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Gran Bretaña a la espera de la definición electoral

Una mayoría más fuerte de May fortalecería al gobierno en la negociación del Brexit, que comenzará el 19 de junio. Al mismo tiempo, despejaría el camino para su postura más firme ante Bruselas. Los defensores del Brexit dicen que el divorcio generará un bache temporal.

Los ingleses se enfrentan nuevamente al dilema del Brexit. La pregunta de estas elecciones no es si dejar o no la Unión Europea, sino cómo será el divorcio del bloque. Las elecciones adelantadas fueron invocadas por la primera ministra, Theresa May, en busca del respaldo ciudadano a su estrategia para un "hard Brexit". Esto es, salir del mercado único europeo a cambio de recuperar total control sobre temas como la migración.

Cuando llamó a elecciones, en abril, las encuestas apoyaban su apuesta. Los sondeos apuntaban a que los Tories (Partido Conservador) de May obtendrían 45% de los votos. Esto les daría una mayoría no vista desde 1918 en el Parlamento. Pero en las últimas semanas, el temor a las consecuencias del Brexit y una campaña centrada en la clase media, ha impulsado las opciones para los laboristas. Con una agenda que contempla la nacionalización de empresas, gratuidad de la salud y educación, Jeremy Corbyn, ha reducido su distancia respecto a May. Tanto que el sondeo YouGov, publicado el miércoles, incluso abre la posibilidad de que el Partido Conservador pierda la mayoría que tiene actualmente.

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El mercado ha reaccionado esta semana a cada encuesta publicada desde dos premisas. La primera es que una mayoría más fuerte de May fortalecería al gobierno en las negociaciones para el Brexit, que comenzarán el 19 de junio. Al mismo tiempo, despejaría el camino para su postura más firme ante Bruselas. En la otra vereda, hay quienes ven con simpatía el que May no obtenga una mayoría más fuerte, ya que esto la obligaría a moderar su postura ante el Brexit, para lograr la aprobación del Parlamento.

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Detrás de ambas percepciones hay una pregunta que aún no tiene una respuesta definitiva: ¿Cuánto afectará el Brexit a la economía británica?

El ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, es uno de los convencidos en que Brexit ofrece una gran oportunidad a la economía. "Podremos hacer las reformas que necesitamos. Por ejemplo, decidir de mejor forma los subsidios a la agricultura", dice.

Al igual que él, otros 16 prestigiosos economistas británicos coinciden en ver una oportunidad en el Brexit. Bajo el nombre "Economistas a favor del Libre Comercio", los académicos plantean que, si el gobierno no solo procede con el Brexit, sino que sigue el curso de convertir a UK en líder del libre comercio mundial, la economía podría aumentar en cuatro puntos porcentuales su PIB, mientras los precios a los consumidores caerían 8%. Los economistas, liderados por el profesor de Cardiff University, Patrick Minford, creen que, para poder modernizarse, la economía británica y sus empresas necesitan liberarse de la enorme burocracia dictada desde Bruselas, así como de los costos de tener que aceptar migración poco calificada.

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A su favor, los economistas pro Brexit citan cifras recientes. Desde hace tres años, UK ha disputado junto a EEUU el ser la economía que más crece en el G7. Con un crecimiento proyectado por el FMI de 2,0% para este año, 1,5% en 2018, y 1,6% en 2019, los británicos cederán terreno ante la sostenida recuperación estadounidense. Sin embargo, el FMI proyecta que, a partir de 2020, UK volverá a crecer a una tasa anual de 2%, liderando el crecimiento del G7.

"Hemos crecido tres veces más rápido que Japón y el doble de rápido que Francia y Alemania (desde 2014)… el sector privado ha creado 2,7 millones de empleos desde 2010 y hay unas 900.000 empresas nuevas", resumía el año pasado el ministro de Finanzas, Philip Hammond.

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Si las proyecciones de PwC son correctas, UK mantendrá un ritmo de crecimiento anual en torno a 2% anual a 2050, y mantendrá el liderazgo como la economía del G7 con mayor tasa de expansión. "Nuestra visión optimista para la economía británica se explica por su favorable demografía y una economía relativamente flexible para estándares europeos", afirma el economista jefe de PwC, John Hawksworth, en un informe. Para ello, sin embargo, advierte que será de vital importancia sellar acuerdos de libre comercio y alianzas de inversión con emergentes. Con ello, agrega Hawksworth, se podrá moderar la eventual caída del comercio con la UE.

Las negociaciones son vitales y, según Roger Bootle, CEO de la consultora Capital Economics, solo son posibles fuera de la UE. Bootle no es tímido en calificar el Brexit como un "gran escape", de una UE en crisis. Para el economista británico, la UE ha demostrado sus dificultades para negociar tratados de libre comercio y alianzas de otro tipo. Mientras los acuerdos son negociados, Bootle afirma que los exportadores ingleses se beneficiarán de la depreciación de la libra, que superará el costo de eventuales tarifas y aranceles que deban enfrentar.

No todos están de acuerdo. Simon Tilford es el autor de uno de los estudios más citados por quienes se oponen al Brexit. "Gran Bretaña, ¿el hombre pobre de la EU?" se titula el estudio en que Tilford, del think tank Center for European Reform, desmitifica la fortaleza de la economía británica. Según Tilford, la productividad británica equivale al 90% del promedio de las 15 principales economías de la UE. Además, el ingreso de los británicos es más bajo que el de sus pares europeos. "Los principales problemas de la economía británica son la baja calificación de una parte importante de la fuerza laboral, una infraestructura débil y el alto precio de la vivienda, así como la centralización en Londres", enumera Tilford, quien está convencido de que estos problemas no harán más que empeorar una vez fuera del bloque europeo.

La negociación que viene

Para May, y su plan para un "hard Brexit", es vital tener una mayoría amplia en el Parlamento. Pero incluso de no ser el caso, lo más probable es que después de la aguda retórica política, tanto Londres como Bruselas lleguen a un acuerdo.

El mejor escenario para todos, señalan algunos analistas, es un acuerdo que mantenga lo más posible las condiciones actuales. La UE ha señalado que exigirá a UK, a cambio de un trato preferencial como socio del bloque, deberá aceptar, entre otras cosas, la libertad de movimiento de las personas. Pero este es un punto que May y su equipo no están dispuestos a aceptar, pues el control de la migración es el corazón de la campaña que llevó al Brexit.

Aunque inicialmente pueda parecer que ambas partes tienen posturas irreconciliables, lo cierto es que esto es solo en lo político. La canciller alemana, Ángela Merkel, deberá, por ejemplo, enfrentar las presiones de las poderosas industrias químicas, automovilística y manufacturera, temerosas de perder uno de sus principales mercados. Algo similar el ocurrirá al presidente francés, Emmanuel Macron, con los exportadores de su país, que presionarán por mantener un trato preferencial en el mercado británico. Lo mismo sucederá en España y Holanda, que requieren de mantener los vínculos con UK.

El tono de las negociaciones y su resultado es el gran detonante de la incertidumbre. Por lo pronto, serán los ciudadanos británicos los que una vez más tendrán el poder definir el rumbo de su país… y quizás también el del proyecto europeo.

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