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Soy nutricionista y aquí te explico el verdadero riesgo del aspartamo

Se trata de un edulcorante artificial descubierto en 1965 que es entre 180 y 200 veces más dulce que el azúcar.

Soy nutricionista y aquí te explico el verdadero riesgo del aspartamo.

Azúcar: dulce, saciante y omnipresente. Desde la fruta fresca y la miel hasta el azúcar de mesa procesado y las bebidas, se cuela en casi todo lo que comemos.

Aunque delicioso, el azúcar aporta lo que los nutricionistas llaman “calorías vacías”: energía sin nutrientes esenciales. Y dado que su consumo excesivo se relaciona con la obesidad, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas y los problemas dentales, no es de extrañar que las autoridades sanitarias nos insten a reducirlo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda limitar el azúcar añadido a menos del 10 % de la ingesta calórica diaria, mientras que la revista BMJ sugiere una cantidad aún menor: no más de seis cucharaditas (25 g) al día para las mujeres y nueve cucharaditas (38 g) para los hombres.

Soy nutricionista y aquí te explico el verdadero riesgo del aspartamo

En respuesta, muchas personas están recurriendo a edulcorantes no nutritivos: alternativas al azúcar que aportan dulzor sin calorías. Entre ellas se incluyen opciones populares como el aspartamo, la sucralosa, la stevia y el extracto de fruta del monje.

Presentes en muchas bebidas dietéticas, refrigerios sin azúcar y alimentos bajos en calorías, estos edulcorantes están diseñados para ayudar a controlar el peso y los niveles de azúcar en sangre.Pero no todo lo dulce es realmente dulce. Analicemos uno de los sustitutos del azúcar más controvertidos: el aspartamo.

El aspartamo es un edulcorante artificial descubierto en 1965 y es entre 180 y 200 veces más dulce que el azúcar. Fue regulado por primera vez por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) en 1974 y aprobado para su uso en alimentos secos en 1981. Actualmente, se estima que se encuentra en más de 6000 alimentos y bebidas, y en 600 productos farmacéuticos.

Composición química del aspartamo. Crédito: Wikipedia

El aspartamo se adoptó inicialmente como una herramienta para ayudar a reducir la obesidad y apoyar a las personas con diabetes, ofreciendo una solución dulce sin el pico de azúcar. Sin embargo, a pesar de décadas de uso, su seguridad sigue siendo objeto de un intenso debate científico y público.

El aspartamo tiene un sabor similar al azúcar, aunque mucho más intenso, pero prácticamente no contiene calorías, lo que lo hace atractivo para quienes cuidan su peso. Con el aumento vertiginoso de las tasas de obesidad a nivel mundial, incluso un pequeño ahorro de calorías puede ser importante.

El aspartamo no eleva los niveles de glucosa en sangre, lo que lo convierte en la opción preferida para quienes controlan la diabetes tipo 2. Sin embargo, otras investigaciones han encontrado posibles asociaciones con el síndrome metabólico y el riesgo de diabetes, lo que sugiere que el aspartamo debería utilizarse como parte de una dieta controlada en lugar de sustituirlo por azúcar.

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Si bien las evaluaciones sugieren que el aspartamo es seguro dentro de las pautas de consumo actuales, persisten las preocupaciones. Algunas personas pueden experimentar efectos secundarios como dolores de cabeza, mareos o cambios de humor.

Existe evidencia emergente que vincula el aspartamo con neurodegeneración, accidentes cerebrovasculares e incluso demencia. El aspartamo puede aumentar los niveles de fenilalanina y ácido aspártico en el cerebro, lo cual representa una seria preocupación para las personas con fenilcetonuria (PKU), un trastorno hereditario poco común en el que el cuerpo no puede descomponer la fenilalanina.

Esto provoca su acumulación en la sangre y el cerebro, lo que podría causar daño cerebral. Las personas con PKU deben evitar el aspartamo por completo.

Foto: Reuters. Hendrik Schmidt

Un estudio reportó síntomas tras consumir aspartamo, como irritabilidad, migrañas, ansiedad e insomnio, especialmente con un consumo excesivo. En 2023, el Centro Internacional para la Investigación del Cáncer (CIIC) clasificó el aspartamo como “posiblemente cancerígeno”, aunque su consumo sigue estando aprobado dentro de los límites de seguridad vigentes. Algunos estudios sugieren una relación con el cáncer, pero las conclusiones siguen siendo contradictorias.

También se recomienda que las mujeres embarazadas eviten el aspartamo, ya que las investigaciones sugieren que puede afectar la estructura y la función de la placenta.Los edulcorantes artificiales, a pesar de no tener calorías, pueden inducir al cerebro a desear más dulce.

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Esto podría provocar un aumento del apetito y un aumento de peso en lugar de una pérdida de peso. De hecho, varios estudios han encontrado una correlación positiva entre el uso de edulcorantes artificiales y la obesidad.

Nuevas evidencias sugieren que el aspartamo y otros edulcorantes pueden alterar el microbioma intestinal, la comunidad de bacterias que desempeña un papel clave en la digestión, la inmunidad e incluso el estado de ánimo.

Esta alteración puede afectar negativamente la salud digestiva y la función inmunitaria, aumentando potencialmente el riesgo de infecciones y otros problemas de salud.

El aspartamo puede ofrecer una tentadora solución sin azúcar, pero no está exento de riesgos.

La Organización Mundial de la Salud desaconseja el uso de edulcorantes sin azúcar para el control de peso, y las investigaciones siguen revelando vínculos complejos entre el aspartamo y enfermedades crónicas, desde problemas neurológicos hasta problemas de salud intestinal.

* Hazel Flight, líder del Programa de Nutrición y Salud, Edge Hill University.

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