Ranco S.A.

Lago Ranco, en la Región de los Ríos.

Empresarios, banqueros, altos ejecutivos y abogados han ido poblando los 123 kilómetros de ribera que circundan este hermoso lago, convirtiéndose en el más exclusivo balneario de la Región de los Ríos, donde hace casi dos semanas tuvo lugar el trágico fallecimiento del expresidente Sebastián Piñera.


El Ranco es el tercer lago más grande de Chile después del Llanquihue y el General Carrera. Cuenta con una superficie de 442 kilómetros cuadrados y su circunvalación suma 123 kilómetros, hoy todos pavimentados y casi sin ningún hoyo. Es alimentado principalmente por el río afluente Calcurrupe en su zona oriente y vierte sus aguas en el río Bueno por el poniente.

En su interior, se reparten 23 islas e islotes, gran parte de ellas, privadas. La más grande, Huapi (que significa isla en mapudungún, por tanto, su nombre en español sería simplemente “Isla”), tiene 856 hectáreas y es habitada sólo por una comunidad mapuche-huilliche, en el único asentamiento puramente indígena de la Región de los Ríos.

La belleza escénica del Ranco lo ha transformado en las últimas tres décadas en uno de los sitios más atractivos y costosos del sur del país, congregando a múltiples actores del mundo empresarial chileno, que incluye a varias de las principales fortunas, altos ejecutivos, banqueros y abogados que han construido sus refugios veraniegos en la ribera lacustre.

Fue en las aguas de este lago donde falleció trágicamente el pasado martes 6 de febrero uno de sus más ilustres vecinos, el expresidente Sebastián Piñera, quien tenía su residencia de descanso en la ribera norte del lago, en el sector La Puntilla de Bahía Coique, pero cuyo mortal accidente ocurrió en la orilla sur, en la zona de Ilihue.

Lugareños dicen que Coique es de las playas más bellas del lago y Piñera llegó a ese lugar a mediados de los 90, cuando adquirió el complejo turístico que se construyó allí al grupo CB, de Manuel Cruzat, a quien consideraba su mentor en los negocios y que atravesaba por dificultades financieras.

Fue el desarrollo de Coique una de las fuerzas motoras del auge que vino después.

“El complejo turístico de Bahía Coique fue impulsando la inversión en la zona, fue precursor de lo que de ahí se fue formando. A fines de los años ‘90, por el año 97, comenzó este auge”, recuerda el alcalde de Futrono, Claudio Lavado.

El lago Ranco está dividido a la mitad por dos comunas: Futrono, en el norte, y Lago Ranco, en el sur, y los pueblos que dan nombre a sus comunas quedan casi exactamente al frente uno del otro, como mirándose las caras, a 64 kilómetros de distancia.

Las islas de Edwards y Grob

La mayor parte de los terrenos en torno al lago le pertenecían a comunidades mapuches o alemanas, que criaban vacunos para lecherías. Las familias alemanas llegaron a tener a mediados del siglo pasado unas 30 mil hectáreas en torno al lago, según contó hace unos años Augusto Grob Fuchs, expresidente y uno de los principales socios de la mayor empresa láctea del país, Colun, cuya familia ha estado entre las más conocidas de la zona y ha enfrentado peleas históricas por tierras con grupos indígenas.

Con el tiempo, sus dueños originales se fueron desprendiendo de las tierras.

Pero aunque el boom partió hace sólo 25 o 30 años, hubo adelantados. Uno de ellos fue el fallecido dueño de la empresa periodística El Mercurio, Agustín Edwards. Su familia, a través de Agrícola Santa Isabel, cuenta allí con un fundo donde se engorda ganado, pero que desde 1998 desarrolla caballos de raza chilena en su Criadero Santa Isabel. Es un predio que originalmente tenía 5.400 hectáreas, pero del cual en 2021 se vendieron alrededor de mil. Sin embargo, la familia Edwards no sólo cuenta con este campo, sino también con una isla privada en la parte nororiente del lago llamada Illeifa, la tercera más grande, que habría sido tasada en más de US$17 millones, pero que no estaba a la venta, según un artículo de DF de 2021.

La familia Grob Fuchs también posee una isla en el lago. Se trata de Colcuma, la segunda mayor detrás de Huapi, que tiene cerca de 100 hectáreas y está ubicada al surponiente del Ranco.

Ambas islas cuentan con frondosos bosques, un embarcadero propio y casas de descanso para sus propietarios.

Lago ranco
La belleza del Ranco lo ha transformado en las últimas tres décadas en uno de los sitios más atractivos y costosos del sur de Chile

Hay otras islas privadas, pero no habitadas, e islotes que pertenecen al Estado a través del Ministerio de Bienes Nacionales.

