Benjamín Vicuña: "Lo que pasó en Dawson nunca estuvo en mis libros"
<p>El 10 de septiembre, un día antes de un nuevo aniversario del golpe militar, se estrena la más reciente película protagonizada por Benjamín Vicuña. Pero acá no lo veremos como el galán de turno. En "Dawson, Isla 10", el actor interpreta al ministro Sergio Bitar y sus vivencias en el campo de detención más austral del país. ¿Qué hace que uno de los rostros más taquilleros del cine local haya decidido meterse en la piel de un prisionero político?</p>
Sergio Bitar, ex ministro de Minería de Salvador Allende, tenía 32 años cuando lo mandaron a isla Dawson, en 1973. Benjamín Vicuña, el actor, sumaba casi 30 cuando hace un año partió a esta isla para recorrer el mismo camino que el actual ministro de Obras Públicas emprendió hace más de tres décadas. Sólo que esta vez se trataría de una película.
Imagine un campo de detención en una isla 100 kilómetros al sur de Punta Arenas. Más al sur que las Malvinas, incluso. Suena demasiado cinematográfico. Eso mismo pensó el director de cine Miguel Littin. Sólo que la idea de un campo de detención al fin del mundo no salió de la cabeza del cineasta, sino que del delirio de una dictadura que llevaba pocos meses en el poder. Más de 300 prisioneros políticos fueron enviados a Dawson entre 1973 y 1974. Por allí pasaron nombres conocidos del gobierno de la Unidad Popular: José Tohá, Orlando Letelier, Arturo Jirón, Miguel Lawner. Ésa es la historia que el director de El chacal de Nahueltoro quería contar. Y para hacerlo se inspiró en el libro Isla 10, en el que Sergio Bitar relata su detención en este lugar.
"En Dawson hace un frío que te congela el alma". La frase es del ministro Sergio Bitar. Pero Benjamín Vicuña la repite, casi como si fuera suya. Como su sombra. Porque como nunca antes, para este papel le tocó tener un modelo de carne y hueso. Para preparar su personaje bajó siete kilos, para encarnar así la fragilidad sicológica y física de los prisioneros en Dawson. Leyó un par de veces el libro Isla 10 y luego tuvo varios encuentros con Bitar. A solas y con Miguel Littin. Durante ellos, se dedicó a observar: cómo se movía, cómo se expresaba y cómo miraba. "En la película, Bitar se plantea como un testigo de todo lo sucedido. Es una persona que te escucha y te atraviesa con la mirada. Un animal en extinción", dice Vicuña.
"En Dawson hace un frío que te congela el alma". La frase es de Sergio Bitar. Pero Benjamín Vicuña la repite, casi como si fuera suya. Para este papel le tocó tener un modelo de carne y hueso. Leyó el libro Isla 10, tuvo varios encuentros con Bitar y bajó 7 kilos, para encarnar así la fragilidad de los prisioneros en Dawson.
Y también se dedicó a escuchar: "Me tocó conocer a un ministro de Estado, con todos los prejuicios que uno puede tener, y realmente fue un descubrimiento encontrar a un ser humano con amor por su país y con altura de miras para perdonar y sentarse con sus enemigos 30 años después en el Congreso".
-¿Cómo fue tu primer encuentro con Sergio Bitar?
-Me junté con él la primera vez en agosto del año pasado, antes de viajar a la isla, en su casa. Me abrió su intimidad, me mostró cartas, documentos, las piedritas que tallaban o la taza que hizo con un tarro de leche condensada y un alambre. También conocí a su mujer (María Eugenia Hirmas), que tuvo un rol protagónico en la historia. Una de las herramientas para sobrevivir a las condiciones infrahumanas, y a la incertidumbre de no saber si iban a vivir, fue el amor de sus seres queridos. Desde cartas que llegaban censuradas, hasta vitaminas que su mujer le enviaba. Ella se transformó en la líder de las mujeres de los prisioneros políticos.
-¿Qué es lo que más te llamó la atención del libro Isla 10?
-Que detrás de estas grandes historias hay una gran dignidad. Las anécdotas, los dolores e intimidades que escondían muchos de estos personajes que hasta el día de hoy son recordados. El libro sabe contar muy bien esos pequeños grandes detalles que profundizan en estos seres humanos.
-¿Qué consejos te dio Bitar?
-Me dijo abrígate porque hay un frío que te congela el alma. También me dijo que jamás lloró. Que nunca tuvo el tiempo para sentir autocompasión y lástima. Además, me explicó la división que se generó al interior de los prisioneros políticos. Ellos hicieron un mea culpa de lo que había sucedido con el gobierno de la Unidad Popular: "¿Qué mierda pasó? ¿En qué momento se cayeron nuestros sueños?". Al escucharlo había una cierta nostalgia, porque fue un momento de mucho dolor, pero también de mucho crecimiento. Sergio me confesó que en Dawson reforzó su vocación política. El destino lo empujó a jugársela por su país. Él venía del mundo privado, tenía negocios con su mujer, había estudiado en EE.UU., y aunque había sido ministro durante el gobierno de Allende, entró en una segunda ronda. Después de esto se motivó, hasta el día de hoy, para seguir trabajando para que estas cosas no se vuelvan a repetir.
Rodaje en el fin del mundo
"Jugamos al cágate de frío un ratito". La frase, esta vez, sí es de Vicuña. El rodaje fue hace casi un año, y ahora el actor está sentado en el hall del Teatro Mori, del cual es socio, en el Parque Arauco. Ha estado toda la tarde dando entrevistas sobre su viaje de esta semana a Haití en misión humanitaria. Está bebiendo un té y comiendo una medialuna. Pero nada de eso impide que cuando a Vicuña le preguntan por Dawson, lo primero que se le venga a la cabeza es ese frío austral que no perdona.
"Debo decir que la ropa térmica es un bluf", insiste, al recordar el inusual rodaje. "A diferencia de la historia original, estábamos con ropa especial. Así y todo, se sentía un frío que te lo encargo. En la realidad, los detenidos llegaron tal como estaban. De chaqueta y camisa. Después les enviaron abrigos, bufandas y botas".
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