El mejor momento para plantar un árbol
Por José Tomás Valente. ¿Por qué si creemos que podemos crecer más no lo hacemos? En parte porque en su momento no se le dio prioridad a cuidar los brotes ni tampoco se incentivó a que se plantasen más semillas.
A comienzos del año 2015 desde el Gobierno popularizaban el término "brotes verdes", en referencia al 2,9% del Imacec de diciembre de 2014. Un término afortunado y que resume bien lo que han sido los últimos años en términos económicos.
En nuestra economía tenemos emprendedores tratando de innovar, trabajadores capacitándose, empresarios evaluando proyectos de inversión y estos son sólo algunos de los actores que van plantando semillas que tienen el potencial de impulsar el crecimiento. Estas semillas fueron plantadas y gracias al esfuerzo lograron transformarse en brotes verdes a finales de 2014. ¿Qué hacer con estos? Como bien señalaban desde el Ministerio de Hacienda: "Son brotes verdes que tenemos que cuidar, que tenemos que consolidar y para eso este ministerio sigue muy ocupado en el tema del crecimiento".
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Con esta declaración partía 2015, un año en el que se necesitaba abonar, regar y podar los brotes para que siguieran creciendo. Sin embargo, el año poco a poco fue decepcionando. En vez de una buena temporada de riego que vitalizara nuestros brotes verdes, tuvimos la desaceleración del mercado chino y un precio del cobre que siguió la tendencia a la baja que venía desde 2011. A su vez, el encargado de abonar se centró en hacer una "reforma" a la Reforma Tributaria y en defender una Reforma Laboral que cada vez generaba más incertidumbre. Estuvo también presente en otras iniciativas, no obstante, difícilmente se puede argumentar que estuvo "muy ocupado en el tema del crecimiento económico" y que este fue su prioridad. El crecimiento de 2014 había sido de 1,9% y el de 2015 terminó siendo 2,3%, con lo cual nuestros brotes más que verdes estaban amarillos.
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Durante este período el tema de la confianza e incertidumbre fue recurrente. Los encargados de plantar las semillas empezaron a dudar de las condiciones futuras -tanto internas como externas- de sus brotes y por tanto decidieron esperar antes de volver a plantar. Estos brotes amarillos, medio marchitos, generaron preocupación, lo que se refleja en la columna escrita desde Hacienda titulada: "El triángulo de la (des)confianza", donde correctamente se hablaba de la importancia de esta para el crecimiento de los "brotes". A pesar de la preocupación, el IMCE partió 2015 con un valor de 45,2 (1er. trim) y terminó en 42,8 (4to. trim). Sin contar que el sector minero pasó de 43 a 40,8.
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El año 2016 fue nombrado Año de la Productividad y se lanzaron 22 medidas para potenciar la economía. Medidas que si bien fueron bien acogidas no tenían la relevancia para crear el ambiente necesario para revitalizar los "brotes" y terminaron siendo 22 gotas absorbidas por el terreno poco fértil. Hace pocos días un representante de la política económica declaraba: "No tenemos problemas de tensiones macroeconómicas en ningún ámbito que nos hagan pensar que la economía no puede crecer más", y sin embargo en 2016 terminamos creciendo un paupérrimo 1,6%, con lo cual nuestros brotes quedaron cafés y marchitos.
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¿Por qué si creemos que podemos crecer más no lo hacemos? En parte porque en su momento no se le dio prioridad a cuidar los brotes ni se incentivó a que se plantasen más semillas, lo que nos lleva a recordar la primera parte de aquel antiguo proverbio oriental: "El mejor momento para plantar un árbol es hace 20 años atrás". Ante esto hay dos posturas, algunos se quedan lamentando el tiempo perdido, otros por suerte conocen la segunda parte del proverbio: "El segundo mejor momento para plantar un árbol es ahora".
*El autor es investigador Clapes UC (@jtvalente).
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