Cómo combatir el eterno encierro: consejos y ejercicios para activar a niñas y niños

Ilustración: César Mejías.

El sedentarismo íntimo ya era un problema grave antes de la pandemia, pero estos 13 meses lo han llevado a un estado crítico. Aunque es imposible evitarlo, sí se puede combatir con algunas sencillas actividades, las que podrían mejorar el ánimo, la salud y la energía de los hijos y también de los padres.




¿Alguien quiere pensar en los niños, por favor? Eso que pedía Helen Alegría, la esposa del reverendo de Los Simpson, no es ahora un argumento moralista y sensiblero, sino todo lo contrario: ¿hay alguien, entre los que toman las decisiones de las cuarentenas, los confinamientos y las restricciones, pensando realmente en los niños, niñas y adolescentes?

Tras un año de encierros prolongados, sin apenas clases presenciales, clausurando la vida de barrio y dejando poco espacio para la interacción familiar, parece que no. Las cosas para los más pequeños, tras 13 meses, no han cambiado casi nada, y lo único que se vislumbra son las consecuencias negativas que está teniendo este proceso: irritabilidad, ensimismamiento, retrocesos en los aprendizajes y dependencia de las pantallas.

Las padres y madres, entonces, se ven obligadas, con el poco tiempo y energía disponibles, a inventar en las estrechas piezas de la casa aquello que antes estaba en el colegio, en la plaza, en el pasaje o el jardín: juegos, ejercicios, actividades y dinámicas para que muevan el cuerpo, activen sus sentidos y despierten la imaginación.

No queda otra. Lo bueno, dice María Elena Castro, terapeuta ocupacional del Centro Médico Cetep —especializada en infancia y salud mental—, es que no es tan difícil como parece. O más bien, que no es necesario romperse la cabeza para mantener activos a los niños y canalizarles su energía acumulada: “solo con pequeñas actividades domésticas ya se puede hacer una diferencia”.

Parecido opina Gabriela Arecheta, educadora de párvulos e instructora de yoga y mindfulness en niños y adolescentes. Sabe que atravesamos los momentos más inciertos e inestables de las últimas décadas, algo que en los niños se manifiesta principalmente en forma de miedo y ansiedad, la que además no pueden descargar jugando ni corriendo como lo hacían habitualmente.

Por eso, dice, “es muy importante seguir estableciendo juegos y relaciones seguras, para cuidar física y mentalmente a las niñas y niños”.

Ambas dan algunos consejos para combatir el letargo del confinamiento, despegarlos un poco de las pantallas y mantener activa su curiosidad y su gusto por el juego.

Atenuar el sedentarismo

Ha sido inevitable que los niños y niñas pasen buena parte de los días sentados, ya sea en sus clases online como luego viendo televisión o jugando dentro de la casa. El sedentarismo infantil, que ya era un problema grave antes de la pandemia —según un estudio del 2019, somos penúltimos del mundo en cuanto a la actividad física que realizan los niños—, por supuesto se agravó con la pandemia.

“Eso, sumado a la falta de socialización con sus pares, puede terminar muchas veces en depresiones o crisis de angustia”, dice Arecheta. “La mayoría vive en espacios muy pequeños, con pocos metros cuadrados en casa”, agrega Castro, “y cuando además hay mucha gente y no pueden salir, se genera más sedentarismo, más riesgo de obesidad”.

¿Es una tormenta perfecta? Más o menos, pero para no naufragar se pueden tomar algunas medidas. “Existe esa creencia de que los niños necesitan correr mucho, y puede ser, pero lo que más necesitan es jugar libremente”, cuenta Gabriela Arecheta. La falta de espacio no se puede reemplazar, pero sí compensar con ciertas actividades que igual mantienen el cuerpo y la mente activas, y que gastan más energía de la que nos imaginamos.

“Recomiendo las que tienen que ver con la expresión artística”, dice. “Que con témperas o la pintura que haya disponible toda la familia pinte algo en una cartulina grande”. Ni siquiera se necesitan pinceles o cartulinas: solo con teñirse las manos y ponerlas sobre hojas o papel ya se crea un momento de creatividad muy rico. “En esa libertad es cuando aparece la autenticidad del juego del niño”.

Para la terapeuta Castro, hacer parte a los niños de la rutina diaria, aunque se resistan en un comienzo a participar, ayuda a sacarlos de la inercia, a fomentarles la autonomía, a mejorar la convivencia y permitir cierta socialización. “Hacerse cargo de la mascota, poner la mesa, ordenar la pieza, regar las plantas, sacar la basura: son pequeñas cosas pero que ayudan tanto a los adultos como a ellos”.

Ella advierte que no es de un día para otro, que incorporarlas requiere de tiempo y trabajo, “pero que mejoran todo el ambiente familiar y las niñas y niños se sienten importantes”.

