Cómo se financia el terrorismo




La masacre terrorista que tuvo lugar la noche del viernes en París, en la que al menos siete atacantes dejaron tras de sí 129 víctimas mortales y más de 350 heridos, no tardó en desatar una rápida respuesta militar.

Con el objetivo de debilitar el principal bastión del autoproclamado Estado Islámico, Francia bombardeó el domingo el supuesto centro de mando del grupo terrorista en Raqqa, Siria.

En paralelo, sin embargo, los principales líderes mundiales, reunidos este domingo y lunes en Turquía con motivo de la cumbre del G-20, anunciaban una nueva ofensiva desde los despachos, esta con el objetivo de cortar el grifo de la financiación del terror.

Después de todo, Estado Islámico, IS por sus siglas en inglés o Daesh, su acrónimo en árabe, es la organización terrorista más rica del mundo, según la revista Forbes, que estima que recibe unos ingresos anuales de unos US$2.000 millones (1.864 millones de euros).

“No hay un mejor foro para hablar sobre la financiación del terrorismo. Las redes terroristas no pueden planear u operar sin dinero que se mueva a través del sistema financiero de muchos países”, declaró en rueda de prensa el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, durante el G-20.

“Solo si cooperamos plenamente en el intercambio de información sobre transacciones sospechosas podremos detener esta amenaza de forma efectiva”, agregó.

El dinero del petróleo

Se estima que los ingresos del grupo, especialmente implantado en Irak y Siria, proceden fundamentalmente del tráfico con petróleo, que según autoridades estadounidenses citadas por The New York Times, le proporcionan ingresos de decenas de millones de dólares mensuales.

El Pentágono, de hecho, ha atacado este lunes esta vía de financiación del grupo yihadista, bombardeando por primera vez un total de 116 camiones cisterna que se cree que Estado Islámico usaba para transportar crudo.

El grupo, sin embargo, cuenta con otras muchas otras fuentes de financiación. Así lo certifica el Grupo de Acción Financiera (Gafi), el organismo intergubernamental encargado de la lucha contra el blanqueo de capitales.

Tras los atentados que ya sufrió Francia el pasado enero, cuando tuvo lugar el ataque a la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, los ministros de Finanzas del G-20 encargaron al Gafi un listado de medidas concretas para fortalecer “todos los instrumentos financieros de lucha contra el terrorismo”.

El organismo emitió el pasado octubre un completo informe detallando los métodos de financiación y movimiento de capitales de los grupos terroristas emergentes, con recomendaciones que el G-20 podría impulsar con mayor fuerza tras la matanza del viernes en la capital francesa.

Otras fuentes de ingresos para el Estado Islámico

Ante todo, el Gafi advierte que el IS ha reclutado a contables y otros profesionales financieros para “mejorar la gestión de sus ingresos y minimizar pérdidas”. A partir de ahí, como principal fuente de ingresos directa de los grupos terroristas, el organismo señala las donaciones privadas, que suponen un tercio del total de los recursos recibidos.

Aunque en este caso parece imperar el dinero procedento del tráfico con petróleo, una tercera gran fuente de ingresos proviene de actividades ilegales, como el atraco de bancos (se cree que en junio de 2014 el IS se hizo de golpe con US$400 millones depositados en el Banco Central de Mosul, en Irak); la venta de antigüedades en el mercado negro o el fraude a las aseguradoras.

El IS también se aprovecha de determinadas ONG, o impone tasas “de hasta el 50%” sobre los salarios de los trabajadores de las zonas que tiene bajo su control, e impone tarifas a quien pretende transportar bienes, moverse de una región a otra o demanda determinados servicios.

La organización terrorista también está especializada en secuestros y petición de rescates, actividades que según EE UU han proporcionado a Al-Qaeda y el IS unos US$222 millones en rescates entre 2008 y 2014.

Además, Estado Islámico lleva a cabo estafas telefónicas en países europeos como Reino Unido, donde sus miembros se hacen pasar por entidades financieras o autoridades policiales para lograr información financiera de ciudadanos particulares a los que luego vacían sus cuentas bancarias.

Los terroristas obtienen dinero, además, de fuentes legítimas de ingresos, como negocios legales, y tambíen llevan a cabo campañas de crowdfunding. De determinados Estados podrían prestarle además financiación directa pese a los controles internacionales existentes, sospecha Gafi.

El uso de la banca

En cuanto a la forma de mover el dinero, Gafi recuerda que “el sector bancario continúa siendo la vía más fiable y eficiente e mover fondos internacionalmente, y sigue siendo vulnerable a la financiación terrorista”, que se sirve de las entidades tradicionales para operar.

Las autoridades australianas añaden que los flujos financieros del terrorismo internacional se traducen habitualmente en operaciones de pequeña escala, dificilmente distinguibles de las transacciones legítimas, lo que dificulta que los bancos y autoridades las detecten e impidan.

Más allá, el organismo intergubernamental teme, además, que Estado Islámico esté controlando directamente determinadas entidades financieras de Irak y Siria. También sospecha que utiliza a agentes que operan en las zonas fronterizas de estos países para evitar realizar determinadas transacciones directamente desde los territorios que controla.

En cualquier caso, el Gafi advierte que el uso de servicios regulados de transferencias de dinero permitió que se efectuaran 249 transacciones entre 2014 e inicios de 2015, por un monto total de 117.000 euros, procedentes de Siria, Irak, Turquía y el Líbano, con el fin de financiar a reclutas de Ceuta y Melilla.

El organismo expone que los jóvenes radicales de estas regiones, que sufren algunas de las cotas de desempleo más altas de España, cuentan con escasos recursos para emprender viajes a Siria y necesitan fondos externos que les llegan por vía de las citadas transacciones.

El informe denuncia, además, que Estado Islámico se sirve habitualmente de las facilidades que ofrece Internet, haciendo uso de redes sociales o “enmascarando” sus fondos convirtiéndolos en la moneda virtual bitcoin.

Lucha antiterrorista

Finalmente, el Gafi expone que aunque proliferan nuevas redes terroristas, sus necesidades financieras siguen siendo prácticamente las mismas y que, pese a ello, las vías tradicionales de movimiento de capitales como el uso de las entidades bancarias sigue siendo un coladero para el dinero terrorista.

Con todo, el organismo también advierte que estas organizaciones terroristas han demostrado capacidad para adaptarse y profesionalizar su gestión financiera, lo que requiere un esfuerzo adicional de las autoridades para controlarlas.

El Gafi reclama que aumente la cooperación público-privada en la prevención del blanqueo de capitales y la lucha contra la financiación del terrorismo y aconseja, por encima de todo, desarrollar unidades de inteligencia financiera con este fin.

La colaboración internacional de los distintos países y el hecho de que compartan información, resalta, será clave para evitar las nuevas amenazas del terrorismo.

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