Columna de Josefina Montenegro: “Polarización política: la ciudadanía siempre pierde”

“Debemos recomponer la confianza en las instituciones y las personas y por sobre todo la cohesión social. El Informe del Consejo Asesor para la Cohesión Social publicado en Chile en el 2020 reveló que cerca del 70% de las personas percibe que los gobiernos no consideran su opinión a la hora de diseñar sus programas y beneficios sociales”.
Distintos países viven elecciones en las que reina la polarización política o ideológica. Esta situación es más marcada cuando se enfrenta una votación con solo dos opciones, como una segunda vuelta presidencial o un plebiscito constituyente como el que nuestro país enfrentará por segunda vez el 17 de diciembre.
Son evidentes las señales de cómo se manifiesta el descontento de la ciudadanía frente a la polarización política o ideológica. Un ejemplo fue el primer proceso constituyente que vivimos el 2022, en el cual la mayoría rechazó un proyecto que se consideró cargado ideológicamente. Lamentablemente, no sé cuánto se aprendió de ese proceso.
En este segundo intento de escribir una Constitución, las encuestas señalan que la opción “En contra” sigue liderando las preferencias. Específicamente, la encuesta de octubre Feedback-UDP comparó ambos procesos y un 26,7% dice que el actual es mucho mejor que el de 2022; mientras que un 28,6% dice que es mucho peor. Al parecer, nuevamente estamos entre opciones irreconciliables, articulándose la lógica de derecha e izquierda que ha tensionado el debate.
Estoy convencida que cuando las elecciones se polarizan la que pierde es la ciudadanía y el proyecto de país, que va más allá de la persona y coalición que gobierne. Vale sólo constatar que, por estos días, hemos escuchado pocos análisis respecto del valor de una nueva Constitución y su contribución en la construcción de un Chile mejor. Por el contrario, se muestran las cuentas sobre qué actores políticos quedarán mejor posicionados, en qué pie quedará el gobierno y cuáles son los cuadros emergentes. Del contenido poco y muchas veces manipulado bajo el interés de quien lo difunde.
Misma situación enfrentaron y enfrentan otros países, basta acordarse de Brasil con la elección Bolsonaro-Lula o Estados Unidos con Trump-Biden, donde incluso las muestras de apoyo de los partidarios han desatado violencia e incluso desconfianza en los sistemas electorales.
Sin ir tan lejos, el panorama eleccionario de nuestros vecinos argentinos en segunda vuelta presidencial también tiene una carga importante de polarización. De hecho, una de las razones que explican el sorpresivo triunfo del candidato Sergio Massa en primera vuelta, es que parte importante de los argentinos ven en el otro candidato, Javier Milei, una opción muy radical y extremista.
Muestra de ello es el estudio del Observatorio de Psicología Social de la Universidad de Buenos Aires que publicó en septiembre de este año que un 52% de 5.533 encuestados aseguró votar por Sergio Massa porque Javier Milei le generaba temor.
Y los debates que pudimos observar en el país trasandino, el último el pasado miércoles protagonizado por los candidatos a vicepresidente, son un signo patente de que la discusión política se radicaliza para hacer evidentes las diferencias entre una y otra opción, lo que lleva a que sus partidarios necesariamente se vayan a los extremos. Mientras Milei proclama la idea de un Estado más pequeño y con énfasis en disminuir el gasto fiscal, Massa intenta desmarcarse del gobierno que en la actualidad representa como ministro, evitando la historia que traen consigo Cristina y Alberto Fernández.
Un fenómeno asociado a lo anterior es la desinformación y la creencia que lo que vemos o escuchamos en redes sociales o en algunos medios es la verdad, cuando muchas veces es fruto de la intoxicación en la que vivimos por la gran cantidad de estímulos e información que recibimos. Ello, sumado a la intención de descalificar o aminorar la adhesión del adversario, incluso propagando discursos de odio.
Ante este panorama debemos recomponer la confianza en las instituciones y las personas y por sobre todo la cohesión social. El Informe del Consejo Asesor para la Cohesión Social publicado en Chile en el 2020 reveló que cerca del 70% de las personas percibe que los gobiernos no consideran su opinión a la hora de diseñar sus programas y beneficios sociales. Y al parecer eso es lo que se está percibiendo nuevamente en las elecciones que marcan a Chile y Argentina.
Al respecto, el filósofo político y profesor de la Universidad de Harvard, Michael Sandel, sostiene que “hoy la polarización es tan profunda, que es una incógnita si la democracia podrá recuperarse”. Yo quiero pensar que estamos a tiempo. Pero para ello es necesario preguntarnos siempre al elegir -antes de cualquier ideología o política partidista- qué es lo mejor para el país.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.