Obviamente no todo son obligaciones domésticas, y para pasar el tiempo libre con ellos de manera activa, Castro sugiere enfocarse en los intereses de los niños. “Si se cuenta con el espacio, jugar a lo que a ellos les gusta: a la pelota, a la escondida, a la pinta. También hacer manualidades que a ellos les motivan, ya sea el dibujo, la pintura, con plasticina o papel, o simplemente acompañarlos en el aprendizaje de algo nuevo, como seguir un tutorial de algún instrumento musical”.

Arecheta se especializa en el yoga infantil, una práctica que es menos complicada de lo que parece, y para lo que no hace falta ser un yogui avezado ni saberse las asanas. “No necesitas experiencia previa”, dice, “solo las ganas de entregarse al juego. El yoga para niños parte desde la naturalidad, que se concreta a partir del juego, como cuando se asocian ciertas posturas a animales”

“Es algo que puede ser muy sencillo, lúdico, entretenido e interesante para ellos”. Los beneficios, además, son muchos: mayor irrigación cerebral, una mente más calma y una gran liberación de toxinas. Si nunca se ha hecho yoga, se puede comenzar con un saludo al sol, para el cual existen cientos de tutoriales en YouTube. Arecheta recomienda este, del canal MiniPadMini.

Si no puedes contra ellos, úneteles, dice el viejo refrán. Y si te cuesta evitar que los niños usen pantallas, entonces aprovéchalas para generar otras instancias. Por ejemplo, con juegos que impliquen movilidad, como el popular Just Dance. Se puede descargar gratis en el celular, y luego seguir las coreografías de su página web.

“Con él se pueden trabajar habilidades cognitivas y físicas”, dice María Elena Castro. También recomienda, para quienes no tengan mucha creatividad física, la app Ejercicios Matutinos para Niños, de Schvager FM, que tiene distintas rutinas diseñadas para chicas y chicos, fáciles y entretenidas de hacer.

Despejar la mente

Tanto para los padres como para los hijos, salirse de la vorágine digital, tan adictiva y agotadora, es crucial para mantener la sanidad física y mental. No es fácil, por supuesto, ya que a través de estos aparatos no solo trabajamos y estudiamos, sino que también nos comunicamos y entretenemos, por lo que separarse de ellos es dejar de lado una parte de nosotros.

Pero es necesario, y no se lo podemos exigir a nuestros hijos si es que como adultos no lo aplicamos también. Por eso, tanto Arecheta como Castro aconsejan realizar actividades desconectadas junto a los niños, ya que los beneficios serán obtenidos por todos.

Desde ver una película todos juntos, preparando un snack casero —como cabritas hechas con maíz en una olla, o papas fritas al microondas—, hasta jugar una partida de Uno u otro juego de mesa —aquí una lista de juegos recomendados para todas las edades—, son instancias que permiten espacios de conversación familiar, de bajar la intensidad y de escuchar a los demás.

“Que las comidas sean en familia es de gran ayuda”, apunta Castro. “En la pandemia ha circulado mucha información, no siempre verdadera y muchas veces muy catastrófica, y en estas instancias se puede conversar para canalizar esas dudas, para contrarrestar esas noticias, saber cómo se sienten los niños y permitir espacios de comunicación”.

Arecheta sugiere, si hay espacio y tiempo, comenzar con un huerto casero, que no tiene por qué ser en una inmenso cajón ni un fotogénico macetero: usar envases de yogur o frascos de vidrio y alguna legumbre es suficiente para ver y experimentar el ciclo de la vida.

“Una actividad sencilla, que solo requiere un cuidado mínimo —regar una vez al día—, ayuda a trabajar mucho la consciencia sobre la vida, conocer los tiempos de la naturaleza y entender el concepto de desarrollo, experiencias que para los niños son muy necesarias”, dice.

Salir

Ambas son partidarias de que los niños tengan mayores posibilidades de moverse y salir a los parques y plazas, algo que hoy solo es posible temprano en las mañanas. “Ellos necesitan mucho vincularse con el medio, tener contacto con la naturaleza, con el entorno”, dice Arecheta. “Está en su esencia poder desplazarse con libertad, y privarlos del contacto con el aire, con el espacio, es quitarles algo fundamental”.

No queda otra, por ahora, que aprovechar esas horas —que se ampliaron el fin de semana hasta las 10 de la mañana— para que los niños puedan salir, caminar, tomar aire, correr y experimentar algo parecido a la libertad.

“Aunque sea poco rato, y haya que levantarse más temprano, puede servir mucho”, dice María Elena Castro. Un sacrificio, otro más, que conviene hacer por el bien de ellas y ellos.

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