Fue uno de los integrantes de la mesa técnica de Modernización Laboral, creada en octubre del año pasado por el gobierno y que tres meses después dejó en manos del Presidente Sebastián Piñera una serie de recomendaciones, muchas de las cuales fueron recogidas en el proyecto de reforma presentado este jueves. Se trata del director del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Pontificia Universidad Católica, David Bravo, quien analiza los anuncios del Ejecutivo.

¿Cómo evalúa el proyecto en general?

-Va en la dirección correcta. Una buena parte de los contenidos fueron las propuestas que hicimos en la mesa técnica. Allí enfatizamos dos elementos importantes: adaptabilidad de jornada y el tratamiento de las plataformas como Uber, Cabify y Cornershop, y de los trabajadores en plataforma. Como evaluación general, entonces, estoy muy de acuerdo, felicito que esto ocurra.

¿Y en el detalle?

-El Código del Trabajo hoy tiene un traje de tamaño único, independiente de cuán alta o voluminosa pueda ser una persona. Y a algunos ese traje les queda muy grande y a otros muy pequeño. El espíritu de la propuesta es que las partes puedan ajustarse ese traje, limitando su mal uso. Esto permite que las partes, trabajadores y empresas, puedan ir armando algo que sea de conveniencia mutua, o que en el caso del colectivo de trabajadores sirva también para resguardar que no se vean forzados a meterse en un sistema que no les conviene.

La CUT el viernes dijo que precarizaba el empleo y que tenía un mensaje engañoso, porque fuerza a los trabajadores a jornadas más largas, con poco poder de decisión frente a la voluntad del empleador...

-La precariedad de los trabajadores no aumenta, porque esta es una opción. Se trata de distribuir las mismas horas en menos días, y el trabajador puede no tomarla. Más que hablar de precarizar, debemos dejar de infantilizar a los trabajadores, hay que darles la información y que tengan la posibilidad de decidir. El trabajo es un elemento central en la vida de las personas y estoy seguro de que los trabajadores pueden aquilatar si son temas que les convienen o no. No veo riesgo de precarización cuando se trata de la voluntad de las partes.

Pero existen casos en que en la negociación uno a uno entre empleador y trabajador el poder del trabajador es acotado.

-Un empleador no puede cambiar unilateralmente los contratos vigentes y esta norma mantiene esa lógica. Insisto, no deberíamos infantilizar a los trabajadores, las personas saben que tienen derechos y es una buena oportunidad de educarlas en nuevas opciones de trabajo, y que cada uno decida en función de sus intereses. No podemos seguir en esta lógica de ponerle el traje único a todo el mundo. Hay que generar un ambiente de discusión en las empresas, haya o no sindicatos. Ahora, para cambios más relevantes, como una jornada semestral o anual, ahí evidentemente se debe negociar colectivamente, sea que haya sindicato o no.

¿Qué elementos deberían resguardarse para que esta buena idea no se transforme en un mal proyecto?

-Lo que hay que cautelar es la decisión del trabajador cuando es individual y la decisión del colectivo cuando es grupal. Se tienen que garantizar los mecanismos para que las personas puedan tomar libremente la decisión y no que el empleador pueda decir: "Quiero que llegues a las 8 am todos los días" y haga pasar eso como un acuerdo. Esas garantías y los mecanismos en que se traducen se deben discutir en el proyecto y deben quedar bien definidos.

Otra de las críticas que se han planteado es que no reconoce la existencia de una relación laboral entre los trabajadores de plataformas digitales y sus empleadores, salvo para efectos de seguridad social, como previsión o accidentes. ¿Cómo ve la forma en que se aborda esto?

-Creo que es al revés. A propósito de la obligación del SII de retener las devoluciones en caso de honorarios para efectos previsionales y de accidentes, es precisamente la forma en que los trabajadores de plataforma resguardan sus derechos: seguro contra accidentes, de invalidez y sobrevivencia, de salud, y pensiones. Esta es una forma muy conveniente para este tipo de trabajo que no es la habitual, porque no es una relación de subordinación y dependencia, con jornada fija: se pueden desconectar cuando quieren, pueden estudiar o no, usar algunas horas entre labores o actividades. Entonces, ¿por qué tratar de calzarle el mismo traje rígido del Código del Trabajo, cuando lo que se requiere es que tengan cobertura social, de accidente o muerte, pero en un marco más flexible?

¿Es necesario bajar la jornada de trabajo a 40 horas? El proyecto mantiene las 45 semanales y ese punto puede ser un factor de negociación en el debate en el Congreso.

-Vamos a ir caminando de todas maneras a una jornada más reducida en el tiempo. Las personas están valorando cada vez más su tiempo y las empresas van a tener que ir compitiendo por él e ir ofreciendo mejores condiciones. Y eso va a obligar a que la norma cambie.

¿Ve impacto en productividad y empleo con el proyecto?

-Veo mucho impacto, porque el trabajo de hoy tiene mucho que ver con este tipo de flexibilidad. La posibilidad de adaptarse a los horarios, el cómo insertamos a los jóvenes, a las personas mayores de 55 o 60 años al mercado laboral, y conciliar de mejor modo para hombres y mujeres trabajo y familia, y las nuevas formas de trabajo, como las de plataformas. Y sobre empleo, lo mismo. Esto permite que personas que no están en condiciones de trabajar porque no pueden ajustarse a una jornada regular, puedan acceder. En Chile somos muy legalistas: abrir opciones ayuda al cambio cultural que permitirá enfrentar los cambios que se están produciendo en el mundo del trabajo.