Tanta causalidad debe ser casualidad

Estamos programados para tratar de encontrar asociaciones y causalidad en los elementos que vemos en el día a día. Si en la calle después de ver un auto a gran velocidad vemos una rueda en llamas, probablemente lo asociaremos a un accidente automovilístico, pese a que no hayamos escuchado nada. Es importante no confundir la correlación con la causalidad. A partir de 1995 la tasa de homicidios en Estados Unidos comenzó a caer significativamente, pasando de casi 10 muertes cada 100.000 habitantes hasta menos de 5 muertes actualmente, lo que constituye una caída en torno a 50%. Por otra parte, durante el mismo período, la importación de armas a EEUU aumentó de US$178 millones a más de US$388 millones, más que al doble. Pese a que las cifras apuntan a una muy negativa relación entre ambos hechos, el sentido común nos lleva a sospechar de la existencia de causalidad. Sin embargo, hay veces donde no es tan evidente cuál es la relación entre dos fenómenos.
Existen bastantes aproximaciones para resolver esta disyuntiva, pero me referiré sólo a dos. La primera solución consiste en hacer experimentos. Esta solución tiene un amplio uso en la medicina y de hecho está siendo cada vez más la regla que la excepción en cuanto a la evaluación de políticas públicas. Lamentablemente, en finanzas, macroeconomía y en una serie de problemáticas es bastante complicado realizar experimentos. La segunda solución es partir de una estructura teórica sólida y congruente para responder a nuestras preguntas. Volviendo al ejemplo anterior, si pudiéramos esgrimir una teoría donde el número de armas está inversamente relacionado con la agresividad, delincuencia o directamente la tasa de homicidios podríamos llegar a considerar esta relación como causal. De esta forma, cuando vemos relaciones con sustento en la teoría, como la depreciación del tipo de cambio y las utilidades de las empresas que producen bienes transables, la caída en el oro ante menores perspectivas de inflación o el aumento en el valor de las acciones relacionadas al sector de defensa frente a ruidos geopolíticos, podemos estar bastante más tranquilos de que estamos viendo una relación causal.
Es conveniente prestar más atención a los fenómenos que están sustentados en una teoría congruente, de lo contrario podemos ser engañados por una aparente relación. Como le pasó a más de un inversionista al analizar la relación entre el precio de las acciones de Coca Cola y la compañía paranaense de energía, las que mostraban una correlación impresionante (más de 95% entre 2011 y 2012). Sin embargo, ésta terminó por colapsar producto de la ausencia de un sustento teórico.
(*) El autor es estratega de Credicorp Capital.
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