La amenaza robot para el mercado laboral de países desarrollados es un factor que consideran cada vez más los analistas. Pascual Restrepo, investigador del Massachusetts Institute of Technology (MIT) ahondó en entrevista con PULSO respecto a nuevos desafíos que representa el avance tecnológico para el empleo, materia en la que se ha especializado, indagando en la capacidad de adaptación para que coincidan las exigencias del mercado del trabajo con las habilidades que se requieren en la actualidad

Basado en las conclusiones del paper “La carrera entre la máquina y el hombre: implicancias de la tecnología para la participación de los factores de crecimiento y el empleo”, que escribió junto al siempre candidato al Premio Nobel Daron Acemoglu, asegura que “actualmente, la tecnología está debilitando al mercado laboral”.

¿Pero es realmente una amenaza para el empleo?

-Las tecnologías siempre han tenido un componente de reemplazo del trabajo, ya sea por capital o por máquinas. No es un fenómeno nuevo. En la Revolución Industrial reemplazaron a varios trabajadores en Inglaterra. En los ‘70, sucedió algo similar en la industria automotriz y en los ‘80 y ‘90, la irrupción de los computadores y software en oficinas, reemplazó el trabajo de secretarios y contadores.

El miedo y la ansiedad de hoy es que la tecnología está haciendo cada vez más trabajos que la gente pensaba que podían ser únicamente del dominio de los humanos más calificados. Siempre supimos que los computadores iban a reemplazar algunos trabajos de rutina. Pero había seguridad de que algunos serían del dominio humano, como el de los doctores o abogados. Pero, la inteligencia artificial (IA), por ejemplo, es muy buena reconociendo patrones, pudiendo incluso diagnosticar el cáncer de manera más eficiente que los mejores radiólogos. Esos trabajadores calificados también están expuestos a riesgos de ser automatizados.

Entonces, ¿el impacto de las tecnologías en el mercado laboral es real?

-Durante 150 años los salarios aumentaban con el avance tecnológico. Pero en las últimas tres décadas ha caído la participación del trabajo en el PIB. Es decir, los trabajadores ganan un menor porcentaje del producto, mientras que aumenta el que compensa capital por las nuevas tecnologías. Desde el 2000, hemos tenido un mercado laboral más débil en los países desarrollados. Hay muchos factores globales que están detrás de eso, no solo las tecnologías, pero al mirar los datos, hoy tiene validez la tesis de que, efectivamente, la tecnología está afectando mucho al mercado laboral.

¿Cuáles son las claves de una adaptación?

-En la Revolución Industrial inicialmente se vio que la productividad aumentó bastante, pero los salarios se mantenían constantes, similar a lo que hoy ocurre en el mundo desarrollado. Después de 50 años, los salarios comenzaron a crecer gracias a que los trabajadores aprendieron los nuevos métodos de producción. Ese proceso de aprendizaje es una de las claves que muestra que los humanos son muy flexibles. Esa es la primera parte de la adaptación.

La segunda tiene que ver con la educación formal. Sabemos que las tecnologías están reemplazando el trabajo más rutinario, pero todavía no han logrado hacerlo en los trabajos más cognitivos o que requieren habilidades para resolver problemas de liderazgo o de manejo de equipos y personas. Todas esas habilidades las puede empezar a favorecer el sistema educativo, para permitirle a los trabajadores desplazarse hacia otros sectores.

¿Las autoridades políticas son conscientes de los cambios que se requieren?

-La tecnología está avanzando a tal escala que el modelo de simplemente ir a la universidad no va a ser suficiente. Los trabajadores tendrán que reinventarse en varios momentos de su vida, especialmente para los periodos en que se quedan sin trabajo. Se requiere una aproximación mucho más flexible, no se trata de simplemente mejorar las universidades. No creo que en las autoridades exista mucha conciencia respecto a la velocidad con que estos cambios están afectando a las personas, en especial a ciertos grupos demográficos. Por ejemplo, en EEUU los jóvenes han tenido resultados nefastos en el mercado laboral durante el último año. Además, no se ha hecho mucho en términos de políticas públicas para ayudarlos.

¿Cómo ve esta situación en América Latina?

-Para los países en vías de desarrollo esto representa un reto gigante. Muchas de las naciones desarrolladas lograron su nivel gracias a que tenían manufacturas altamente competitivas, lo que les permitió emplear a una gran proporción de su población y generar trabajos muy decentes para su clase media, permitiéndoles mucha movilidad social y un montón de beneficios.

Como ahora las manufacturas las hacen, en su mayoría, las máquinas, todos esos trabajos que consideramos tan importantes para el desarrollo, desaparecerán o serán más escasos.