Si te lo tengo que pedir, ¿ya no lo quiero?




Así, con esta frase, comienza una publicación en la cuenta de Instagram de la psicóloga española Adriana Annino (@psiconlife). En realidad no es exactamente así, ella escribe: “Si te lo tengo que pedir, ya no lo quiero”, pero tacha la segunda parte de la frase, es decir, el “ya no lo quiero”. Lo que busca es hacernos reflexionar sobre esta idea tan típica dentro de las relaciones amorosas; aquella que planeta que si tenemos que pedirle algo a nuestras parejas, es porque esa otra persona no está atenta a lo que nos gusta o lo que necesitamos.

Pero según la experta ese es un error porque surge de un mito relacionado al amor romántico: el de la media naranja, esas dos personas que se complementan al punto de adivinar lo que el otro u otra quiere y necesita. Así lo explica también June García, escritora feminista y creadora del taller de lectura NeoAmor, donde a través de textos clave sobre el tema va desenredando esa enmarañada madeja del amor como construcción cultural. “En esa idea de la media naranja como una persona que llega a completar nuestra vida, está implícita también la creencia de que esa persona tiene que percibir y captar todo lo que nos pasa, como si pudiera leer nuestra mente. Es algo que está instalado y muy normalizado. Lo he visto en amigas, que dicen cosas como ‘estoy enojada, pero no le voy a decir nada para que se de cuenta’. Y cuando les pregunto cómo se podría dar cuenta si no se lo dicen, la respuesta es que si el amor es real, se tiene que dar cuenta”.

Según June, se trata de expectativas irreales sobre las personas, porque nos obligan a estar demasiado atentas y atentos a lo que le pasa al otro, lo que podría resultar muy agotador. “Y es que no por el hecho de amar a alguien, uno va a entender todo lo que le pasa a esa persona. Puedes amar profundamente y parte de la construcción de ese amor tiene que ver con conocerse, algo que no se da por lectura de lenguaje no verbal únicamente, se da también por conversaciones”.

Adriana Annino plantea que es necesario que las personas pidamos explicitamente las cosas que queremos y va más allá: dice que cuando una persona es capaz de pedir abiertamente lo que necesita es porque tiene claros sus límites y porque entiende que la comunicación asertiva es la base para tener relaciones sanas y maduras. “Tiene que ver con entender que la otra persona no es adivina, aunque me conozca de toda la vida. Eso no quiere decir que voy a estar detrás de la gente, pidiendo siempre: tiempo, amor, atención, interés, reciprocidad o respeto. Pues una cosa es decir lo que quiero y otra cosa es insistirle a una persona, a quien claramente, nada de esto le nace. En este caso lo mejor es irse”, dice.

“Si te lo tengo que pedir, sí lo quiero”, es la nueva consigna, según la experta. Tiene que ver con aceptar que nuestra pareja no es conocedora de todo lo que pensamos y sentimos (igual que nosotros tampoco lo somos). Entenderlo –según explica la psicóloga Loreto Vega– nos ayuda a gestionar las expectativas que tenemos sobre la relación. “A veces culpamos al otro u otra por no cumplir con aquello que anhelamos sin reflexionar e identificar si el conflicto es en base a la expectativa o si es realmente un problema en la pareja. Otras veces se trata de las propias carencias afectivas que depositamos en el otro u otra. Y por último se trata de aceptar a la otra persona tal cual es, sin intentar cambiarlo continuamente para que encaje en un molde que cumpla con todo lo que queremos de una pareja. Es aconsejable tener ciertas expectativas, siempre y cuando no sean extremas e invaden la relación”, dice.

Y concluye: “Manejar nuestras expectativas y tener una comunicación asertiva es la base de una relación sana, y la clásica idea de ‘si te lo tengo que pedir ya no lo quiero’ se aleja mucho de esto. Es fundamental en las relaciones sanas partir de la idea ‘si te lo tengo que pedir valoraré que tengas en cuenta mis necesidades, y si no lo haces comprenderé que eres diferente y no tienes qué hacer todo lo que quiero”, concluye.

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