¿Cómo funciona la central de televigilancia de Santiago?

Fotos: Ailen Díaz.

La Municipalidad de Santiago tiene implementadas más de 300 cámaras orientadas a vigilar y socorrer a la ciudadanía, principalmente de delitos. En un ritmo que no se detiene, de día y noche, tienen que enfrentarse a las más diversas situaciones y poder cumplir con la demanda. Junto a carabineros y plataformas digitales, analizan el minuto a minuto y recurren a WhatsApp y a la nube.


No fue una primera piedra, sino una tabla. En sus primeros días, la Dirección Vecinal de Seguridad de la Municipalidad de Santiago era algo completamente distinta a lo que es ahora. “Parecía una mediagua y, en ese tiempo, ni hablar de tecnología, porque se trabajaba con papel y lápiz”, recuerda Mauricio Muñoz, coordinador de la Sala de Cámaras (Sala Arturo Prat), que lleva 22 años trabajando en la unidad. Al interior de un edificio en el corazón del Barrio Yungay, frente a una pared de mosaico con 27 pantallas, reconoce el salto que han dado gracias a la tecnología, y cómo esta se ha puesto al servicio de la comunidad.

“Estábamos tratando de implementar una ayuda a la comunidad y que no existía antes, aunque éramos pioneros en seguridad pública, pero hoy tenemos tecnología superior y podemos verlo casi todo, hemos tenido que ponernos a la altura de lo que el mercado ha ido imponiendo”, asegura.

Son cerca de las 14:30 en Erasmo Escala 2612, comuna de Santiago, y el sol pega fuerte en el pavimento. Al interior reina el silencio y poco se asemeja a las grandes películas de Hollywood. El sonido no se detiene, tampoco el tecleado y algunos cuchicheos, pero cada operador está totalmente inmerso en su pantalla. Actualmente con 558 cámaras distribuidas en los distintos barrios de Santiago, pero son poco más de 300 las que se encuentran activas. Tras diversas manifestaciones u otros actos delictivos, varias han sido vandalizadas, pero la unidad trabaja para recuperarlas. Recientemente incorporaron tres cámaras en el Parque Los Reyes y hoy consideran también ampliar al Parque San Borja.

Fotografías: Ailen Díaz.

Las primeras cámaras llegaron a mediados de 2010, y fue recién ahí que partió la primera central con diez cámaras. “Tenían un sistema que no era full HD, pero cumplían con poder ver más allá de lo que sucedía en la central de comunicaciones”, afirma Muñoz. Ahora se trata de un muro de mosaico, pero antes eran solo monitores y se sumaron computadores. Hace unos pocos años atrás, dice, apareció la primera central con esta tecnología en Arturo Prat 194. “Antes no teníamos ni siquiera posibilidades de hacer registros, porque no habían teléfonos celulares”, añade.

Son cerca de cincuenta personas las que trabajan en la central, divididas en tres turnos diarios y que incluyen a un carabinero -para mantener el contacto más fluido con la institución y así acortar los tiempos de acción-, una encargada de mantener las comunicaciones a través de SoSafe y en un chat con los vecinos, otro encargado de un chat interno con los móviles de la Municipalidad, cinco operadores teléfonicos que reciben llamados de denuncias ciudadanas y la misma cantidad de ejecutivos revisando las cámaras. El tiempo de acción, explica Alexis Marambio, subdirector de la unidad, intenta ser menor a los diez minutos, pero se va priorizando de acuerdo a la gravedad de la situación.

Todas las mañanas, por ejemplo, son tranquilas. Después de las 17:00 horas comienza el movimiento fuerte y, acercándose al fin de semana, eso va en aumento. Entre viernes y domingo, sumado a las quincenas y fin de mes, aumenta el movimiento en la ciudad capital. El ritmo se mantiene movido al menos hasta las 6:30 horas. Por turno, dice Muñoz, pueden ser hasta los cien procedimientos, y en el día pueden llegar hasta los 600, sujeto a distintas variables como día y hora. Solo en SoSafe un día de fin de semana por la noche pueden llegar hasta 500 procedimientos. ¿Lo que más llega durante el día? Ruidos molestos, pero han llegado intentos de suicidio y situaciones complejas.

Carabineros de Chile forma parte del personal de planta de la unidad de vigilancia de la Municipalidad de Santiago. Gracias a eso pueden reducir los incidentes en la ciudad.

De la mano de la tecnología

A diferencia de las primeras cámaras que tuvieron en la unidad, Mauricio Muñoz recuerda que la calidad no era suficiente. Incluso, asegura, eran en blanco y negro. “Pero ahora, si hay una moneda de diez pesos en el sueño, fácilmente podríamos leer lo que dice la moneda y la definición de las imágenes ha escalado demasiado”, desarrolla.

Uno de los ejercicios que hace es con una de las cámaras en las cercanías de Plaza Baquedano. En caso de necesidad y, por ejemplo, una persecución o robo, podrían ayudar con el rastreo de algún involucrado siguiéndolo a la distancia. Coordina con uno de los operadores, y este hace Zoom hasta que se alcanza a ver Estación Mapocho. Esa es solo una cámara, pero en trabajo conjunto a toda la red interconectada, su potencial se multiplica.

“Ha mejorado considerablemente desde su capacidad de resolución de imagen como también la capacidad de alcance de la imagen de la cámara, y estamos incorporando nuevas tecnologías analíticas que nos permitan agilizar el trabajo de la central”, dice Alexis Marambio. Debido a las variaciones que ha tenido el mercado, continúa, actualmente la instalación de un punto de cámara, considerando todos sus elementos, cuesta alrededor de $18 millones.

