Juventus rejuvenecida
Andrea Agnelli, presidente del club de fútbol Juventus, apunta a una fotografía en su repisa de libros. Muestra a un niño en shorts, con pelo café, parado al lado de una cancha rural en un día soleado donde juega la Juventus. El niño es Agnelli, el hombre sentado en una banca es su padre Umberto, quien dirigía el club hace cincuenta años.
El actual señor Agnelli, ahora de 37 años, habita una oficina sorprendentemente modesta en la mansión del club en Turin. Presidente del club desde 2010, ha liderado la vuelta del la Juventus a su habitual puesto en la cima del fútbol italiano. La Juventus está a punto de embolsarse otro campeonato italiano, posiblemente este domingo, si le ganan la los rivales locales Torino y si el Napoli, en el segundo lugar, no gana. De todas maneras, este club no está donde le gustaría estar: en la cima europea. En parte, porque la Juventus se ha transformado en una víctima más de los problemas de Italia.
“¿Es interesante ver el futbol italiano hoy en día?” pregunta Agnelli. “La mitad de los estadios están vacios, hay mucha violencia. Me refiero a que no es el mejor producto”. El futbol italiano -afectado por la corrupción, por los matones violentos, el declive económico, el parroquialismo y la falta de gobierno- ofrece una metáfora casi perfecta de la propia Italia. Como Ferrari o Gucci, o una esquina de café, la Juventus aspira a algo muy difícil: ser un ejemplo de excelencia en un país en decadencia.
Los Agnelli son llamados con frecuencia la “familia real de Italia”. En 1899, el bis abuelo de Andrea, Giovanni Agnelli, co fundó Fiat. En 1923 Giovanni alentó a su hijo Edoardo para ser presidente del club de fútbol de Turin, Juventus. “Los 90 años que llevamos de propietarios nos hacen los más antiguos en cualquier franquicia deportiva en el mundo”, dice Andrea. “Juventus y Fiat son nuestras dos propiedades más antiguas”. Los otros bienes de la familia, comprados por la compañía de inversiones de los Agnelli, “fueron y vinieron. Juventus y Fiat son el común denominador de la historia de esta familia”. Agnelli también se sienta en el directorio de Fiat, la séptima automotora más grande del mundo, donde su primo John Elkann es presidente. (El medio hermano de Andrea, Giovanni Alberto, estaba destinado a dirigir Fiat pero murió de cáncer en 1997 a los 33 años).
A primera vista, Agnelli no parece de la cuasi realeza. Habla como el ejecutivo de negocios internacional que es, como demostrando que no es una persona con los humos en en la cabeza. A pesar de su oficina moderna, su impecable traje gris y su ingles casi perfecto (pulido en el internado de Oxford) son característicos de Agnelli. “Reservada, con estilo, elegante, “british”, es esta mítica familia”, dice John Foot, un profesor de historia moderna italiana en Universitiy College de Londres y autor de Calcio: una historia del fútbol italiano. Foot escribió que las generaciones de los Agnelli han observado a la Juventus, comprado jugadores, han despedido a directivos y hablado de fútbol ante una aduladora prensa italiana. El apuesto tío de Andrea, Giasnni Agnello, llamado l’Avvocato, “el Abogado”, dirigía Fiat a pesar de ser conocido por muchos italianos como la cabecilla de Juventus. El jugador del club durante los años 80, Michael Platini, quien ganó tres balones de oro como el mejor jugador de la liga europea, le regaló uno de ellos a l’Avvocato y le dijo: “esto es algo que tú no puedes comprar, ni siquiera con todo tu dinero”. “¿Es oro de verdad? Preguntó Gianni, y Platini le respondió “si fuera, no te lo daría a ti”.
