La gran decisión de Joe Biden sobre los impuestos tecnológicos

El presidente electo Joe Biden tiene una larga lista de tareas pendientes, y no está claro dónde se ubicará la reforma fiscal corporativa global. FOTO: JIM WATSON/AGENCE FRANCE-PRESSE/GETTY IMAGES

Si el presidente electo, Joe Biden, resuelve la problemática pregunta de los impuestos a la tecnología de la misma forma que su predecesor demócrata Barack Obama, los inversores pagarán el precio.




Los gigantes tecnológicos estadounidenses ya están entregando los llamados impuestos sobre servicios digitales al gobierno francés. A menos que la administración entrante reinicie los esfuerzos globales para reformar las reglas de impuestos corporativos, empresas como Alphabet, Apple y Facebook, pronto enfrentarán enormes montos por impuestos de este tipo en todo el mundo. El jueves, el representante comercial de Estados Unidos dijo que retrasaría la acción de represalia contra Francia prometida por el presidente Trump, básicamente dejando el problema para Biden.

El respaldo de Estados Unidos es crucial para un acuerdo. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico comenzó a trabajar en 2013 para actualizar las reglas de impuestos corporativos de la era industrial para las empresas en línea y tomar medidas enérgicas contra lo que muchos países consideran una evasión fiscal agresiva. Sin embargo, el proyecto pronto se archivó debido a la falta de apoyo del entonces presidente Obama.

Biden no necesariamente tendrá la misma visión de la reforma fiscal global que tenía en ese entonces. Mucho ha cambiado en el ámbito político y económico. La administración entrante también ha hablado de adoptar una postura mucho más firme sobre la regulación y el tratamiento antimonopolio para las grandes empresas tecnológicas.

Con una solución técnica a la vista, se podría llegar a un acuerdo este año, si es que Estados Unidos lo desea. La reforma fiscal del 2017 de Trump cambió las reglas internas, renovando el interés del Tesoro de Estados Unidos en la reforma global. Eso revivió el proyecto de la OCDE, que avanzó rápidamente hasta el verano pasado. Se estancó después de que Washington entregó señas de arrepentimiento.

La mayoría de los responsables de la formulación de políticas en todo el mundo preferirían una reforma global a una acción unilateral, pero están cansados de esperar. Más de 15 países han propuesto o introducido DST —por sus siglas en inglés— como medida provisional, en un esfuerzo por presionar a los Estados Unidos a negociar.

Francia abrió el camino, lanzando un impuesto del 3% sobre los ingresos por servicios digitales en 2019, el que se eliminaría en el que caso de que se acuerden nuevas reglas globales. Trump respondió amenazando con aplicar aranceles a París, un cargo del 25% sobre US$1.300 millones en artículos de lujo importados desde Francia. Ambos impuestos se pospusieron el año pasado con la esperanza de que se pudiera sellar un acuerdo fiscal global para fin de año, pero no surgió ningún acuerdo. El mes pasado, Francia facturó más de 400 millones de euros en impuestos por servicios digitales para 2019.

El miércoles expiró la suspensión de la ejecución de los aranceles de represalia de Washington. Pero en lugar de cumplir con su amenaza, el representante comercial de Estados Unidos dijo que quería una “respuesta coordinada”. Está trabajando en medidas anti-DST similares contra Austria, Brasil, República Checa, la Unión Europea, India, Indonesia, Italia, España, Turquía y el Reino Unido.

Hay una frustración bipartidista en Washington con los impuestos dirigidos a los gigantes tecnológicos estadounidenses. Es más probable que Biden utilice la diplomacia o instituciones multilaterales como la Organización Mundial del Comercio, pero probablemente mantendrá la opción trumpiana de aranceles en su bolsillo trasero.

El presidente electo tiene una lista muy larga de tareas pendientes y no está claro cuál será el rango de la reforma fiscal corporativa global. Sin embargo, las DST de Francia y otros países probablemente forzarán este problema. La OCDE debe actualizar a los ministros de finanzas del G-20 este verano, si no hay un progreso significativo para entonces, el proyecto de reforma fiscal global probablemente volverá a estar disponible y los inversores deberían prepararse para más fuegos artificiales transatlánticos.

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