Revista Que Pasa

Energía clara

Juan Claro no sólo desarrolla proyectos hidroeléctricos. Ahora, además, está a cargo de levantar paneles solares para Codelco. Su cerebro detrás de estas incursiones es  Ian Nelson, su yerno y hombre de confianza.

El primero en tomar la palabra fue Juan Claro. El martes pasado, durante el último directorio de Energía Llaima, el empresario felicitó a su equipo por la reciente adjudicación de la construcción de la planta solar que abastecerá de energía a la Minera Gaby, propiedad de Codelco. "Este es un gran momento para Llaima". "Entre todos lo logramos", dijo Claro, presidente de la firma. Su opinión optimista fue compartida por todos sus socios: José Antonio Garcés Silva, Salvador Said y su primo Gonzalo, todos ellos -junto con Claro- accionistas de Embotelladora Andina.

Ese día hubo felicitaciones especiales para uno de los hombres que ocupaba un sillón en el directorio: su yerno Ian Nelson (45), el “cerebro” de Claro en sus negocios energéticos. Si bien ha sido el experto que ha asesorado al ex presidente de la Sofofa desde 2009, cuando el empresario creó Energía Coyanco -su primer emprendimiento hidroeléctrico-, fue a mediados del año pasado que se transformó en pilar del negocio: asumió la gerencia general de Energía Llaima, la matriz que agrupa a Coyanco y todos los emprendimientos en energías renovables no convencionales (ERNC) del grupo.

Nelson trabaja a pasos de Juan Claro. A pocos metros del empresario está su hijo Pedro, quien también administra la nueva "aventura familiar". Aunque los tres discuten cada proyecto, son Claro Jr. y Nelson quienes salen a terreno con mayor frecuencia.

Para todos, la licitación de Codelco ha sido trascendental en el grupo: les ganaron a grandes competidores internacionales, y firmaron con la danesa Sunmark un contrato por US$ 60 millones. Pero la adjudicación tiene un componente más profundo: es la fórmula que le permite a Claro diversificarse en el mercado energético. Ahora no sólo tienen la minihidráulica Guayacán en el Cajón del Maipo, que comenzó a operar en septiembre de 2010 -donde han invertido cerca de US$ 24 millones- para  generar 12 MW, sino que ahora apuestan por ir más allá. Esa fue la razón que encontraron los socios para crear una matriz que bautizaron como Llaima.

La idea es transformarse en un protagonista en este mundo: para ello ya han postulado a varias licitaciones, porque su idea es abastecer a otras mineras con energía solar, pero que por el momento prefieren mantener en anonimato.

Lo mismo ocurre en materia hidroeléctrica. Tienen en mente levantar nuevas centrales a lo largo de Chile. Si ello se concreta los socios ya han acordado inyectar cerca de US$ 400 millones: su meta es producir con estos proyectos en torno a los 120 MW de aquí a 5 años.

Para ello Claro ha dado pasos concretos. En 2011 compró derechos de agua en cuencas que van de la VI a la X Región. Él mismo visitó varios terrenos. Por estos días Nelson explora el potencial hidroeléctrico de la provincia de Tinguiririca para expandir el negocio. Además, en su plan está levantar una segunda central en el Maipo, que bautizaron como “Canelo” y, que, de aprobarse, generará 16 MW.

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