La Juventus es apodada “La Vecchia Signora”, “la vieja señora”, pero Andrea Agnelli aporta otra descripción: “el club es conocido como la novia de Italia. Es probablemente la mujer con la todos quieren estar”. Mucho de los clubes italianos honran con su nombre a las ciudades a las que pertenecen y están amarrados a los sentimientos de pertenencia locales, pero la Juventus traspasa las fronteras de la nación. Gianni Agnelii una vez dijo: “El no tener el nombre de una ciudad nos ha traído mucha popularidad. Nos hace nacionales”. Pocas instituciones en un Italia dividida pueden declarar eso. El club estima que tiene 11 millones de seguidores italianos, muchos provienen del sur, pobre, y llegaron a Turin para trabajar en las fábricas de Fiat.
Agnelli le da el crédito a la familia por su capacidad de “liderazgo estable” al haber ayudado a la Juve a convertirse en el club más fuerte de Italia. La verdad, es que probablemente los millones de Fiat hicieron más para que este equipo de provincia pudiera competir con los mejores de Europa.
¿Con qué pensamiento de la Juventus creció Agnelli? “Ganando”, responde. De sus estantes en su oficina, saca un dibujo de cuando niño. Bajo el título “Juventus tu eres la reina”, muestra un penal convirtiéndose en gol. Cuando Andrea tenía nueve años, en 1985, Platini con un venció con un penal al Liverpool en la final de la Eurocopa en el estadio Heysel, un encuentro que ahora es recordado por los 39 hinchas de la Juventus que murieron aplastados antes del saque inicial. Agnelli se disculpa: era niño, y no entendía el contexto. Lo que registró esa noche era la victoria.
Los enemigos de Juventus ven otro lado de la historia, el lado más obscuro del club. Ellos acusan que el club líder de Italia, apoyado en la familia más prominente del país, ha usado sus redes de contactos para asegurarse la victoria. En un país donde abundan las teorías de conspiraciones, estos acusaciones siguen en pie.
Los adversarios de la Juventus se sintieron reivindicados cuando en 2006 se supo que el directivo del club, Luciano Moggi, hizo llamados para arreglar cuáles arbitros serían los que estarían en los partidos que jugaría Juventus y cuáles para los equipos rivales. El escándalo, conocido como Calciopoli, ha sido el punto más bajo de la historia del club. Una sola imagen resume la desesperación. En el verano del 2006 uno de los directivos del club, Gianluca Pessotto, se sentó en el borde de una ventana apretando un rosario y se dejó caer al asfalto. Por fortuna sobrevivió.
La justicia italiana rara vez cierra casos, y todavía nadie se pone de acuerdo en quién hizo qué en Calciopoli. Agnelli dice del rol de Juventus: “no fue un matchfixing”. Argumenta que el club fue encontrado culpable de conducta anti deportiva, no de fraude deportivo. Yo le dije “pero Moggi llamaba los jefes de los árbitros”. Agnelli respondió: “Moggi y muchas otras personas. Como se ha sabido últimamente”.
Se adhiere a la línea de la Juventus: el club se ha transformado en el chivo expiatorio dentro de un desorden sistemático en el fútbol italiano. Fue despojado de sus campeonatos en 2005 y 2006 y bajó a la serie B, segunda división del fútbol italiano. Un año después, la Juventus se ganó el ascenso. “Nuestra marca ahora se ve reforzada por nuestra tremenda historia de de regreso”, dice Agnelli. “Eso nos dio la oportunidad de restablecer, de una manera más ruidosa, lo fuerte que somos y lo enfocados que estamos en liderar el sistema italiano”.
Pero el caso Calciopoli ha empañado el fútbol italiano, empeoró las sospechas entre los clubes, y fue seguido por el escándalo de Calcioscommesse, en el cual más de veinte clubes (pero no la Juventus) fueron acusados de matchfixing. El actual entrenador de Juve, Antonio Conte, fue expulsado del banquillo por cuatro meses el año pasado, por haber sido testigo del matchfixing que hizo el entrenador del pequeño Siena y no haberlo reportado.
