Ricardo Aravena: "Es necesario calibrar bien cuál fue la omisión, porque eso nos dirá si se requiere un nuevo censo"

Dos informes, dos grupos de expertos, uno local y el otro internacional y un sólo objetivo: determinar qué se puede hacer con los datos cel Censo 2012 y qué tan fiables son para el desarrollo de las políticas públicas. Un debate complejo que el académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) y Magister en Estadística, Ricardo Aravena analiza desde un punto de vista técnico, según el cual ambos estudios dan validez a los datos, aunque arriben a recomendaciones diferentes.
Tomando un poco de distancia entre los dos informes, ¿cómo evalúa este debate en el que se ha visto involucrado el INE?
-Cuando salió la comisión internacional y se comparaba con el informe local, en los aspectos centrales no había mucha diferencia. Es decir, no hubo un vuelco, porque ambas comisiones hicieron notar que la imputación de vivienda era algo que no se hacía. Segundo, que el método de imputación de viviendas vacías no logradas, era discutible, y ambas lo dijeron, y la diferencia básica estuvo en que la instancia local dijo que las bases de datos había que revisarlas en su integridad y que repitiéramos el Censo porque aparentemente en los cruces de información, falta mucha gente por censar. En cambio la internacional, nos bajó los humos, y nos dijo: su Censo es tanto o más bueno como otros que se han hecho últimamente.
¿Eso pone en duda lo que se creía era la calidad de las estadísticas chilenas, por ejemplo, respecto de las estadísticas vitales?
-Creíamos que teníamos muy buenas estadísticas de todo nivel y la comisión internacional nos mostró, muy posiblemente que los datos de natalidad o muerte son regulares, no son los mejores de Latinoamérica, y son tan buenos como los de, por ejemplo, Argentina. Y nos dice: es lo que hay, úsenlos.
Entonces, ¿las estadísticas chilenas son deficientes?
-Yo creo que el informe internacional desnuda una fortaleza que creíamos tener. Ya antes se percibió esto cuando el Servicio Electoral tuvo en el registro de votantes a personas fallecidas. Supimos en ese minuto que desde 1984 en adelante los datos son totalmente fiables, pero de ahí para atrás no tanto.
¿Qué riesgos tiene ese cuestionamiento para las políticas públicas?
-Uno de los problemas es que definimos muchas políticas públicas a partir de los datos censales; lo que es distribución de plata para la nación, salud, construcción de caminos, proyectos de trabajo, pensiones, todo funciona a través de las comunas y cada una va a pujar por su participación en la torta, proporcional a la cantidad de población. Y si ese dato no se puede tener, va a quedar siempre en la duda porque claramente no se entrevistó a todos, y no se puede saber más o menos el volumen que faltó.
¿Y no sería recomendable hacer un censo abreviado para llenar esos vacíos, como dice la instancia nacional?
-Lo ideal es recoger las conclusiones de los dos informes, que son coincidentes en la recomendación final que es: usen los datos que tienen, analicemos si podemos completarlo en el corto plazo, porque cada día que pasa es más difícil hacerlo, la gente se cambia de barrio y empiezan los mitos acerca de si se fue censado o no. La primera comisión sugirió una enumeración rápida, establecer dónde están las viviendas y cuánta gente hay y no así las características, los datos de fecundidad, tipo de vivienda, etc. Entonces, el dato de cuántos somos va a tener que esperar, y la conciliación censal no se ve auspiciosa. La otra opción es diseñar un censo completo nuevamente en 4 ó 5 años más. Eso requiere plata, investigación y asesoría.
¿Cuál es el mejor camino para enfrentar esto entonces?
-Es necesario calibrar bien cuál fue la omisión porque eso nos dirá realmente si se requiere un nuevo censo, porque si la omisión es un 10%, el porcentaje de población que falta es crucial, no sabemos si faltan los ancianos, los pobres, el estrato o tipología o el tipo de vivienda que no fue censado.
¿Fue un mal censo el de 2012?
-Se hizo lo que correspondía, relativamente bien, pero sí faltó capacitación, estrategia para capturar a los que no querían responder, faltaron los pilotos para evaluar los problemas que había, capacitación en los censistas. Entonces bajo ese criterio, con lo que pasó, se desnudaron muchas falencias y la recomendación final es que si queremos hacer censo de nuevo, bueno, hagámoslo bien y eso les va a tomar 4 años como mínimo. Por ejemplo, no tenemos buena cartografía y hace 10 años que Europa usa cartografía digital: nosotros estamos recién iniciando esa área. Hacer un piloto un año antes, porque los problemas no se solucionan en un período corto, tenemos un grave problema para capturar a los extranjeros y no se hizo ninguna estrategia en particular para eso. En los últimos 10 años ha cambiado dramáticamente ese aspecto.
¿Qué es lo ideal: un censo de hecho o uno de derecho?
-Yo creo que esa no es la discusión: de hecho, la recomendación de los extranjeros es decidir primero qué censo hacer, de jure o de facto. Ambos tienen ventajas y desventajas; el de hecho era casi un feriado nacional que permitía amplia cobertura, pero con la dificultad de no necesariamente tener datos de calidad, porque era muy difícil que se hiciera la misma pregunta. En cambio el censo de derecho pregunta con gente bien capacitada no se puede hacer en un día. Uno de este tipo se demora 15 días y creo que no hay ninguno que supere el mes y ahí fue una cosa media extraña que estuvieran censando 3 meses.
¿Cuál es el mayor problema del Censo 2012?
-Uno de los problemas más grandes de este censo es que difícilmente vamos a saber si está bien hecho o no.
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