Teletrabajo, educación a distancia, labores de la casa: especialistas dicen que el mejor regalo en el Día de la Madre es valorar el trabajo doméstico

Foto: Reuters

El trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, equivale al 22% del PIB. Aún así para muchos miembros de la familia es invisible. Partir por reconocer la sobrecarga femenina que eso representa, es el primer paso hacia una corresponsabilidad parental, aseguran.


La celebración de este año del día de la madre será diferente. La fecha, una de las más relevantes a nivel social, y con un alto impacto en el comercio, tendrá un tono diferente en medio de la actual pandemia. No será un festejo con almuerzo u encuentros familiares.

Pero no sólo eso. Se vive en un contexto en que la sobrecarga laboral y doméstica ha aumentado, afectando particularmente a las mujeres, y en especial a las que son madres. Sortear las tareas del hogar, el trabajo y supervisar los estudios de los niños, no ha sido fácil.

Un estudio de la Mutual de Seguridad y Cadem, realizado a 300 personas mayores de 18 años y pertenecientes a los NSE C1, C2, C3 y D, revela que, en el actual escenario el 83% de las mujeres reconoce cambios en su carga laboral, cifra que en los hombres es de 69%.

Además, el 42% de las mujeres declaran que les resulta difícil realizar teletrabajo, cifra que en ellos llega al 32%. De ellas, el 47% también menciona como principal dificultad el compatibilizar el teletrabajo con las tareas del hogar, aspecto reconocido en un 28% de los hombres.

Felipe Bunster, gerente general de Mutual de Seguridad, destaca que un alto porcentaje de los trabajadores y trabajadoras (80%), admite estar agradecidos de la oportunidad de hacer teletrabajo, ya que no se exponen a la pandemia.

Pero en las mujeres esa situación ha tenido un efecto complicado. Con las distintas actividades que tienen que asumir, en especial al estar los colegios suspendidos, indica Bunster, un importante porcentaje admiten sobrecarga. “Tienen que cocinar, preocuparse del aseo, las tareas de los niños y de trabajar. Vemos una alta recurrencia de aquellas que se sienten agobiadas, pese a que están seguras en sus casas. En el largo plazo esto puede tener consecuencias de enfermedades mentales”, advierte.

47% de las mujeres menciona como principal dificultad en cuarentena, el compatibilizar el teletrabajo con las tareas del hogar. Foto: Reuters

Para Carolina Carrera, psicóloga de Corporación Humanas, lo esperable es que las condiciones de cuarentena permitan valorar y reconocer las tareas que hacen las mujeres dentro del hogar. El tema trabajo doméstico no remunerado, tanto para mujeres que solo hacen ese trabajo, o aquellas que trabajan fuera del hogar y al interior, todos los estudios dan cuenta que en ambos casos, las horas que destinaban ellas superaban con creces a las de los hombres.

Las mujeres en Chile tienen una mayor carga doméstica. Las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas lo reafirman: dedican más de 3 horas en promedio que los hombres a los trabajos no remunerados (5,89 horas versus 2,74 horas), que incluyen -entre otros- el trabajo doméstico.

Corresponsabilidad

Pese a que durante el siglo pasado y la época actual ha habido avances en materia de género y corresponsabilidad parental, aún queda un largo camino por recorrer, destaca Catherine Neira, psicóloga clínica del Centro de Psicología Aplicada (CEPA), de la Universidad de Talca: “Probablemente las generaciones actuales son más conscientes respecto a la importancia de visualizar las labores del hogar como parte de una responsabilidad compartida y no como un deber asignado indistintamente a la mujer”.

La vida en cuarentena producto de las restricciones de circulación para evitar los contagios por coronavirus, ha forzado a permanecer más tiempo en casas, y con ello, dice Consuelo Aldunate psiquiatra del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI), de la facultad de Medicina de la Universidad de Chile, y se han visibilizado muchas de las actividades que para algunos participantes de la familia no eran tan evidentes. “Pasa un poco esta percepción de que las cosas alguien las hizo o están hechas, pero quién las hizo, cuánto tiempo le demoró hacerlas y cómo las hizo, no era un cuestionamiento tan profundo. Solo cuando la persona se siente involucrada es que se empieza a preguntar y ver esas cosas, que hace que se valoren de mucho mejor manera múltiples roles de las mujeres, cambió la visibilización de los roles de la mujer para aquellos que permanecen dentro del hogar y que a veces no participan de ello”.

La actual situación nos insta a relacionanos en familia de maneras diferentes, “valorando el trabajo de cada persona en el hogar, hombres y mujeres, reorganizando los quehaceres cotidianos en familia y trabajando de manera colaborativa junto a quienes vivimos”, agrega Neira.

Que la loza esté limpia, que existan toallas en el baño o confort, o que esté disponible el jabón para lavarse las manos, dicen las especialistas, son tareas que suelen generalmente hacer las mujeres. Que hoy se ven aumentadas no solo por el confinamiento, sino por todas las medidas de higiene adicionales recomendadas, desde la limpieza permanente de baños o la higenización de cualquier compra.

Pero no siempre se valoran esos detalles de la vida diaria. “Entonces lo que veíamos es que efectivamente los hombres no se daban cuenta, estaba tan naturalizado que las mujeres tenían preocuparse de los hijos, de la comida de los estudios, que creo que no lo veían”, destaca Herrera.

Hay miles de detalles que por la socialización y crianza, que han hecho que las tareas y las labores domésticas se les enseñen a las mujeres, pero no se les traspase ese mismo conocimiento a los hombres, detalla Carrera, lleva a que para los hombres las tareas domésticas sean aspectos invisibles. “No son capaces de ver esos múltiples detalles porque fueron criados y socializados en una cultura donde naturalizaba que las labores domésticas y de cuidado eran labores principalmente femeninas, y que lo productivo era lo que tenía mayor relevancia. Siempre se dice ‘las mujeres que no trabajan’, pero sí trabajan, lo que pasa que no reciben una remuneración por el trabajo, la llamada o denominada dueña de casa está trabajando pero no percibe”.

