Revista Que Pasa

El viaje

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Si bien la poesía de Waldo Rojas (1944) circula desde hace tiempo con cierto grado de visibilidad dentro de la literatura chilena, hacía falta una antología como Poesía continua & Deber de urbanidad, que la ordenara para leerla en perspectiva. La obra de Rojas, que comenzó a publicar en lo que alguna vez se llamó la generación de los "sesenta" junto con Gonzalo Millán y Óscar Hahn, siempre estuvo a contrapelo: su búsqueda -en libros como Príncipe de naipes o Cielorraso- estuvo puesta en el lenguaje, en el poema como una especie de artefacto de cristalería finísimo que se presentaba al lector de modo complejo, lleno de imágenes desangeladas donde, por ejemplo, "en una mañana de nuestra adolescencia / en toda la extensión de la playa / brillaba un negro aceite de cormoranes muertos".

En ese sentido, el exilio en Francia de Rojas (a quien su amigo Raúl Ruiz homenajeó con un personaje en la espectral Nadie dijo nada) sólo acrecentó esa singularidad, gracias a libros como El puente oculto, que tomaron una especie de camino divergente en cuanto a la ejecución de una poesía política, pero también respecto a cualquier clase de gesticulación experimental, iniciando lo que poemarios como Deriva florentina o Fuente itálica consolidaron: el poema como una fotografía opaca del paisaje, como una traducción sospechosa de las imágenes y del viaje.

Así, lo que revela esta antología, que incluye un prólogo de Jaime Concha y una compilación de extractos de entrevistas y fragmentos de juicios críticos sobre su obra, es la presencia en la escritura de Rojas de un rechazo a cualquier clase de facilismo, transformando el gesto del paseante que anota el mapa de sus recorridos por Francia e Italia en el avance por un laberinto. Se trata de una lectura del paisaje que funciona gracias a la concentración de un lenguaje en permanente tensión. La antología es un mapa de sus tránsitos. La tradición empalma con su biografía, fundiéndose en una sola cosa. Con eso, Rojas evita cualquier concesión en su escritura, como si ahí residiese el sentido secreto del poema, pero también las pistas de un peregrinar que sólo funciona desde esa tensión, una suerte de resistencia que habla de "islas de palabras que encabalgan un fraseo redundante/ los puentes no se ausentan de sus nombres ni esperan / de las aguas la unción de una armonía".

“Poesía continua & Deber de urbanidad”, de Waldo Rojas. A $8.000 en librerías.

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