Este es el contexto en que Agnelli dirige la Juventus. El hermoso juego italiano del pasado está desapareciendo. Escribí en mi primer libro, “Fútbol contra el enemigo”, hace veinte años: “cuando el fanático del futbol muere, va a Italia, donde encuentra los mejores futbolistas del mundo, partidos que se muestran completos en la televisión pública, y numerosos diarios de deportes. Buen clima también”. Para mí, como para muchos fans en ese entonces, el fútbol italiano se mezcla irremediablemente con capuchinos espumosos, copias del Gazzetta dello Sport en mesas de café, y estadios igual de seguros que restaurantes familiares en el tiempo en que hooligans devastaron el futbol inglés.
Pero el fútbol italiano no sigue siendo bello. Como en muchas otras cosas en Italia, Silvio Berlusconi debería tomar parte de la responsabilidad. Cuando él era primer ministro, Italia se convirtió en un país donde los votantes de Berlusconi y los adversarios de él veían como el equipo de Berlusconi, el Milan, era subsidiado por el gobierno, en una liga dirigida por la mano derecha del primer ministro, Adriano Galliani, y luego veían los destacados en el canal gratis de Berlusconi. La única cosa que el “Il Cavaliere” no hizo, fue llevar a cabo las leyes para hacer de los estadios lugares más seguros.
Para 2010, la Juventus, o lo que quedaba de ella, no estaba siendo bien dirigida. “Le estaba costando recuperarse de los hechos del 2006”, dice Agnelli. “Así que decidimos que necesitábamos un miembro de la familia a cargo”. Al estar interesado en la gestión deportiva, Agnelli era la elección obvia. La familia era dueña de más del 60% de la Juventus. Los accionistas aumentaron el capital en €120 millones (solos los Gaddafi, accionistas minoritarios, no participaron, estaban dedicados a la revolución en Libia) y en 2011 la Juventus inauguró su nuevo estadio el cual se demoró 17 años en levantarse. La mayoría de los clubes italianos juegan en canchas municipales que no se pueden dar el lujo de dejar, aun incluso si pudieran manejar la burocracia local. Solo la Juventus tiene su casa.
El domingo pasado en la noche, vi al Milan de Berlusconi jugar ahí. Es un estadio del siglo 21: hay dos guarderías para niños. Los 41.000 asientos cerca de la cancha son de estilo inglés. Dos horas antes del saque inicial, me paré cerca de la bandera de esquina y vi como un jugador en ese lugar podía mirar directamente a las caras de los hinchas a pocos metros, separados solo por Plexiglass.
En el camarín, encontré los secadores de pelo (un elemento esencial para la vida de los futbolistas italianos) enchufados y listos para ser usados. Había tinas de agua caliente y agua fría, cuatro mesas de tratamiento, y una mesa con una canasta de fruta que los jugadores pueden comer justo después del partido. Esto era la modernidad, una comodidad extraña en el futbol italiano. En algunos estadios de Italia, uno se preocupa de que las bengalas no caigan sobre la cabeza, pero las gradas en el estadio de la Juve parecían seguras. Como dice Agnelli, este es el tipo de ambiente que alienta a la gente a comportarse de la manera adecuada.
Antes del saque de partida, los fanáticos de la Juventus sacaron tres grandes lienzos que tenían dibujados dos pequeños futbolistas del Inter y del Milan, sus principales rivales, mirando hacia arriba a la torre de la Juve que muestra 30 títulos y uno más por venir. El estadio aplaudió los excelentes dibujos. Una demostración de la cultura del fan italiano en su esplendor.
Pero algunos hinchas del club atacaron con insultos racistas al jugador negro del Milan, Kevin-Prince Boateng. Y el juego cayó otra vez en la decadente Italia de hoy.
Hace una década, un partido de la Juventus versus Milan, era posiblemente el mejor fútbol del mundo, ya no es así. Andrea Pirlo, el último gran jugador mediocampista de la Juve, cumple 34 el 19 de mayo, y su gran arquero, Gianluigi Buffon tiene 35 años. El pase de la Juve fue torpe y lento. Al mirar al pobre Mirko Vucinic adelantado, se añoran los días cuando Platini y Zbigniew Boniek manejaba el espacio. Con razón casi todos los periodistas opinan lo mismo que la mayoría de los italianos: Juventus versus Milan se ha convertido en un asunto provincial.
