Santander: compra del Banco Popular dispara temores de despidos y demandas

Banco Santander sale aparentemente reforzado por la compra del Banco Popular de España –que avanzaba hacia la quiebra–, pero la operación hace temer despidos masivos y una posible avalancha de demandas de accionistas arruinados del Popular.
Con el pago de un euro simbólico por la adquisición de la firma que estaba al borde de la quiebra, el Santander se convierte "en el banco líder en España", según se felicitó ayer su presidenta, Ana Patricia Botín.
Hasta ahora, la emblemática firma española era el tercer banco en su país de origen, por detrás de CaixaBank y BBVA, pese a ser el de mayor capitalización bursátil de la Eurozona.
La adquisición fue organizada en cuestión de horas por el Banco Central Europeo (BCE), empleando por primera vez un mecanismo de rescate de bancos sin dinero público. Para explicar esta adquisición, Botín defendió la "complementariedad" de ambas entidades en términos geográficos y de actividad.
El Santander (que registró 6.204 millones de euros, o US$ 6.955 millones, de ganancias en 2016) es un gigante muy internacionalizado, con una fuerte presencia en Brasil y el Reino Unido.
Ahora, con la absorción del Popular, la entidad resultante controlará un 25% de los créditos a pequeñas y medianas empresas, un segmento muy jugoso en una España en plena recuperación. La economía del país ibérico creció un 3,2% en 2015 y 2016.
Igualmente, será el mayor banco privado de Portugal, donde el Popular también tenía operaciones.
Botín ha prometido a sus accionistas un retorno sobre inversión del 13% al 14% a partir de 2020, y por el momento los inversores parecen reaccionar bien. Este jueves, el banco trasnacional cerró en la bolsa de Madrid con una fuerte subida del 5,24%, tras ceder el miércoles un moderado 0,88%.
Esto a pesar de que la operación le obligará a una ampliación de capital de 7.000 millones de euros (US$7.848).
"Es una buena operación tanto desde el punto de vista financiero como desde el estratégico", comentaron los analistas de Link Securities, advirtiendo que uno de los desafíos está en cómo hará el Santander para "mantener a los clientes" del Popular, cuya marca desaparecerá.
Para cumplir con sus promesas a los accionistas, Santander confía en lograr economías de escala y en optimizar la red de sucursales.
Esto mismo, sin embargo, hace temer a los sindicatos un gran número de cierres de sucursales y una oleada de despidos, después de que en los últimos años se eliminaran 2.600 puestos en el Popular y 2.500 en el Santander, de acuerdo con el sindicato UGT.
La dirección del Santander ha prometido "la continuidad" del personal del Popular, sin más precisiones. El banco evalúa en 1.300 millones de euros el coste de la reestructuración.
Por otro lado, el Santander podría verse ante una oleada de denuncias de accionistas del Popular (en total son más de 300.000), que en virtud de la operación perdieron todo. Uno de estos inversionistas es el empresario Andrónico Luksic, que invirtió en la firma española a través de la firma Vallum.
De momento, 385 accionistas presentaron este jueves una denuncia ante la fiscalía anticorrupción, para que se investiguen las condiciones del hundimiento del banco y se depuren eventuales responsabilidades por parte de ex directivos y grandes accionistas.
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