Revista Que Pasa

El museo es una escuela

<br>

Son las imágenes de un sueño. Y también las imágenes de una pesadilla, a veces. El trabajo del germano-uruguayo Luis Camnitzer (1937) remite a eso, a un universo onírico que sorprende y alucina. A un lugar que quizás nunca imaginamos, pero que cuando vemos es difícil no reconocerlo. Pueden ser instalaciones, fotografías, grabados, dibujos. Puede ser esa imagen bella y misteriosa que es “Landscape as an attitude” (en la foto), como la representación de las Torres Gemelas en dos cartas (un 9 y una “J”), que las vemos ahí, solas, frágiles, apoyadas en una pequeña tarima. Pueden ser esas obras que pertenecen a la colección Daros Latinamerica de Suiza -y que se exponen en el MAC-, como también las que vemos en Contra el olvido, en el Museo de la Memoria: una serie de fotograbados que remiten a la tortura, o esa guía telefónica que está intervenida por Camnitzer, en la que insertó -con métodos digitales- los nombres de cientos de desaparecidos durante la dictadura militar uruguaya. Sin embargo, el momento en que uno entiende mejor la genialidad de Camnitzer es cuando visitamos “Living room”: una habitación en la que no hay nada, sólo palabras pegadas en la pared, en el piso, y que indican qué debería ir ahí: puerta, ventana, mesa, interruptor, biblioteca, estante, alfombra. Sí: uno debe imaginar cómo es el lugar, uno arma la obra de arte. Eso es el trabajo de Camnitzer: un constante diálogo con el espectador, una crítica a las convenciones del arte, a sus funciones, a la forma en que nos puede -y nos debe- interpelar. Y que se resume en esa frase que puso en ambos museos: “El museo es una escuela. El artista aprende a comunicarse; el público aprende a hacer conexiones”.

Luis Camnitzer: Museo de la Memoria y MAC Quinta Normal. Hasta el 25 de agosto.

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Contenido y experiencias todo el año🎁

Promo Día de la MadreDigital + LT Beneficios $3.990/mes por 6 meses SUSCRÍBETE