Viviendas con “letra”: el giro sustentable de la construcción inmobiliaria que viene con nueva normativa desde octubre
El gerente de Sostenibilidad de Socovesa, Matías Abogabir, habló en radio Duna sobre los desafíos ambientales del sector de la construcción, el rol de las inmobiliarias en la calidad de vida urbana y la nueva ley que desde octubre obligará a todos los nuevos proyectos comunicar a los clientes su letra de eficiencia energética.
A partir de octubre de este año, las viviendas deberán contar obligatoriamente con una etiqueta de eficiencia energética, como las que existen en electrodomésticos como refrigeradores o lavadoras, marcando un antes y un después para la industria inmobiliaria, que se ve obligada a avanzar en sostenibilidad no solo por una mayor regulación, sino también por una demanda de compradores más informados y conscientes.
Así lo explicó el gerente de Sostenibilidad de Socovesa, Matías Abogabir, en el programa Hub Sustentabilidad de Radio Duna. En la entrevista, el ejecutivo abordó los desafíos ambientales del rubro, el rol de las inmobiliarias en la calidad de vida urbana y las oportunidades que ofrece el nuevo reglamento en construcción. “De octubre en adelante va a ser obligatorio para todos los nuevos proyectos comunicar a los clientes su letra de eficiencia energética”, explicó Abogabir. “Una vivienda que obtenga letra C, por ejemplo, parte con un 40% de ahorro en energía respecto de una vivienda básica. La A+ permite hasta un 100% de reducción”.
Según explicó, la letra “E” será el mínimo exigido por la norma, pero los proyectos podrán alcanzar mejores calificaciones según criterios pasivos de diseño, como orientación, aislación térmica, ventilación cruzada y protecciones solares, logrando un confort térmico tanto en invierno como en verano, sin recurrir a costosas instalaciones mecánicas. “No necesariamente las viviendas vienen con aire acondicionado y en algunos momentos son bien difíciles de habitar en épocas. El desafío ha sido cómo generar espacios más confortables todo el año”, señaló.
La sostenibilidad en el mundo inmobiliario, sin embargo, no se limita a lo energético. Abogabir indicó que la industria ha ido incorporando nuevas preocupaciones sociales y ambientales que antes no eran parte de su estrategia. “Quizás antes era la minería o la energía que se relacionaban más con sostenibilidad. Pero la construcción genera muchos residuos, se mezclan muchos mundos”, explicó. “Hoy todas las inmobiliarias están en proceso de formarse y adaptarse, y que los equipos internos puedan integrar estrategias tempranas de diseño con eficiencia energética”.
En esa línea, Socovesa y otras empresas del sector han comenzado a aplicar medidas como la aislación térmica exterior, “en lenguaje coloquial, con plumavit”, el uso de ventanas más eficientes, o la reducción de recovecos y juntas en los departamentos para evitar fugas de calor.
A eso se suma una mirada más integral, como la certificación de vivienda sustentable que promueve el Ministerio de Vivienda, y que considera variables como la eficiencia hídrica (llaves del lavamanos y WC de bajo consumo), el paisajismo con especies nativas, la conexión al transporte público, o la electromovilidad con cargadores eléctricos. “La certificación revisa seis categorías, entre ellas el confort térmico, el impacto ambiental del proyecto y su inserción en el entorno. No es solo eficiencia energética, sino también cómo la vivienda se relaciona con el barrio”, explicó Abogabir.
Relación con las comunidades
Otro de los puntos destacados por el Gerente de sostenibilidad de Socovesa fue el relacionamiento comunitario. Aunque este aspecto ha sido una preocupación más bien entre las industrias extractivas, como la minería, la construcción también se ha visto obligada a mejorar sus vínculos con los barrios donde se insertan los proyectos. “Uno construye dos o tres años y se va del barrio, era algo que quizás no lo teníamos tan cerca, pero en la medida que también fueron apareciendo conflictos, fuimos dándonos cuenta de la importancia que tenía conectarnos con la comunidad. (...) La pandemia, por ejemplo, con gente en teletrabajo o con niños estudiando, hizo notar el impacto de las obras en la vida cotidiana”, sostuvo.
En esa línea, las inmobiliarias han desarrollado manuales de buenas prácticas comunitarias que incluyen instalar canales de comunicación, enviar cartas informativas, realizar reuniones vecinales e incluso ajustar horarios de obra. “En general, lo que los vecinos reclaman no es una lista de supermercado, sino que se actúe como un vecino más. No trabajar antes de las 8 de la mañana, respetar los fines de semana, y sobre todo estar disponibles para escuchar”, señaló.
De este modo, el gerente indicó que escuchar y adaptarse no solo es una cuestión ética, sino también una ventaja operativa: “Una obra que genera menos molestia, que es más empática con el entorno, se pueda hacer de manera más rápida”.
Escucha el programa completo aquí:
Lo último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Contenidos exclusivos y descuentos especiales
Digital + LT Beneficios$3.990/mes por 3 meses SUSCRