La tendencia que tiene a todos cultivando en las ventanas.

Capacitar a los ciudadanos para cultivar sus propios alimentos y así contribuir a hacer ciudades más sostenibles y con mejor calidad de vida, es el objetivo de Britta Riley y Rebecca Bray, las líderes del movimiento Windowfarms, responsable de que cientos de ventanas en Nueva York actualmente estén sembradas con verduras hidropónicas. La idea se gestó en 2009, cuando a Britta se le antojó tener un espacio para cultivar parte de sus alimentos en el quinto piso de su departamento en Brooklyn. Luego de investigar y probar fórmulas, concluyó que la ventana de su casa era ideal: tenía luz y estaba rodeada por el clima cálido del interior. Un año después, junto a Bray, creó su prime-ra huerta vertical hidropónica –cultivo sin tierra–. Con 25 plantas sembradas en tiras de botellas plásticas adosadas a la ventana, la primera huerta que instalaron las abasteció de una ensalada semanal durante el invierno de 2010. Tras la exitosa experiencia, impulsaron a los vecinos y de a poco empezaron a sumar seguidores a través del sitio windowfarms.org, que hoy suma 13 mil seguidores en todo el mundo. Hechos con materiales reciclados, las windowfarms se han transformado en un fenómeno en Nueva York. No solo porque son estéticas y aportan verde a los edificios, sino porque ayudan a mejorar los hábitos alimenticios y a reducir la huella de carbono, además de desarrollar el espíritu comunitario.

Cómo hacerlas

La comunidad de windowfarmers intercambia experiencias y aclara dudas en el sitio web del movimiento (www.windowfarms.org), donde, además, hay explícitos tutoriales que explican paso a paso cómo transformar ventanas en huertos urbanos verticales. Para hacer el más básico, donde se pueden cultivar tres plantas, se necesitan 3 botellas de plástico de 1 litro y medio, un recipiente para contener el agua que regará las plantas, una bomba de aire eléctrica ($ 5.590 en Easy) y un tubo para el sistema de circulación de agua.