Sectores y precios

Una división simple del Ranco es en norte y sur. Pero para quienes son asiduos, es posible definir sectores, que son casi como grandes barrios.

Si se va de norte a sur partiendo por el pueblo de Futrono, hacia el oriente está la zona de Futrono. Yendo por la ribera oriental hacia el sur están Llifén, Calcurrupe, la Península de Illahuapi, Epulafquén, Ranquil y Riñilahue. En la orilla sur y al este del pueblo de Lago Ranco se encuentra el parque Futangue, una reserva de 13.500 hectáreas de bosque nativo perteneciente al exdueño de la Papelera Pisa y exministro de Deportes, Gabriel Ruiz-Tagle. De allí al poniente viene el sector de Ilihue, hasta el pueblo de Lago Ranco y, luego, por la ribera oeste hacia el norte, se enfila hacia Ignao, Quillaico, Quillín, Puerto Nuevo, San Pedro, Puerto Squella y la ya nombrada Bahía Coique, en el extremo norponiente.

Muchos terrenos que bordean la orilla del lago y que ya tienen casa de veraneo son parcelas semirrurales de 5 mil metros cuadrados, aunque hay predios mayores con una, dos o más hectáreas, cuyo avalúo fiscal puede partir en $100 millones y llegar hasta $1.400 millones, dependiendo de su extensión y las construcciones que posea, según el listado de Rol de Avalúos y Contribuciones de Bienes Raíces No Agrícolas 2022 de la Municipalidad de Lago Ranco al cual accedió Pulso.

El valor comercial, eso sí, puede ser varias veces ese avalúo fiscal.

La corredora Property Partners ofrece un predio sin casa de 14,5 hectáreas con 600 metros de borde de lago y bosques de arrayanes en Futrono, en 145 mil UF, es decir, US$5,6 millones; u otro terreno irregular de 13 hectáreas, en la península de Illahuapi (al suroriente del lago), en 67.500 UF (US$2,6 millones). Por su parte, una parcela de dos hectáreas con casa y acceso al lago en la zona de Imahue, cercana a Coique, es vendida en 56.600 UF (US$2,2 millones).

En tanto, Sotheby’s ofrece una parcela en condominio de 5 mil m2 con una casa de 700 m2, sin acceso directo al lago, en 39.800 UF (US$1,5 millones); o un predio de 7 mil m2 con vivienda y borde de lago en Pitreño, vecino al sureño Ilihue, en 20.200 UF (US$770 mil); y en 13.800 UF (US$528 mil) una parcela de 5 mil m2 con casa en el sector de Calcurrupe, al suroriente.

Hay también a la venta loteos de parcelas de media hectárea en Futrono, que parten en las 17 mil UF (US$660 mil) y en Lago Ranco, desde las 11 mil UF (US$500 mil).

Los vecinos del lugar

Como una especie de sociedad anónima, el lago se ha ido transformando en una creciente comunidad de hombres y mujeres de negocios que han comprado su participación en el core business del lago, que es su kilométrica ribera.

A partir de información extraída del Servicio de Impuestos Internos, es posible determinar a quién pertenece o a nombre de quién están las propiedades de cada sitio.

En Bahía Coique, por ejemplo, los vecinos inmediatos del fallecido expresidente son el expresidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Ricardo Ariztía, y el dueño de lácteos Quillayes, Eugenio Tagle. Un poco más allá tiene su casa Manuel Ariztía, controlador de la avícola que lleva su apellido. Y un poco más al norte está el fundo Pichilumaco, de la familia de Jorge Fernández, quien fuera principal accionista de la Pesquera Camanchaca y que falleció el año pasado.

Hacia el poniente de Coique tienen sus residencias la empresaria alimenticia y exgerenta de Iansa, Verónica González, y el socio de la salmonera Multiexport, Alberto del Pedregal. En la zona de Futrono también se encuentran el presidente de Consorcio, Patricio Parodi; el socio de Moneda Asset Management, Fernando Tisné; el dueño de la Viña Casa Silva, Mario Pablo Silva; el abogado de Cariola y presidente de Soprole, Gerardo Varela; el presidente de la Viña Montes, Aurelio Montes; la exministra y directora de empresas, Carolina Schmidt; el socio de la frutícola Geofrut, Cristián Echeverría; el socio de Kinza Capital, Andrés Fuentes; y el empresario inmobiliario Roberto Hagemann, dueño del 30% de Cochamó. Como curiosidad, entre estos vecinos tan ligados a los negocios, se encuentra el documentalista Juan Carlos Altamirano, hijo del exsecretario general del Partido Socialista, Carlos Altamirano. Y en este sector también está uno de los históricos socios de Piñera en su banco de inversión CMB: Ricardo Bachelet.