Y el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, sí es importante. Equivale al 22% del PIB , indica un estudio presentado en marzo por Comunidad Mujer. El trabajo doméstico no remunerado supera incluso la contribución de todas las otras ramas de actividad económica. A modo de ejemplo, tiene casi el doble de importancia económica que el valor de los servicios financieros y empresariales (11,8%), corresponde a cuatro veces lo que aporta construcción (5,1%) y casi ocho veces lo del sector agropecuario, silvícola y de pesca (2,8%).

En un confinamiento por la pendemia por Covid-19, una expectativa, dice Herrera, es que se avance hacia una corresponsabilidad en esos roles. “Que los hombres hagan este proceso de reconstruirse y decir efectivamente hay diferencias sustantivas y las estoy viendo ahora. Pero creo que también van a seguir existiendo resistencias”.

Chile ha tenido avances sustantivos en materia de parentalidad. En el año 2013 se aprobó la ley de corresponsabilidad parental en virtud del interés superior de niños y niñas, “donde la participación de ambos progenitores en el cuidado y crianza de los hijos se instaura como un deber y, por lo tanto, responsabilidad de ambos cuidadores”, dice Neira. Los padres han tenido durante el último tiempo cada vez mayor involucramiento y sentido de esta responsabilidad, lo cual ha ido creciendo junto al principio de igualdad de género y modificación de los roles en la sociedad.

Pero no es fácil deconstruirse. Ellos creen que porque hicieron una cama o lavaron la loza, hicieron las tareas del hogar, sostiene Herrera: "si son capaces de mirar el día a día, se van a dar cuenta que en ese día a día, la cama es lo mínimo, porque es el aseo completo y todo lo que corresponde, además porque en estos tiempos una de las cosas importantes es mantener las casas ordenadas, el orden externo ayuda al orden interno”.

Por eso, dice Carrera, este día de la madre no está pensando desde el regalo, no sólo porque no se puede salir, “sino que hay que pensarlo desde la necesidad de que el país mire la corresponsabilidad como una cosa central para cambios que produzcan un mejor vivir como sociedad, tanto para hombres como para mujeres”.

Los cambios que pueden surgir a partir del confinamiento, dice Neira, en cuanto al compromiso que manifiestan algunos padres hacia sus hijos, dependerá de múltiples factores. Entre estos, el contexto actual de la familia, variables individuales de cada persona, “donde la sensibilidad y empatía que pueda poseer el padre hacia las necesidades de sus hijos se traducirá también en cierto grado de involucramiento en cuanto a la crianza”.

En términos ideales la coparentalidad es la meta. No obstante en nuestra cultura no es lo más frecuente, dice Aldunate. “Tampoco se trata de hacer un salto cuántico y decir mira, ‘ahora tú vas hacer la mitad de las actividades, porque es lo que te corresponde’, porque tenemos que pensar que eso tiene un impacto en los niños. La invitación tiene que ver con que cada familia conoce cómo funciona, y esas familias se han visto con la cuarentena expuestas a tremendos estresores y todos han debido replantear sus rutinas. Entonces independientemente del sistema parental, que vivan juntos, que sean padres separados, o etc., que existan alianzas entre ellos y que se conversen ciertos acuerdos”.

Espacio personal

Herrera coincide en que lejos estamos de la corresponsabilidad. A futuro, dice, estos cambios culturales empujador por el coronavirus van a provocar algo importante. “Pero después tienen que ir acompañado de políticas públicas que permitan esta corresponsabilidad, que la faciliten”, agrega Herrera. Por ejemplo, las salas cunas para trabajadores hombres y mujeres, que el posnatal se obligatorio para los hombres y que no hayan brechas económicas.

"El llamado ahora es precisamente que en estas circunstancias, donde la gente está en casa, que no son vacaciones sino que se está trabajando y además teniendo que cumplir labores de cuidados y tareas domésticas; es que los hombres sean capaces de valorar el trabajo doméstico no remunerado y sean capaces de poder mirar qué significa ese trabajo y no decir ‘yo te ayudo’, sino asumir que la carga de la responsabilidad del trabajo reproductivo y de cuidado es de todos por igual”, subraya Carrera.

Una de las grandes formas de celebrar a las madres es devolverles, aunque sea un tiempo corto, un espacio personal diario, agrega Aldunate. “Las mujeres debieran estar un poco forzadas, sino la demanda las consume, a tener conciencia de ese espacio personal y de que necesitan hablar con alguien, identificar alguna una red de apoyo para que sirva de contención para poder expresar cómo se sienten frente al aislamiento, lo sobrepasadas que estamos. Pero además se necesita de un espacio personal donde la mujer esté ajena de los deberes, un espacio personal libre de las labores de trabajo y libre de tareas domésticas. Es una recomendación que suena difícil de implementar pero versus todas las otras actividades que nosotras hacemos no parece un imposible”.

“El rol de las parejas tiene mucho que ver con eso, con la validación", dice Aldunate. Se trata integrar que para que la familia funcione todos deben cooperar. En ese llamado pueden participar incluso los niños de acuerdo a la etapa de desarrollo en que están. “A un niño de 5 años a lo mejor no le voy a pedir que lave la ropa, pero sí le puedo pedir que pongan la mesa. A los niños siempre hay que hacerlos participar, la diferencia de cómo participar esta mediada por su edad y nivel de desarrollo. Para que la familia funcione todos tienen que contribuir”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.