Las platas tras el agua para Maitencillo

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El costo para desarrollar las obras asciende a $37.075 millones. De ellos, Esval pondrá $20.040 millones. El municipio tiene que entregar el resto, poco más de $17 mil millones; estos últimos fondos no están.


En noviembre, Maitencillo estuvo a un paso de lograr agua potable. Ese mes, y tras años de análisis, Esval obtuvo la autorización por parte de la Superintendencia de Servicios Sanitarios (Siss) para extender su concesión hacia esa localidad. Los vecinos aplaudieron. La zona carece de servicios sanitarios, no tiene alcantarillado, y ya existe el temor de que las napas subterráneas se contaminen por las fosas sépticas; todo, en un área que ha crecido de manera exponencial, con pozos privados y camiones aljibes surtiendo a la comunidad. Ahora, el agua potable estaba cerca...sólo faltaba el financiamiento. Y así han pasado 10 meses.

El costo total para desarrollar las obras asciende a $37.075 millones en cuatro etapas, cuya demanda estimada al 2038 es de 5.649 hogares. Del dinero total, Esval se comprometió a aportar $20.040 millones, que se traduce en la planta de tratamiento, y las redes principales. El municipio tiene que entregar el resto -$17.034 millones-, para levantar las redes secundarias que permiten llevar agua potable desde la red primaria a los hogares. Y es ahí donde está la dificultad.

"El principal problema que hay en Maitencillo para ir adelante con el proyecto es que la municipalidad se tiene que conseguir los recursos. Y desgraciadamente no les ha ido bien", señala el gerente general de Esval, José Luis Murillo. Añade: "Nosotros hemos desarrollado todo el programa según lo previsto, pero la realidad es que si no se desarrollan las redes secundarias no hay posibilidad de que los usuarios se conecten". De hecho, en la sanitaria confirman tener incluso el terreno listo en una zona apta para poder desarrollar la planta. "Nosotros estamos completamente listos para ir adelante", subraya.

Desarrollo estancado

"Lo de Esval es una fantasía, porque no están las platas", enfatiza el abogado y vecino de Maitencillo, Alfredo Parra. En 2016, el movimiento No a Costa Laguna -asesorado legalmente por Parra- logró que la Contraloría emitiera una instrucción que -en líneas generales- prohibía que se desarrollaran plantas de tratamiento de aguas servidas al interior de Maitencillo. Sólo podían levantarse en área rural, ni en zona urbana ni de extensión urbana. "Fue la única manera que se logró frenar el apetito voraz de las inmobiliarias por construir", señala Parra. Así, hoy el desarrollo está estancado. "No nos interesa frenar el crecimiento, pero de la mano de obras que estén orientadas a que crezca de manera orgánica, donde existan las condiciones para ese crecimiento", subraya el abogado.

En octubre, ingresará al Consejo Regional (Core) el nuevo Plan Intercomunal que ampliaría la limitante de Contraloría, autorizando el desarrollo de plantas en zonas de extensión urbana. El Core tiene 90 días para aprobar o rechazar la iniciativa. Al parecer, el ánimo es por darle el visto bueno. Es que Esval se ve aún lejano.

De hecho, el plan de Desarrollo Comunal de Puchuncaví de 2017 planteaba el saneamiento de Maitencillo. En ese documento, el proyecto se tasaba en $45.000 millones a ser financiado por Esval, el Gore y el Fondo de Desarrollo Regional. Sus estimaciones apuntaban a que se ejecutara entre 2018 y 2022. Y aún nada.

El complejo Marbella -construido antes de la normativa de Contraloría- tiene su propia planta al interior del recinto. El 2016 la ampliaron a 2.100 m3, lo que les permite abastecer a 9.800 habitantes. El gerente general, Andrés Greve, cuenta que en verano llegan a ocupar recién 1.200 m3; pese a ello, el próximo año prevén sobredimensionarla para abarcar hasta 13.000 habitantes.

El ejecutivo lleva años escuchando el aterrizaje de Esval. "Estamos intentando ayudar en lo que podemos para que esto se agilice. Hemos hablado con Esval, las autoridades. El agua es una necesidad básica, no hay alcantarillado", relata. "Maitencillo está como hace 100 años".

El proyecto de Esval establece que la primera etapa debe estar concretada el 2022. Para ello, se requieren $19.946 millones; de éstos, $7.158 millones deben venir de las autoridades, puntualmente, del municipio vía el gobierno regional. Es la etapa más costosa, tras lo cual vienen tres más que concluyen el 2025 con un costo total no superior a los $6.600 millones cada una.

El consejero Manuel Millones explica que las obras para la primera etapa deben tener un cofinanciamiento. "Maitencillo tiene condicionado su desarrollo a que Esval construya la planta de tratamiento y las redes de alcantarillado, pero para ello exige que se efectúe una inversión que tiene un costo muy elevado para ser financiada por el Consejo Regional, y por eso lo que pedimos es que la Subdere haga el cofinanciamiento del 50%". Esta última -dice- no ha dicho aún cuánto va a aportar. "Hay que hacer la inversión, pero si la Subdere no aporta el 50%, no habrá apoyo del Core para este proyecto", enfatiza.

Si bien, oficialmente desde el Gobierno Regional dicen que no pueden referirse al tema, porque la carpeta de inversiones está aún en estudio, fuentes al tanto precisan que el proyecto de financiamiento ya está aprobado técnicamente, pero el Intendente aún no lo ha bajado al Consejo Regional (Core) a la espera de tener los votos.

Es que existen diferencias al interior del Core en línea con voces que estiman que existen otras prioridades que van más allá de destinar recursos para darle agua potable a una localidad mayoritariamente de segunda vivienda.

A cuatro meses de que la población se triplique por el verano, los vecinos de Maitencillo, al parecer, deberán seguir esperando. "Si no se consiguen los fondos este año, cosa que probablemente no va a ocurrir, habrá sin duda un atraso", concluye el gerente general de Esval.P

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