Más hacia el suroriente, en la zona que conforman Calcurrupe, Epulafquén y Riñinahue, se agrupa la familia Marín, excontroladora de la mayor empresa distribuidora eléctrica del país, CGE, pues allí tienen sus residencias Elena, Francisco y José Antonio Marín. Cercano a ellos está el exgerente general de la transmisora Transelec y hoy presidente de la Clínica Alemana, Andrés Kuhlman.

En ese sector tienen además su refugio el banquero del Security Cristóbal Concha y el gerente general de Rodenstock, Fernando Téllez.

Aunque la zona sur del lago se pobló de empresarios más tarde que el norte, hoy el grupo de hombres y mujeres de negocios en Ilihue es tanto o más concurrida que la de allá.

En este sector tiene su casa José Cox, el amigo y socio en CMB que el exmandatario visitó antes de caer en su helicóptero. Vecinos de Cox son dos accionistas relevantes del grupo Falabella, Juan Pablo y Carolina del Río. Y en las cercanías están Max Vial, socio de la administradora de fondos de inversión Toesca; José Ramón Gutiérrez, socio de Multiexport; Andrés Vicuña, presidente de la embotelladora Coca-Cola Embonor; Raimundo Valenzuela, socio de Primus y RR Wine; la heredera de Agrosuper, María José Vial; Andrés Echeverría, socio de la administradora de fondos de inversión Frontal Trust; el exsocio del banco de inversión BTG, José Antonio Labbé; Magdalena Alessandri, socia de la firma inmobiliaria Inversiones Las Malvas; el director de empresas Antonio Tocornal; Pelayo Larraín, socio de la constructora DLP; Alfonso Eyzaguirre, expresidente de JP Morgan Chile; y el vicepresidente de Arauco, Gonzalo Zegers.

Menos cercanos al mundo financiero son sus vecinos de Ilihue, los agricultores Juan Carlos y José Edwards; los abogados Ricardo Edwards, Raúl Varela y Ricardo Peña, el criador de caballos fina sangre Sebastián Santa Cruz, y el exdiputado y hoy gerente de Lilac Solutions, Felipe de Mussy. Y fuera del mundo de las empresas hay vecinos como la socióloga Teresa Valdés, el pintor Juan Subercaseaux y la fundadora de CV Diseño, Carolina Varela.

Finalmente, en la zona de Quillín-Quillaico, al oeste del lago, se agrupan nombres conocidos como los de los exministros de Economía Ingrid Antonijevic y Jorge Rodríguez; junto al director de Latam Airlines, Juan José Cueto; el vicepresidente ejecutivo de Arauco, Matías Domeyko; el gerente general de Banmédica, Fernando Matthews; el socio de la pesquera Blumar, Gonzalo Sarquis; el socio de la gestora de inversiones Picton, Matías Eguiguren; el director de empresas Eugenio Besa, y el histórico exgerente general de Cristalerías Chile, Cirilo Elton. Pero quizás el más célebre, por el escándalo ocurrido en 2019 con unas turistas que paseaban por la playa a orilla del lago, es el presidente de Gasco, Matías Pérez Cruz.

Esta isla está protegida por la Ley Indígena, se compone de 350 familias mapuche-huilliche

“La isla Huapi no se vende”

La presión inmobiliaria lógicamente ha golpeado también las puertas de la mayor isla del lago, Huapi, situada casi en el centro del Ranco.

Los 900 habitantes del lugar, repartidos en 350 familias de la comunidad mapuche-huilliche Isla Huapi, saben que están parados sobre una mina de oro si quisieran vender. Pero no están dispuestos a hacerlo: “La isla no se vende ni se va a vender”, dice Teresa Alca, integrante de la comunidad y empresaria turística, que trae y lleva visitantes de Futrono a Huapi para que conozcan su vida y costumbres. “Somos la única reducción indígena de la región y la isla está protegida por la Ley Indígena”, explica.

Además, cuenta que desde la pandemia ha sucedido un fenómeno que hace aún más improbable desprenderse de este territorio o “lof”. La isla se ha ido repoblando con habitantes que habían partido y que han vuelto con la intención de desarrollar su cultura ancestral en ella.

La isla cuenta con luz eléctrica por paneles solares desde hace siete años, pero aún no tiene red de agua potable, una necesidad por años demandada. “Y no dejaremos que se instale ninguna antena de telefonía celular, porque nosotros tenemos cobertura con la antena de Futrono -yo le estoy hablando desde la isla, me dice-. Las telefónicas no quieren instalar antenas para mejorar nuestra señal, sino para mejorar la cobertura de las casitas Copeva que están al frente”, señala riendo.

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