Una épica para el Chile pospandemia
Si nos dedicamos a buscar los puntos en común, a poco andar, descubriremos que lo que une a gran parte de los chilenos resultará mucho más que lo que nos separa y la motivación para avanzar por nuestro querido Chile -con una historia a cuestas y un camino futuro en común- será mucho mayor.
A inicios de la década pasada, la crisis asiática golpeó con fuerza al país. La actividad económica llegó a caer 4,8% en 1999, con una tasa de desocupación del 11,9%.
Sin embargo, una vez superado lo más álgido de esa crisis, surgió en 2002 la “Agenda Pro Crecimiento”, impulsada por el gobierno del entonces Presidente Ricardo Lagos, por su ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, y por Juan Claro, como presidente de Sofofa.
Esta agenda, que incluía ejes temáticos como el mercado de capitales, la eficiencia del gasto público y el mundo laboral, entre otros, tenía una idea potente detrás: concordar un conjunto de prioridades entre el gobierno y el sector privado. Es decir, ser una base mínima consensuada de objetivos con miras a la reactivación económica del país tras una de las peores crisis económicas de la historia.
Hoy, casi dos décadas después, los temas y las prioridades son muy distintos y, por cierto, un actor fundamental de cualquier acuerdo es la ciudadanía, representada no solo a través de parlamentarios, sino también a través de la sociedad civil.
No obstante, una vez superada la pandemia del coronavirus, tendremos un reto similar al de 2002.
El Banco Mundial prevé una caída del 4,3% de la actividad económica del país este año, las proyecciones de desempleo superan los dos dígitos de aquí a fines de 2020. Tenemos niveles de endeudamiento que vienen creciendo constantemente desde 2007, cuando teníamos una deuda pública del 3,88% del PIB; el año pasado llegamos a una deuda del 28% del PIB y se proyecta que prontamente llegaremos al 50% del PIB.
En otras palabras, cuando logremos superar la emergencia tendremos una tarea parecida: consensuar un conjunto de valores sociales mínimos que nos permitan superar el trauma que significa la pérdida de miles de vidas y el preocupante aumento de la pobreza, así como retomar el camino hacia el desarrollo social y económico.
Necesitaremos elaborar una épica de la recuperación con una lógica no sólo económica, sino también social. Una épica entendida como un conjunto de acciones “extraordinarias” (gloriosas, dice la RAE) que nos encaminen a este objetivo común. ¿Es posible?
La escasa legitimidad y capacidad de convocatoria que tienen nuestros gobernantes, legisladores y líderes, sumado a un Chile polarizado a partir de la crisis de octubre de 2019, complejizan el desafío. Pero en estos días hemos visto algunas experiencias que nos dan algunas esperanzas.
Le ocurrió al escritor y columnista Cristián Warnken, quien tras las funas por supuestamente haberse “derechizado” por la entrevista realizada al ministro de Salud, Jaime Mañalich, y que mostraba su lado “más humano”, recibió el apoyo público transversal, a través de una carta firmada por casi 200 personalidades políticas, entre ellos, Mariana Aylwin, Sergio Bitar, diputado Pepe Auth y los senadores Ricardo Lagos Weber y José Miguel Insulza, quienes sostuvieron que la funa “es algo que los demócratas no debemos tolerar”.
Esta semana conocimos también el acuerdo entre 16 economistas de muy distintas tendencias y pensamientos políticos, que elaboraron en conjunto la “Propuesta para la protección y la reactivación”, que plantea un fondo Covid por US$ 12 mil millones.
Casos como estos demuestran que podemos tener diferencias, pero que hay temas que nos unen más allá de todo credo. Y es allí donde debemos enfocar nuestros esfuerzos: encontrar ámbitos esenciales donde hay una necesidad vital de avanzar.
¿Cuáles de estos serán los temas prioritarios con una billetera fiscal ajustada? También es parte del debate que viene. No obstante, los esfuerzos debieran concentrarse como una tarea urgente en el combate a la pobreza y las desigualdades que se han visto acentuadas durante la pandemia y en cómo equilibrar esto con un potente desarrollo económico necesario para lograr estos objetivos y recomponer nuestras arcas fiscales.
Todo esto se debería realizar dando cabida a los nuevos liderazgos que ya estamos viendo por estos días, como el de Javiera Parada o el de Jaime Bellolio, junto a muchos otros nuevos líderes que surgirán, tanto en la política, por la aprobación de la ley que limita la reelección de autoridades, como en la sociedad civil y en las empresas.
Si nos concentramos en las diferencias que tenemos, puede resultar muy difícil acordar una épica para seguir adelante. Pero si nos dedicamos a buscar los puntos en común, a poco andar, descubriremos que lo que une a gran parte de los chilenos resultará mucho más que lo que nos separa y la motivación para avanzar por nuestro querido Chile -con una historia a cuestas y un camino futuro en común- será mucho mayor.
-El autor es gerente general de Grupo Prisma
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