Sin mujeres la informática no existiría: del lenguaje Cobol al WiFi y el Internet, el decisivo trabajo de las pioneras

No solo científicos y programadores fueron quienes permitieron los avances actuales. También son varias las mujeres que se ubican como las más influyentes en la historia de la tecnología. Relevantes modelos que inspiran a mujeres y niñas a ser parte de un área donde la participación femenina aun es reducida.


En 2006, el estudio “Someone like me can be successful”: Do college students need same-gender role models?, de la psicóloga de la Universidad de Toronto, Canadá, Penelope Lockwood, indicaba algo que parece sencillo, pero muy trascendente: las mujeres necesitan más ver modelos femeninos a seguir que los hombres para avanzar en espacios en que su participación es reducida.

Ellas enfrentan estereotipos negativos con respecto a sus competencia, y pueden beneficiarse particularmente del ejemplo de una mujer sobresaliente, señala el estudio de Lockwood. Esas historias, ilustran la posibilidad de superar las barreras de género. Son el modelo no solo para lograr el éxito, también son el considerar ser parte de áreas que suelen tener mayor presencia de hombres.

Es lo que ocurre en las llamadas carreras STEM (sigla en inglés para las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Un ejemplo, es el campo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). En Chile, según datos de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de la Información (ACTI) la participación femenina en TI es muy baja, tan solo un 5%.

Las mujeres enfrentan estereotipos negativos con respecto a sus competencia.

Bases de la computación

Las mujeres en las TIC son prácticamente invisibles. Eso llevó en 2009 a la periodista Suw Charman-Anderson a instaurar la conmemoración del Ada Lovelace Day (12 de octubre), para elevar el perfil de las mujeres en STEM, en honor a la precursora más importante del código informático moderno, la matemática y escritora del siglo XIX Ada Lovelace (1815-1852).

Lovelace, fue pionera en esa industria. Un modelo, tal como Lockwood planteó, para que muchas niñas las vean como inspiración y elijan las TIC como su camino vocacional.

La primera persona en ser programador informático del mundo, fue Lovelace. Hija del poeta romántico Lord Byron y Anna Isabella-Byron. Tuvo un talento matemático que brilló desde sus primeros años de vida. Luego sus habilidades e interés en las máquinas la llevaron a trabajar con Charles Babbage, matemático y científico de la computación británico que inventor la “Máquina Analítica”, un dispositivo que diseño pero que nunca creó, pero que se parecía en sus los elementos a una computadora moderna.

Como resultado ese trabajo en el proyecto, se habla de Lovelace como la “primera programadora de computador del mundo”. Además, sus notas sobre el motor analítico fueron utilizadas por el matemático británico Alan Turing como forma de inspiración para su trabajo en la primer computador moderno en la década de 1940.

Otra mujer, también referente en el área, es la contralmirante Grace Murray Hopper (1906-1992), científica informática y una de las primeras programadoras en trabajar en el IBM Automatic Sequence Controlled Calculator (ASCC), más conocido como Harvard Mark I o Mark I, el primer ordenador electromecánico, construido en IBM y enviado a Harvard en 1944.

La contralmirante Grace M. Hopper, científica informática y una de las primeras programadoras informáticas en trabajar en Harvard Mark I. Foto: Reuters.

El trabajo de Murray la condujo al desarrollo de Cobol, un lenguaje de programación primitivo creado para funcionar con controles de inventario, cálculos, débitos y créditos, y que todavía se utiliza. En 1947, la científica fue parte del grupo que registró el primer error (bug) identificado en una computadora. Descubrieron que la Mark II, presentaba errores constantes, cuando abrieron el hardware de la computadora, literalmente fue un “bug” el que encontraron: una polilla, había interrumpido la electrónica de la computadora.

WiFi, Nasa y PC

“Creo que el cerebro de las personas es más interesante que la apariencia”, es una frase que dijo la actriz Hollywood, Hedy Lamarr (1914-2000). Una frase que revelaba además mucho sobre ella, que no solo fue estrella de cine, también una inventora.

Sí, la actriz conocida por sus papeles en las películas nominadas al Oscar como Algiers (1938) y Sampson and Delilah, tuvo una mente técnica muy innovadora. Según el documental sobre su vida, Bombshell: The Hedy Lamarr Story (2017), presentó la patente para la tecnología de salto de frecuencia en 1941, la precursora del WiFi seguro, GPS y Bluetooth, que hoy son indispensables en el mundo actual.

Hedy Lamarr.

Inventora autodidacta, diseñó el sistema de salto de frecuencia como una forma de desviar los torpedos guiados por radio durante la guerra. “Los inventos son fáciles para mí”, sostiene LaMarr en el documental. “No tengo que trabajar en ideas, vienen naturalmente”.

Sin embargo, pese a la relevancia de su invento, ni ella ni sus herederos han recibido alguna compensación económica por la industria multimillonaria que permitió. El ejército de EE.UU. ha reconocido públicamente su patente y su contribución a la tecnología.

