Revista Que Pasa

"Tenemos mucha lealtad, pero también mucha libertad para decir lo que pensamos"

Para el rector de la Universidad Alberto Hurtado, Fernando Montes S.J., el nuevo Papa es un viejo conocido. Compartieron años de formación en Chile. La visión que tiene de Francisco cruza ese aspecto personal con el análisis del futuro de la Iglesia.

Fue en 1960. El Concilio Vaticano II se preparaba y, entre los jóvenes jesuitas que estudiaban en Padre Hurtado estaba uno que sería Papa y otro que hoy es rector de la Universidad Alberto Hurtado. Fernando Montes y Jorge Mario Bergoglio vivían en la misma casa y seguían los mismos cursos. “Tenía esta calidad profunda de italiano, de ser simpático, cercano”, recuerda Montes, “es un hombre fundamentalmente inteligente, pero no un intelectual, un hombre de servicio, no un académico”. Tiempo después Montes y Bergoglio se reencontrarían como superiores de sus provincias. En Buenos Aires, el nuevo Papa le preparó un asado argentino. Es de los pocos en el país que lo conocen más de cerca, aunque confiesa que lleva muchos años sin verlo.

-¿Cómo lo ven desde el mundo jesuita?

-Como siempre hay situaciones que son generalidades. Se cree que todos los jesuitas son avanzados, pero no todos los jesuitas lo son. Hay enormes diferencias de país a país. Por ejemplo, la Iglesia argentina en general fue menos sensible en casos de derechos humanos. Hubo casos notables, pero fue menos sensible que la Iglesia chilena, y supongo que situado desde el lugar supremo como Sumo Pontífice tendrá que aprender y dejarse ayudar y ya no sólo por la experiencia argentina sino por la experiencia amplia del mundo entero.

-¿Cómo va a ser el papado de un argentino y jesuita?

-No me extrañaría que más de algún cardenal haya pensado que se encontraba con un latinoamericano de apellido Bergoglio , es decir, un italiano y creo que él tiene muchas de la grandes cualidades de los italianos: la capacidad de ubicación, la simpatía y, por lo tanto, de gobierno del bien común, lo que es bien notable. Yo espero que sus ancestros italianos de alguna manera le ayuden al manejo de una situación que es difícil.

-¿Qué es lo que espera usted, personalmente, de este Papa?

-Que tenga mucha sensibilidad a los problemas de actualidad, que sea humilde y cercano y dé una visión profundamente religiosa de la Iglesia, porque ésta sólo se puede justificar no con una visión política o moralista, sino como una experiencia de Dios muy profunda. Que pueda haber líneas en una reforma de la curia con una mayor sencillez.

-¿Se refiere al manejo de los bienes?

-De los bienes y también de los símbolos, porque el culto al Señor se puede convertir en culto a las personas, lo que hoy día es una cosa muy complicada. A la gente le gusta, pero también quieren cosas más sencillas. No es fácil de manejar, pero mirado desde el Evangelio tenemos que avanzar en sencillez y cercanía. Me gustó como el Papa se expresó frente a la gente, se mostró sencillo y carismático.

-¿Qué tiene de jesuita este Papa y qué tiene de no tan jesuita?

-Yo no he estado con él hace mucho. Fuimos compañeros antes del concilio. Yo creo que todos compartimos la visión de diálogo con el mundo moderno. Lo que yo he escuchado es que, al menos en el episcopado en Buenos Aires ha sido muy cercano, querido y respetado entre sus curas, lo cual significa una cierta sensibilidad, pero dentro de una Iglesia más conservadora.

-Hay voces críticas que han comentado irónicamente lo conveniente que es para la Iglesia tener a un jesuita conservador como pontífice, que así se compra el silencio a los jesuitas más liberales. ¿Qué le parece esta aseveración?

-No es tan fácil comprarnos el silencio. Tenemos mucha lealtad, pero también mucha libertad para decir lo que pensamos. Espero que a mí no me silencien y le pido a Dios que me dé la manera de decirlo razonablemente, con razones y no con gritos ni eslóganes. Si hay una visión más conservadora, doble razón de la compañía para ayudar a que el Papa dialogue.

-¿Cuáles serán sus grandes desafíos?

-Hay un problema muy serio de afrontar un mundo moderno con una cultura secularizada, con avances de la técnica y de la ciencia que son notables.Tiene que repensar el gobierno centralizado porque por primera vez tenemos una globalización donde el cristianismo no sólo tiene que abrirse a Roma, sino que a China, África y América Latina. Eso significa generar diversidad interna en la Iglesia. Ojalá que tenga la sensibilidad para eso.

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