Pulso

El rol de las expectativas

La ciencia económica enseña que las expectativas de las personas tienen un rol en las políticas públicas de la misma manera que lo tienen las leyes y reglamentos tangibles. Hace unos días, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, dio una buena prueba de ello cuando dijo que la incertidumbre sobre los cambios institucionales futuros, reforma constitucional incluida, está haciendo tambalear nada menos que la tasa de inversión de la economía.

Los agentes económicos en general están acostumbrados a batallar en un mundo lleno de variables que no controlan y han aprendido a desarrollar expectativas adaptativas, que evalúan constantemente los cambios futuros posibles y ajustan sus decisiones en función de ellas. Si bien puede resultar cierto que un anuncio de reforma tributaria gatille una reducción inicial en las decisiones de inversión, la revaluación permanente de las condiciones generales de la economía puede evaporar o al menos atenuar esos temores.

Más allá de las intenciones y deseos de los agentes económicos, todos entienden que estamos en medio de un cambio de las condiciones generales del clima de negocios en Chile. Los años de relativa paz institucional que se vivieron durante buena parte de los gobiernos de la Concertación llegaron a su fin.

Los nuevos fallos judiciales en pro del consumidor en casos que involucran a grandes bancos o al retail; el nuevo poder del Sernac y de las agrupaciones de consumidores, las empresas de asesoría masiva que están tensionando los sistemas de AFP e Isapres, las crecientes dificultades ambientales que enfrentan grandes proyectos mineros o de energía, forman parte de un escenario que ya se ha venido instalando en los últimos años. Si a eso sumamos las perspectivas de reformas de la Constitución y al sistema tributario, tendremos un clima que va a exigir el máximo de expectativas adaptativas a los agentes económicos.

Un ejemplo a pequeña escala lo estamos viviendo en estos días en la industria de los mall, donde una reforma a la normativa está metiendo presión a todo el sistema. Se trata de una industria exitosa que ha gozado de condiciones favorables para enfrentar las externalidades negativas en las que se instalan. Hasta ahora, los aportes para mejorar las condiciones de vialidad en la zonas de influencia de los mall fluctuaban en torno al 10% del valor de los terrenos, pero una reforma impulsada por este gobierno, y que está con suma urgencia en el Parlamento, obliga a los futuros mall a pagar hasta el 44% del valor comercial del terreno en mitigaciones. "Estimamos que es un verdadero impuesto a la inversión", ha dicho Manuel Melero, presidente de la cámara que agrupa a esta industria. "Más que encarecer los proyectos, esto puede ser un impedimento para su desarrollo", dice Melero. ¿Significa esto que descenderá bruscamente la tasa de desarrollo de centros comerciales en Chile? ¿O simplemente los empresarios buscarán otros modos de rentabilizar estos proyectos y pagar las nuevas tasas?

En realidad, considerando las cifras de inversión en esa industria, tal parece que las expectativas de nuevos tributos no ha disuadido a los empresarios de seguir adelante con los proyectos, ya que ocurre un natural ajuste de expectativas.

Las palabras de Melero tienen un innegable parecido con las aprensiones formuladas por el ministro de Hacienda hace unos días advirtiendo de la paralización de proyectos debido a la incertidumbre originada por las expectativas de cambio político. "La inversión responde a señales, no solo al dinamismo de la economía", ha dicho Larraín.

Todo indica, a estas alturas del año electoral, que los principales grupos empresariales han internalizado los nuevos escenarios posibles, como consecuencia de un probable triunfo de la ex presidenta Michelle Bachelet en la elección de fin de año. Ella ha hablado de un cambio constitucional, una reforma educacional a fondo y una nueva estructura tributaria. Más allá de las preferencias que cada agente económico tenga en torno a estos cambios, todos han debido integrarlos como variables muy reales.

Los empresarios tienen el derecho y hasta el deber de hacer presente cuando determinados cambios legales o institucionales puedan afectar el clima de negocios y de hacer todo cuando esté permitido en la ley para evitar los cambios que a su juicio son negativos. Pero al mismo tiempo, la historia económica enseña que ellos son pragmáticos y que deben adaptar sus expectativas a los cambiantes tiempos políticos que vive el país. Si las tasas de rentabilidad siguen siendo positivas los proyectos se llevarán a cabo, aunque las condiciones de utilidad hayan cambiado desde la concepción del negocio hasta su puesta en marcha.

Es evidente que un mal clima para los negocios afecta la inversión y a corto plazo genera efectos muy reales en la economía, como lo han podido atestiguar países cercanos, como Venezuela o Argentina. Pero el verdadero talento empresarial consiste en encontrar modelos de negocios exitosos en condiciones cambiantes y no siempre completamente favorables. Porque el proyecto más importante para todos sigue siendo el proyecto Chile.

(*) El autor es periodista.

Más sobre:Portada

¿Vas a seguir leyendo a medias?

NUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mesTodo el contenido, sin restricciones SUSCRÍBETE

VIDEOS

Servicios