Sofía Calvo: “El body positive visibilizó la diversidad de los cuerpos”

Autora del libro La Revolución de los Cuerpos y creadora del blog Quinta Trends, la periodista reflexiona sobre el cambio de paradigma que vive la moda a partir del movimiento Body Positive y la lucha feminista.




Durante mucho tiempo el sueño de las adolescentes y mujeres adultas fue medir 60-90-60. Un referente de figura femenina que la moda y la publicidad se encargaron de perpetuar por años como símbolo de glamour y perfección, pero que siempre estuvo alejado de toda realidad. El resultado de esto fue una generación de mujeres frustradas por sus cuerpos y empecinadas en lograr una imagen delgada a costa de dietas poco sanas y trastornos alimenticios.

Este ideal de cuerpo perfecto se instaló por años en revistas y pasarelas de moda, el cine y la televisión, sin cuestionamiento alguno. Sin embargo, en 1996, las psicoterapeutas y especialistas en desórdenes alimenticios, Connie Sobczak y Elizabeth Scott, decidieron fundar la ONG The Body Positive, cuya bandera de lucha fue la aceptación del cuerpo tal y como es. “Perdemos el tiempo, la capacidad intelectual y el dinero en un intento desesperado por alcanzar unos estándares de belleza irreales, cuando estos esfuerzos pueden emplearse en conseguir comportamientos equilibrados y realizar deporte. Respetar y cuidar el cuerpo de la mujer es la última frontera del movimiento de empoderamiento femenino”, señaló en su momento Sobczak.

Actualmente esta iniciativa se ha transformado en un movimiento mundial que apuesta por la visibilización y normalización de la diversidad de los cuerpos, con el fin de romper el paradigma hegemónico que señala a la delgadez como la única forma de belleza. Esto, por supuesto, cambió los cánones de la moda, la belleza y la publicidad. Una historia que bien conoce la periodista feminista Sofía Calvo, que en su último libro La Revolución de los Cuerpos da cuenta de la transformación que vive la industria de la moda a raíz del Body Positive.

¿Por qué la moda masificó por tanto tiempo la imagen de una figura femenina alejada de la realidad?

La moda ha ido mutando en su percepción de cuál es el cuerpo permitido de forma reactiva más que proactiva a los cambios sociales. De hecho, en 1912, una publicación de The New York Times identificó a la estudiante de 24 años de la Universidad de Cornell, Elsie Scheel, como ‘la mujer perfecta’. Ella pesaba 77 kilos y sus medidas eran 89-76-101. Sin embargo, después de la Primera Guerra Mundial, se comenzó a valorar a las mujeres delgadas, que terminaron de popularizarse gracias a referentes como Twiggy. La evolución posterior nos llevó a la figura de las supermodelos de los 90 y a los cuerpos de los ángeles de Victoria Secret, todos estos referentes cimentados en un paradigma hegemónico construido desde el norte hacia el sur, que se fue desconectando de la realidad, pero que terminó siendo económicamente rentable para la industria.

¿Qué daños provocó la moda al invisibilizar otros cuerpos?

La moda ha ejercido una violencia simbólica sobre las mujeres no solo al imponer un solo referente de belleza, sino también al invisibilizar la diversidad. Esto ha traído como consecuencia que muchas de nosotras nos hayamos sentido insuficientes en nuestros cuerpos, aspirando a referentes imposibles, dados nuestro rasgos físicos y culturales. El resultado de ese proceso transgeneracional es una inseguridad que nos ha transformado en esclavas del espejo, y que en el peor de los casos ha favorecido al aumento de los trastornos alimenticios en las mujeres.

¿Con el surgimiento de movimientos como el Body Positive qué cambios tuvo que hacer la industria?

El Body Positive ayudó a una toma de consciencia respecto al daño simbólico provocado a las mujeres y visibilizó la diversidad de los cuerpos, exigiendo la ampliación de referentes y de tallas para todas. Frente a estas demandas, la moda ha tenido una reacción que partió como una tendencia de temporada, en términos de incorporar mayores tipologías de cuerpos en portadas y colecciones, y que actualmente aspira a seguir como un eventual nuevo paradigma. Sin embargo, la velocidad de esta transformación es mucho menor a la demanda ciudadana.

¿De qué forma las mujeres han usado la moda como rebelión contra la industria masiva?

La rebelión de las mujeres ante la falta de referentes y tallas ha florecido gracias a las redes sociales, que han sido un vehículo para denunciar la violencia simbólica de marcas a través de la creación de hashtag alusivos a ello. En Chile se han articulado movimientos como ‘Talles para todes’, liderado por la activista Antonia Larraín, quien en el verano desarrolló una gira por las playas llamada Body Positive Tour.

¿Crees que la moda es una herramienta real de empoderamiento femenino?

Para que la moda se transforme en aquello no solo se necesitan marcas que incorporen el enfoque de género en su estrategia de negocio, sino también a mujeres articuladas que peleen por sus derechos. Y no es Body Positive el conmadado a liderar esta revolución, sino, desde mi punto de vista, el feminismo.

¿A raíz de este movimiento cuáles son los avances que existen en la forma de hacer y pensar la moda actualmente?

Se ha logrado que la moda entienda que sus modos de hacer y pensar a la mujer como una sola individua, con características que cumple apenas el 1% de la población, están alejados de la realidad. Esa toma de consciencia la está obligando a replantearse no solo la forma que debe producir la ropa, sino también a reconocer la diversidad de sus públicos y resignificar la manera de comunicar. Esto se refleja, por ejemplo, en que las marcas buscan incluir a diferentes tipologías de mujeres en su campañas y en la oferta de sus productos.

¿Qué otras diversidades de cuerpos no ha visibilizado la industria de la moda?

Si bien hay un foco fuerte en el tamaño de los cuerpos, hay una nula visibilización de las mujeres con discapacidad, indígenas o las adultas mayores, sobre todo en términos de representación. Creo que existe una deuda enorme de parte de la industria de la moda con estos segmentos. Además, todavía queda mucho por trabajar para que la diversificación de las tipologías de los cuerpos no sigan reproduciendo un modelo que le acomode a la moda, es decir, una representación armónica donde todo calza. Se es más grande, pero nada cuelga o la piel pareciera estar siempre pareja, cuando en la realidad los cuerpos son y seguirán siendo imperfectos.

¿Cómo podemos las mujeres ayudarnos entre nosotras a aceptar nuestros cuerpos?

El primer paso es dejando de hablar del cuerpo de otras y centrar nuestra conversación en nuestro valor como seres humanos. Cuando dejemos de poner nuestros cuerpos en el foco y centro de nuestra vida, no solo nos liberaremos de la opresión de la industria de la moda y la belleza, sino también podremos comenzar, por fin, la revolución de los cuerpos, que es en definitiva lograr nuestra plenitud corporal y espiritual. Esto sin mediaciones ni juicios ajenos, y en una lógica de sororidad y comunidad.

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