por sus piernas excesivamente largas, su pelo rubio y figura adulta y delgada.

Fue eso también lo que la hizo un blanco de críticas, incluso cuando no se examinaban tan de cerca los efectos negativos que podrían tener en niños y niñas los estándares de belleza poco realistas. Manifestantes en la feria de juguetes de Nueva York de 1972, la misma donde se estrenó Barbie años antes, denunciaron que este tipo de juguetes instaba a las niñas a “verse únicamente como maniquíes, objetos sexuales o amas de casa”.

“Cuando los niñas y niños llegan a la etapa preescolar, empiezan a recopilar información sobre los roles de género: qué los distingue y qué se supone debe hacer y decir cada sexo”, explicó la académica de psicología de la Universidad Estatal de California, May Ling Halim al New York Times. Y las barbies, junto con otras muñecas y juguetes, pueden ser una fuente clave de información sobre el género. “Las niñas expuestas a Barbie muestran una menor estima corporal y un mayor deseo de tener un cuerpo más delgado”, concluyó en 2006 un estudio publicado en la revista Developmental Psychology que consultó a niñas de entre 5 y 8 años.

Para Patricia Rivera, académica del Departamento de Periodismo UAH y miembro de Redperiofem, las muñecas Barbie no son representativas de una diversidad corporal, ya que venden un “cuerpo irreal, no humano, como ideal de belleza”. “El cuerpo de la muñeca está modelado como el fetiche del placer para los hombres”, dice. Es parte del llamado, male gaze, muy presente en la sociedad, una forma sexualizada de retratar a las mujeres en donde se les representa como un objeto.

En constante evolución

En 1965, la “Slumber Party Barbie” (una Barbie pijamada) venía con un pijama y bata de seda, un espejo y unas pantuflas. También, con una pesa de baño que marcaba 50 kilos y un libro titulado “¿Cómo perder peso?” que mostraba solo una instrucción: ¡no comas!

Mattel no volvió a incluir la pesa o el escueto libro en las nuevas versiones de esa Barbie, pero tuvieron que pasar décadas antes de que la empresa se abriera hacia una mayor diversidad corporal. Si bien en la década de 1980 aparecieron las primeras muñecas negras e hispanas, estas seguían teniendo los mismos rasgos que la original.

En 2016, Mattel anunció tres nuevos modelos para su icónica muñeca: “alta”, “con curvas” y “petite”. Le siguieron modelos con prótesis en las piernas y en silla de ruedas, con distintos peinados, estilos y color de piel.

El personaje también fue adquiriendo más de 200 profesiones como médico, piloto, veterinaria, gimnasta, bailarina y política. Distintos outfits para un mismo mensaje: sé lo que quieras ser.

“Puede ser una herramienta para mostrarle diversidad a los niños. Fue muy criticada por ser blanca, rubia y delgada. Pero ahora están tratando de darle más representación a personas que antes no la tenían”, asegura Hillary Hiner, historiadora feminista y doctora en Historia de la Universidad de Chile. “Mattel ha adoptado una estrategia multicultural tratando de abrir un poco más su mundo de ventas. Es una oportunidad y es algo que no solo se observa en esa empresa”, agrega.

Para algunas académicas, sin embargo, los cambios han sido más bien estéticos. “Pueden ser astronautas, médicas, científicas, tener distintos colores de piel, pero siguen siendo el cuerpo perfecto en la mirada patriarcal heteronormada”, dice Rivera.

Primero Barbie, después Ken

La escritora y crítica cultural M.G Lord, autora de Forever Barbie: The Unauthorized Biography of a Real Doll, fue parte de la primera generación que creció con barbies. Y si bien comprende que desde la óptica actual sea complejo ver a la muñeca como un ícono feminista, para ella Barbie sí rompió con varios de los cánones de la época.

No fue hasta 1961, por ejemplo, que Barbie tuvo un novio. Una relación que no evolucionó en matrimonio. “Creo que el mensaje, especialmente antes de que crearan a Ken, era sobre la autonomía sexual y financiera. Tenía ese cuerpo, pero no tenía un marido, no era propiedad de un hombre y eso en la década de 1960 era una gran cosa. Las mujeres no podían abrir una cuenta bancaria propia, tenía que estar a nombre de sus esposos o padres. Eran ciudadanas de segunda clase”, explica.

“Si te gusta Barbie, esta película es para ti. Si odias a Barbie, esta película es para ti”.

La autora también destaca la llegada de Christie en 1968, la primera muñeca negra de Mattel y amiga de Barbie. Si bien la primera Barbie de color llegó recién en 1980, la creación de Christie fue para Lord una respuesta directa al movimiento de derechos civiles que se estaba dando en Estados Unidos en ese momento.

Y en la década de 1980, Lord fue testigo de cómo la muñeca se convirtió en una mujer trabajadora. “No era llamada una ‘girl boss’ entonces, pero la idea de esta ejecutiva poderosa empezaba a ser parte de la cultura” de consumo y avaricia de Wall Street, esferas que antes eran exclusivamente masculinas.

Sea de una forma negativa o positiva, la autora tiene certeza de que la influencia de Barbie es digna de analizar y que seguirá dando que hablar en los próximos años.

Algo que los creadores de la película seguramente tuvieron en cuenta, solo es cosa de ver el tráiler: “Si te gusta Barbie, esta película es para ti. Si odias a Barbie, esta película es para ti”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.