El mosaico no es fijo y la contingencia diaria va determinando el movimiento de las cámaras y su presencia en el panel central. De hecho, las que se despliegan son aquellas que son “más conflictivas” según el horario y día. Cada uno de esos operadores, que está sentado pendiente a su barrio asignado, está siempre pendiente a su monitor, pero en caso de necesitar restarse de su puesto por algunos minutos, puede delegar la televigilancia a alguno de sus compañeros. Además, también cuentan con un “paneo automático” de 360°.

Mauricio Muñoz trabaja hace unos 22 años en la Dirección de Seguridad Vecinal de la Municipalidad de Santiago.

Las cámaras con las que cuentan son fijas y móviles -tienen distintos modelos-, aunque gran parte son de estas últimas y que los operadores pueden controlar y orientar el campo visual. A pesar que estén dañadas algunas, los registros no se pierden. En estos casos, los videos e información quedan depositados en la nube durante noventa días y no se generan pérdidas en ese sentido.

Entre los trabajadores, los comentarios son que aún recuerdan cómo algún usuario derribó una cámara y ese momento quedó grabado. “Pasan los días y nos piden información de días anteriores, y eso significa toneladas de información con más de 300 cámaras grabando las 24 horas, y lo estamos ampliando y recuperando las vandalizadas”, dice Alexis Marambio, subdirector del centro.

El periodo de permanencia de la información, eso sí, es variable dice Mauricio Muñoz. El base es de 90 días, salvo en casos en que se requiera mantener el respaldo por un mayor tiempo “a raíz de investigaciones que orden fiscalía, con la cual tenemos un permanente trabajo u otro tipo de necesidades”. En cuanto a incidentes de ciberseguridad, dice que tienen distintas medidas de seguridad y actualmente las están fortaleciendo, y no han tenido incidentes de este tipo

“En esta sala, lo que nos hace falta es incorporar reconocimiento facial, que existe y se vende en el mercado, pero no hay bases de datos, porque en el país solo las tienen el registro civil y la policía”, afirma Mauricio Muñoz, y añade que próximamente, quizás en un mes, incorporarán a su equipo móviles en terreno que registren las patentes de los automóviles. ¿Qué pretenden con esta tecnología? Los dispositivos irán ingresando al sistema las distintas placas circulantes y, con eso, se podrá informar si alguna de ellas tiene cargo por robo o no.

Recientemente pudieron contribuir al mediático caso por la muerte de Francisca Sandoval. El accionar, recuerda Alexis Marambio, fue de menos de diez minutos. Se pusieron de cuerdo con los locatarios, a partir de eso se hizo un seguimiento por las cámaras que estuvieran disponibles en el entorno y una de ellas logró identificar la seguidilla de actos de quienes portaban armas. El director tomó contacto con la PDI y se siguió el conducto. “Se pudo gestionar el mismo día con Carabineros y también con la Fiscalía”, recuerda el ejecutivo. De hecho, tienen a una persona destinada a entregar esa información cuando la fiscalía u otras instituciones policiales las requieren en una nube compartida.

Gran parte de las cámaras cuentan con un sistema con el cual los operadores pueden seleccionar el rango visual.

La tecnología ha jugado un rol fundamental y se transformó en un complemento para la labor policial y para el trabajo que desarrollan. “Gracias a ella, se ha podido desbaratar distintos grupos delictuales y también nos permite detectar, por ejemplo, accidentes automovilísticos, incendios, y otro de situaciones en las que se requiere una respuesta oportuna tanto de nuestros equipos como de otras instituciones”, afina Marambio.

La seguridad al centro

A mediados de junio la Municipalidad de Viña del Mar inauguró su nuevo sistema de televigilancia comunal de alta tecnología para intentar frenar los delitos e incivilidades sucedidos en la ciudad. Desplegado en la Prefectura de Carabineros, la tecnología nuevamente, de la mano de las fuerzas del orden, buscar reducir las situaciones que generen conflicto a la ciudadanía, al igual que en Santiago.

Este tipo de sistemas surge no solamente desde las mismas municipalidades, sino también desde las empresas desarrolladoras y prestadoras de servicio. “Las VSaaS son una propuesta para crear productos enfocados en implementación de videoanalítica e inteligencia artificial, en las cuales a través de este tipo de plataforma, se puede implementar un sistema de vigilancia inteligente, que alerta ante situaciones anormales evitando la revisión de miles de horas de grabación y que ya está operativo en algunas municipalidades del país”, dice Francisco Guzmán, director de Claro empresas. Otro de los beneficios, plantea el ejecutivo, es que es capaz de monitorear los signos vitales de equipos y cámaras.

Hoy en día la tecnología ha escalado a un nivel inesperado hace unas décadas atrás. No es solamente el monitoreo a través de cámaras o signos vitales, sino también la capacidad de, a través de la analítica e inteligencia artificial, de poder analizar y prevenir ciertos sucesos de forma más eficiente.

Por ejemplo, hoy en día hay sistemas de videovigilancia que pueden prevenir que alguien intente entrar a robar a una casa. Delimitando perímetros y comportamientos sospechosos, e incluso considerando reconocimiento facial, los dispositivos pueden limitar hechos de este tipo e incluso alertar a través de aplicaciones, con registros de foto y video, a los usuarios.

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