Al ver esto, uno entiende por qué la Juve fue aplastada en la Champions League por el Bayern Munich, y por qué el entrenador Conte dijo después: “en los años que vienen, no veo la posibilidad de que el equipo italiano tenga éxito en la Champions League”.
Este es el pantano italiano en el que la Juventus intenta prosperar. Pero ¿qué se puede hacer? La liga Premier de Inglaterra, dice Agnelli, genera cerca de €2.000 millones al año conlos derechos de emisión de televisión, cerca de la mitad de los locales y mitad de los extranjeros. Los clubes italianos generan cerca de €1.000 millones, de los cuales casi el 90% son generados dentro de Italia. En el fútbol, el dinero determina el éxito. Agnelli suspira: “Para los mejores jugadores, más que un destino final somos una liga de tránsito”. Los ingresos de la Juve del año pasado fueron de €214 millones, menos de la mitad de lo que obtuvieron el Real Madrid y el Barcelona. Por ahora, lo que necesita el club son inyecciones de recursos por parte de Agnelli: su deuda neta ha llegado a los €150 millones luego de varios años de pérdidas, aunque el nuevo estadio recientemente ha ayudado a generar más ingresos. El club ganó €11,3 millones netos en los últimos seis meses hasta el pasado diciembre.
Agnelli todavía fija sus referencias en los mejores de Europa y los mira como modelos a seguir. “Si uno quiere mirar la situación perfecta para un quipo top”, dice “es una mezcla de lo que encuentras en Inglaterra, Alemania y España”. De Inglaterra, tomaría sus estadios y sus proveedores, de España la libertad de los clubes para vender sus derechos de televisión de manera individual en vez de tener que compartirlo con equipos más pequeños; y envidia como la “Alemania corporativa” auspicia a los clubes alemanes. Esa combinación, es la fantasía para Italia.
“Ahora, ¿esto es posible?”, pregunta. “No”. “Por ejemplo, tomemos algo que parece tan simple como la venta de camisetas”, dice. Los hinchas ingleses y alemanes acuden a comprar la nueva camiseta de sus equipos. “En Italia, compramos imitaciones de las camisetas originales. Lo falso es un problema en este país”. La gente no quiere pagar lo que valen en una economía que se encoge cada vez más.
Si no, está la pelea de los clubes italianos para construir nuevos estadios “Italia ha estado por diez años hablando sobre aprobar la ley que incentiva la construcción de estos estadios”, lamenta Agnelli.
Hay que destacar que la mayoría de los problemas de los que él se queja, son problemas de Italia. El país cuya economía creció más lento que la de cualquier país a excepción de Haiti y Zimbabwe en 2010. El padre de Agnelli, Umberto, dijo una vez “El equipo ha seguido la misma evolución del país”. Hoy, ¿es la nación la que hunde al equipo? “Así es”, responde Agnelli.
“El fútbol italiano, como muchas cosas en Italia, necesita reformas estructurales. Hace unos pocos años Italia se encontraba en una encrucijada, ¿quisimos hacer frente a esto y seguir competitivos? Elegimos no hacer nada. En el fútbol, necesitas un esfuerzo consensuado: la violencia, los estadios, las protecciones de las marcas. Por ahora, no hay siquiera un gobierno, por lo que no tenemos un ministro de deportes”.
Si los grandes clubes de fútbol fueran realmente gigantes globalizados, sin el alma local que los críticos ven, la vida sería más fácil para la Juve. Así, el club podría olvidarse de Italia y jugar en el mercado internacional. Pero incluso los grandes clubes son irremediablemente locales. La mayoría de sus espectadores, auspiciadores, rivales, y gran parte de sus televidentes, viven dentro de sus propias fronteras. La Juventus no se hundirá con Italia. Pero en el estado actual en que se encuentra el país, ni siquiera con la familia Agnelli el club puede prosperar.
Juventus versus Milan solía ser el mejor partido del fútbol mundial, ya no lo es. Se ha convertido en un asunto provincial.
COPY RIGHT FINANCIAL TIMES
© The Financial Times Ltd, 2011.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.