Son tiempos raros para la minería

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Por un lado enfrentamos Quintero y la cristalización del concepto "zona de sacrificio", que arrastra a la fundición Ventanas como un actor eminente del lugar (aunque no de esta crisis específica), y las discusiones en torno a la ley de glaciares, que ponen a la minería en una luz de sospecha y desconfianza, si no derechamente de rechazo.

Por otro lado experimentamos la revolución tecnológica global, que sitúa a la industria minera como una actividad indispensable y de futuro, por sus dos frentes: aguas abajo, por sus productos, porque la tecnología que soñamos necesita cobre, oro, litio, molibdeno, cobalto.

Y aguas arriba, porque esas mismas tecnologías que requieren estos metales y minerales están penetrando en la actividad productiva en forma acelerada. Chile es, sobre todo visto desde afuera como una larga y angosta cinta de cobre, una potencia mundial en una actividad indispensable para el progreso global, y por otro lado, es a nivel nacional, el sector indicado para meter a Chile en las grandes ligas tecnológicas, por su aplicación potencial al casi 30% de la producción de cobre mundial.

Y como si esto fuera poco, Chile dispone de los lugares de mayor radiación solar del mundo en el desierto de Atacama, vecino al parque productivo más grande de cobre y de litio del mundo. Cuando hablamos entonces de movilidad eléctrica, de energías renovables, de desalinización de agua de mar a gran escala, de producción de hidrógeno como el combustible del futuro y la solución final para la "intermitencia" de las ERNC, nadie puede omitir del radar a Chile. Y cuando hablamos de Chile subiendo en la escala tecnológica, desde meros usuarios hacia la adaptación y la creación tecnologías, no podemos sino planearlo desde la minería.

¿Dónde está, entonces, el ámbito obvio de apuesta de nuestro país en minería? Es evidente que en hacerla competitiva, incentivando el desarrollo e innovación tecnológicos, y el conocimiento para sustentarlos. Pero también, y como desafío estratégico, la apuesta está en los desafíos tecnológicos y de innovación que permitan a la minería atender los requerimientos de sustentabilidad.

Chile, los mineros y sus autoridades estamos frente a un grave riesgo de legitimidad de lo que hemos avanzado para convertirnos en líderes mundiales en esta industria, sobre todo si escondemos la cabeza y pretendemos ignorar la situación compleja en que nos encontramos. Pero también estamos frente a una tremenda oportunidad de mirar de frente el desafío, tomar el toro por las astas, y generar una revolución verde y tecnológica que nos saque de una vez por todas del espacio de mera tolerancia -si no rechazo- por nuestra actividad. Este dilema entonces ya no es solo un problema minero, sino un desafío estratégico para Chile entero.

El Presidente Piñera, en la cena anual de Sonami, articuló esta visión. Corfo, por su parte, licitará el Centro de Transición Energética y Minería del Futuro. Y el Ministerio de Minería está impulsando varias iniciativas para materializarla, especialmente la discusión estratégica y participativa de Minería 2050. Pareciera que los astros se alinean. Tomemos conciencia de esto y no perdamos el rumbo... y enfrentemos las preguntas duras articulando las respuestas necesarias.

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