Pulso

Calma y tiza

Según leí por ahí, el famoso economista Robert Lucas decidió estudiar Economía cuando se dio cuenta de la enorme potencia que ésta tenía para influir en la vida de millones de personas. Una observación muy cierta. Sobre todo porque el tipo terminó siendo premio Nobel. Si podemos correr, aunque sea un ápice, la frontera del conocimiento, y entender más, es posible tener  un impacto tremendo, tanto en lo inmediato como en las generaciones del futuro.

Anda dando vuelta una versión que dice que hay gente entre nuestras autoridades a las que no les importa el crecimiento. O que una desaceleración es un costo a pagar para implementar los ajustes al modelo. Sencillamente me resisto a creerlo. Eso sería simplemente inconsistente con la histórica calidad técnica de nuestras autoridades y con el mandato de quienes los hemos elegido.

La Economía sí importa, el empleo sí importa. Y muchísimo. Es cosa de hacer memoria. Las crisis, esas que uno recuerda desde que es chico hasta que se muere,  tienen un efecto imborrable de historias de pobreza, de miseria y sufrimiento humano, de noches eternas de incertidumbre. Igualmente, los auges generan bienestar, progreso y sueños de un mejor porvenir.

Esa es nuestra memoria, la vida resumida. A nivel microscópico y como sociedades, somos sumas de momentos buenos y momentos malos. Hay otras dimensiones, sin ninguna duda, pero si progresamos, el corto paso por este mundo  será más feliz, más gratificante. Por eso la Economía es tan importante, como se dio cuenta Robert Lucas hace muchos años. Negarlo es un sinsentido y una traición a la realidad, con mayúscula y también con minúscula, porque está en la naturaleza humana el tratar de surgir y mejorar.

Si estamos de acuerdo en esto, se saca como rápida conclusión que hay que tener la máxima delicadeza y el máximo cuidado si, en la búsqueda de optimizar desajustes y debilidades del modelo de desarrollo, se pone en riesgo ese motor maravilloso que ha sido capaz de hacer tanto bien en los últimos 30 años.

La expresión “calma y tiza” tiene su origen, me imagino, en el momento que un jugador de pool se dispone a ejecutar un tiro importante. Ahí llega el consejo de su partner y su amigo. Sin acelerarse. Piénsala dos veces. Y ejecuta con precisión. No puede ser sino un buen consejo en los momentos decisivos.

*El autor es panelista de Información Privilegiada, de radio Duna.

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