Cómo lograr un enfoque de género en el teletrabajo

La violencia, las condiciones de espacio para el trabajo a distancia y los factores psicosociales son los principales riesgos identificados en un reciente estudio elaborado por la Mutual de Seguridad e Istas, de España.


¿Cuáles son los principales riesgos que conlleva el teletrabajo para la mujer? En un contexto donde la equidad de género se ha visto afectada en el mundo laboral por la pandemia, son varios los estudios que buscan identificar esos problemas con el fin de encontrar soluciones.

Esta semana la Mutual de Seguridad de la CChC junto al Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (Istas) de España, abordaron por cuarto año consecutivo la prevención laboral con mirada de género, identificando los riesgos asociados a la salud laboral de las mujeres trabajadoras y entregando recomendaciones y buenas prácticas para las empresas.

Según el estudio, la violencia de género en el hogar y en el trabajo; la ergonomía del teletrabajo con foco en la mujer y factores psicosociales del trabajo a distancia, fueron algunos de los desafíos más importantes que destaca el estudio.

“El teletrabajo puede ser una trampa, ya que puede originar situaciones discriminatorias. La idea de que serán posiblemente las mujeres quienes ‘voluntariamente’ opten por el teletrabajo para compatibilizar el trabajo y los cuidados está muy extendida”, es una de las premisas del estudio, dando cuenta que los riesgos de ello pueden ser que la mujer desaparezca del “centro” del trabajo. Es decir, quedar al margen de la formación y promoción laboral; verse afectada por desvalorizaciones salariales; y quedar al margen de negociaciones colectivas.

Los riesgos son aún mayores en aquellos casos de mujeres que sufren violencia de género. En ese sentido, el estudio advierte que “la violencia de género (extralaboral) sufrida por la trabajadora puede interactuar en el medio laboral con otros riesgos, potenciando y elevando el efecto dañino de otros factores, especialmente los psicosociales, como la inseguridad en el empleo, los horarios y la mayor vulnerabilidad frente a las situaciones de acoso sexual”.

Gradualidad y flexibilidad

De esta forma, entre las recomendaciones que destaca el estudio es que el teletrabajo debe implementarse necesariamente con un enfoque de género y para ello, una buena herramienta sería la conformación de un protocolo que permita la generación de diagnósticos adecuados respecto de las condiciones en que trabajan las mujeres, por un lado; así como las regulaciones horarias y las políticas generales de teletrabajo establecidas por la empresa.

Tras ello, el estudio propone el desarrollo de programas lo suficientemente flexibles para ser actualizados en el tiempo, en la medida de que surjan nuevas necesidades.

“El teletrabajo no debe ser una forma degradada de relación laboral: las personas que se acojan al mismo deben tener contrato estable, el mismo salario que la modalidad presencial, y acceder al mismo tipo de formación que las personas que realizan su trabajo de modo presencial, y condiciones de salud y seguridad adecuadas, incluyendo los aspectos ergonómicos, psicosociales y de organización del trabajo”, sostiene el informe.

El estudio da cuenta además de que las mujeres dedican un total de 17,8 horas semanales a cocinar, lavar ropa y hacer aseo; mientras los hombres 8,2 horas a estas tareas. Antes de la crisis sanitaria las cifras eran 16,4 versus 6,5 horas promedio, respectivamente.

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