Debería existir un superlativo distinto y único para definir a Las Vegas. La ciudad del pecado, de los excesos y del “todo vale” ha aprendido con los años a superarse a sí misma. Y cuando cae la noche, la ciudad muestra por qué cada año es elegida por millones de turistas como el destino ideal para festejar. Lo que sea.

Uno de esos lugares llenos de luces, música y desenfreno -el alma de la ciudad- es Marquee, la discoteca de moda en Strip, la arteria principal de Las Vegas. Ahí es posible bailar a metros de una de las hermanas Kardashian o con la siempre fiestera Lindsay Lohan. Ellas, junto a otras celebridades del espectáculo, son clientes habituales, dándole uno de los atractivos principales al lugar: codearse con Hollywood, aunque sea a metros de distancia y separados por un sector vip. El resto de los mortales, incluyéndome, se agolpan en la pista de baile.

Pero Marquee no es sólo fama. Luego de sortear el escrutinio del encargado de la puerta (la espera en la fila varía entre 45 minutos y 3 horas) y de pagar los US$ 100 de entrada, el club da la opción de bailar al ritmo de conocidos DJ, como Tiësto o DeadMau5. Siempre hay alguien de peso para encender la fiesta en lo alto de The Cosmopolitan, el hotel que aloja la imponente discoteca, conocida informalmente como el “club del medio millón de dólares”, que ha sido la cuenta más alta que ha pagado una mesa en sus cortos dos años de existencia.