Otra mujer destacada, es Annie Easley (1933-2011), científica espacial de la Nasa. Cuando fue contratada, era una de los cuatro empleados afroamericanos del laboratorio. Contribuyó en numerosos programas como científica informática. Su trabajo con el proyecto Centauro ayudó a sentar las bases tecnológicas para futuros lanzamientos de transbordadores espaciales y lanzamientos de satélites de comunicación, militares y meteorológicos. Contribuyó además al desarrollo del vuelo de 1997 a Saturno de la sonda Cassini, cuyo lanzador tenía al Centauro como etapa superior.

Annie Easley (1933-2011), científica espacial de la NASA.

Mary Allen Wilkes (1937) en la década del 50, como estudiante tenía planes de ser abogada, pero se convirtió en pionera del software. Ingresó al Instituto Tecnológico de Massachusetts y trabajó en el IBM 704, en una época en que no había teclados ni pantallas, y ella tuvo que escribir un programa en papel y dárselo a un mecanógrafo, quien tradujo cada comando en agujeros en una tarjeta perforada. Llevaría cajas de comandos a un “operador”, quien luego introduciría una pila de tales tarjetas en un lector. La computadora ejecutó el programa y produjo resultados, escritos en una impresora.

El código de Wilkes, sin embargo, no producía el resultado que buscaba. Durante dos años y medio trabajó trabajó con Wesley A. Clark, un destacado diseñador de computadoras, en la creación de la primera computadora personal. Lograron así el prototipo inicial del Laboratory Instrument Computer, LINC, considerada la primera computadora personal de la historia. Su uso de LINC en casa en 1965 convirtió además a Wilkes en la primera usuaria de una computadora en casa.

Una mujer que tuvo un papel decisivo en el desarrollo del lenguaje de programación Smalltalk-80, que a fines de los 60 inspiró la primera computadora Apple, fue Adele Goldberg (1945). Ella desarrolló en un laboratorio experimental de la empresa Xerox una forma de comunicación informática más simple, que en lugar de columnas de letras y números, utilizaba gráficos, símbolos y ventanas, dando origen así a la base de las interfaces gráficas de usuario (GUI) que usamos todos los días.

Pero para una empresa especializada en fotocopiadoras el avance de Goldberg no era relevante. Sí lo fue para Steve Jobs que adoptó el sistema para su empresa Apple, que lanzó ese revolucionario concepto de pantalla.

Madre de Internet

La invención del algoritmo detrás del Protocolo de árbol de expansión (STP), fundamental para hacer posible la Internet de hoy, fue obra de la programadora informática e ingeniera Radia Perlman (1951), apodada por aquello como la “Madre de Internet”.

Hace más de 40 años, Perlman que trabajaba en Digital Equipment Corporation, en ese entonces una de las mayores empresas de la informática, le dio la tarea de encontrar una manera en que las redes informáticas pudieran escalar a través de múltiples segmentos de red que abarcaban oficinas, ciudades y regiones. Ese trabajo, tuvo un gran impacto en la forma en que las redes se autoorganizan y mueven datos, y estableció las reglas básicas del tráfico de Internet.

Katherine Johnson (1918-2020) logró entrar a la universidad con sólo 14 años y a los 18, ya se había graduado en matemáticas y francés en la Universidad de West Virginia. En 1953 quedó seleccionada para unirse al Área de Controles Navales Espaciales de la entonces Naca, el Comité Asesor Nacional para la Aeronáutica de Estados Unidos que antecedió a la Nasa.

La trayectoria de Johnson como matemática de la NASA fue crucial para el éxito del primer vuelo espacial de EE.UU. Sus complejos cálculos manuales también fueron fundamentales en futuras misiones espaciales, incluido el primer estadounidense en órbita, John Glenn.

R_1966-L-06717 001
Katherine Johnson.

En 1972, Karen Spark-Jones (1935-2007) realizó una importante contribución gracias al concepto de ponderación de frecuencia de documento inversa (IDF) en la recuperación de información, la cual introdujo en un artículo Hoy, IDF se utiliza en la mayoría de los motores de búsqueda como parte del esquema de ponderación del término frecuencia-frecuencia inversa del documento (TF-IDF), es una medida numérica que expresa cuán relevante es una palabra para un documento en una colección, que hoy es es estándar en los motores de búsqueda web.

Destacada también es la contribución de Elizabeth Feinler (1931), quien entre 1972 y 1989, dirigió el Network Information Center en California, que hasta 1998 fue el principal organismo gubernamental de internet responsable de los nombres de dominio y las Direcciones IP. Fue el primer lugar en publicar los recursos y directorios para Internet, desarrollando los directorios originales de “páginas blancas” y “páginas amarillas”. El grupo de Feinler también desarrolló el esquema de nombres de dominio de .com, .edu, .gov, .net y muchos más que usamos con tanta frecuencia en la actualidad.

Siga leyendo en Qué Pasa:

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.