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Pandemia y economía

Ahora viene el invierno en el sur y la pandemia ganará tracción. En el norte solo los países que hicieron abundante testeo y rápido distanciamiento social, notablemente Alemania e Israel, lograron “aplanar la curva” más a tiempo y realizar una cuarentena estratégica.

FILE PHOTO: Jonathan Peterschmitt poses at his window during his home quarantine during the outbreak of the coronavirus disease (COVID-19) in Bernwiller, near Mulhouse, France March 12, 2020. Picture taken March 12, 2020. REUTERS/Denis Balibouse/File Photo Denis Balibouse

La crisis económica actual deriva de la pandemia; al estar esta lejos de ser abatida, la respuesta económica debe considerar entonces el escenario sanitario. En ese sentido, es preciso notar que el virus se expandió mas tardíamente al Hemisferio Sur. Desde Nueva Zelandia a Chile, pasando por Australia y Sudáfrica, entre otros, las cifras de contagiados y fallecidos son moderadas y más recientes, al comparárselas con las del norte.

Ahora viene el invierno en el sur y la pandemia ganará tracción. En el norte solo los países que hicieron abundante testeo y rápido distanciamiento social, notablemente Alemania e Israel, lograron “aplanar la curva” más a tiempo y realizar una cuarentena estratégica. Los rezagados, como Italia, España, Gran Bretaña y Estados Unidos, entre otros, tuvieron que recurrir al general “quédese en casa” y hoy están en el dilema de reabrir o no, con escasos datos y riesgo de rebote. En el sur, solo Australia y Nueva Zelandia han testeado con intensidad (medido per cápita) y aplanado el contagio. Chile está en una situación intermedia -con pruebas más numerosas que otros, pero muy inferiores a las de los oceánicos-, mientras contagiados y fallecidos siguen creciendo velozmente.

¿Cuál debe ser entonces la estrategia de mitigación económica? Cuatro consideraciones. La primera, es posible que la tardanza en el testeo lleve a la necesidad de cuarentenas más agresivas en los meses por venir. Ello, porque la consiguiente baja detección de contagiados asintomáticos debe haber permitido que la propagación del virus continúe. Fue lo que ocurrió en los mencionados casos septentrionales. Por tanto, los paliativos económicos pueden requerir ser intensificados en el futuro.

La segunda es que el alivio a las familias debe ser rápido. Además de la razón humanitaria y la justicia de reparar los ingresos de quienes se les impide obtenerlos al decretarse cuarentenas, es necesario hacerlo, tanto desde el punto de vista sanitario como económico. Sanitario, pues hogares desesperados sin alimento y servicios básicos desafiarán cualquier medida de inmovilidad. Económico, porque familias con escasos ingresos contraerán al máximo sus gastos dañando adicionalmente a la debilitada economía que aún funcione.

La tercera es que las empresas, sobre todo las de menor tamaño con menores reservas, se verán también muy afectadas al disminuir notoriamente sus flujos de caja. Lo peor que podríamos hacer es abandonarlas a su suerte, pues cuando la pandemia termine, su compromisos financieros les impedirían reactivar plenamente la producción y quedaríamos detenidos en una recesión prolongada. ¿Caben acá las grandes empresas? Tres criterios. Que tengan un compromiso financiero demostrable. Que entreguen colateral accionario, y que sean claves en la cadena de la oferta, esto es produzcan insumos necesarios para otras actividades.

La última consideración es que debemos prepararnos para que el alivio -ya iniciado en estas líneas- sea mantenido cuanto sea necesario. Lamentablemente, las cartas sanitarias están ya bastante jugadas y es posible, como señalamos, una intensificación de la pandemia durante el invierno. Y, peor aún, esta golpearía con particular fuerza a las familias más vulnerables.

Posiblemente ahora valoremos más que nunca el haber ahorrado en las “vacas gordas”. Hoy el Estado puede endeudarse internamente a plazos extendidos y a tasas de interés reales cercanas a cero; en el exterior nuestros títulos soberanos gozan de buena salud y podemos hoy recoger fondos a tasas de entre 2 y 3% en dólares, para plazos de 10 años. Ahora es cuando debemos usar, sin vacilación, esa posibilidad que se ha convertido en una real ventaja. Saliendo de la emergencia, empero, debemos tener un profundo debate sobre cómo expandir los ingresos fiscales y revertir los déficits, más aún cuando la crisis social y las carencias que volverá a mostrar esta pandemia han puesto de manifiesto la precariedad de nuestro sistema público.

-El autor es exministro de Hacienda.

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