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El Gran Robo del té a China

Durante el siglo XIX, la deteriorada situación de la balanza comercial entre China y Gran Bretaña llevaron a ambas potencias a enfrentarse en las llamadas Guerras del Opio. La creciente demanda de los ingleses por té, porcelana y seda, que debían ser pagadas en plata metálica, llevó a ambos países a enfrentarse en dos oportunidades tras la decisión de los ingleses de propiciar el contrabando de opio hacia China para usarlo como moneda de cambio de su creciente demanda.

Sin embargo, este no fue el único expediente utilizado para acortar la brecha comercial que significaba tener que pagar todos estos productos en plata. Entre 1848 y 1851, durante el período de paz que siguió a la primera de las guerras, auspiciado por la Compañía Británica de las Indias Orientales,  y utilizando tácticas propias del espionaje, un botánico escocés llamado Robert Fortune logró infiltrar las fronteras del Imperio Celeste recopilando detallada información acerca del cultivo, cosecha y producción de los diferentes tipos de té en distintas provincias del país oriental. Junto con el aprendizaje que significó ese vasto recorrido, Fortune tuvo la posibilidad de reclutar a maestros elaboradores de té de diferentes zonas del país, y también recopilar la increíble cantidad de más de 20.000 plantas que logró llevar de regreso de su viaje.

Esas plantas de camellia sinensis tuvieron como destino la India y fueron utilizadas en cultivos experimentales en las zonas de Assam y Darjeeling primero, y en la isla del Reino de Ceylon (actual Sri Lanka) posteriormente.

Fue tal el éxito de esas plantaciones, que al cabo de pocos años los británicos pudieron sustituir más del 80% de las importaciones de China, generando los ahorros de divisas que habían originado las guerras y dejando de paso a la industria del té en el país oriental al borde del colapso por la abrupta pérdida de la demanda exterior.

Los chinos tardaron muchas decenas de años en recuperar los niveles de producción que habían alcanzado antes del gran robo de sus secretos y los británicos se hacían de la fama de producir en la India uno de los té negros más finos del planeta.

Hasta el día de hoy, 170 años después, se pueden encontrar finas producciones especializadas de té de Darjeeling que llevan como apellido en sus etiquetas la sigla CL  -que por supuesto no es el dominio de internet de Chile-, sino la referencia a que sus hojas son clones de aquellas primeras plantas llevadas por Robert Fortune a los territorios de las colonias británicas en la India. P

(*) Director  de La Tetería

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