Los camioneros de la esperanza
No es primera vez que la mayoría de la población cifra sus esperanzas en sus nobles camioneros. Cubren todo el territorio. Transportan nuestra fruta, nuestro cobre a las refinerías, nuestra leche a las plantas procesadoras, nuestra madera a los aserraderos y nuestra celulosa hasta los puertos, nuestros alimentos a los supermercados, nuestro ganado a las plantas de faena y nuestros salmones rumbo al mundo. En Chile hay más de 200 mil camiones, conducidos por al menos 250 mil transportistas de carga. Son hombres de nuestro pueblo, comunes y corrientes, que madrugan para llegar a tiempo y de manera segura con su carga. La mayoría, por no decir todos, es gente de esfuerzo y pacífica.
El festival de errores cometidos por este mediocre Gobierno y el déficit de liderazgo de nuestra Presidenta nos llevan a dirigir nuestras miradas, una vez más, a los camioneros. A las autoridades políticas, judiciales y legislativas se les ha explicado, pero no han entendido. La violencia socava nuestra patria desde lo más profundo. Delincuentes de distinto tipo, pero delincuentes al fin, amenazan nuestras vidas y nuestros bienes. En el caso de los camioneros, esos bienes se llaman camiones. Son su herramienta de trabajo y de sustento familiar. Los camiones quemados superan los 130 en seis años y los robos ya pasan la cifra de tres por día.
La Araucanía ha sido epicentro de este flagelo instigado por truhanes extranjeros, de manera solapada, ideologizada y mal intencionada. La destrucción de camiones, tras ataques incendiarios cobardes, amparados por la noche y “justificados” en supuestas reivindicaciones de territorios “usurpados”, debería tener una reacción enérgica de la autoridad, pero no la tienen. ¿Qué le pasa a la autoridad? ¿Le tiene miedo a una manga de mafiosos que pretenden usurpar la tierra y los bienes a sus legítimos dueños? ¿También con recursos del Estado (nuestros) y a través de la nefasta Conadi?
Los camioneros agotados, pero no rendidos, quisieron mostrarle al país, en vivo y en directo, hasta donde los bandidos han llegado. Para esto, los ciudadanos vieron en Santiago (centro del poder) los camiones y las máquinas quemados por los atentados. El nuevo intendente de la Araucanía, con un debut pueril, declaró que en la Araucanía no había terrorismo. Esta declaración solo le da continuismo al discurso torpe ya patentado por Huenchumilla, hoy expulsado de la cancha. Un llamado de esperanza y de súplica a no bajar la guardia, hasta que la señora Michelle entienda lo que ya todos entienden, salvo una minoría dentro de la nueva minoría. Gracias Sergio Pérez, gracias José Villagrán, gracias José Egido, gracias camioneros de Chile por su honestidad, por su discurso sincero, por su paz en la acción y su gradualidad sin renuncia. Seguimos atentos a lo que viene. El discursillo liviano de supuestas dobles intenciones en contra del pueblo mapuche, que no es más ni menos que parte integral del pueblo chileno desde hace ya más de 150 años, no es atendible. Los mapuches son y serán chilenos, en una misma nacionalidad. Si no, empecemos a izar la bandera alemana en Puerto Varas y la croata en Punta Arenas. Todos llegamos de alguna parte alguna vez, unos antes que otros, unos de Argentina, otros de Europa, otros por el Estrecho de Bering, otros en canoas de la Polinesia.
No más cuentos separatistas ni verborreas plurinacionales al estilo Evo. Todos a trabajar, quererse, estudiar, cosechar, mas no a quemar, robar, ni dividir. Chile merece más que violencia instigada por unos cuantos locos extranjeros que financiados por ignorantes vienen a sembrar odios y a cosechar tempestades.
*El autor es ingeniero comercial de la Universidad de Chile (amjpulso@gmail.com).
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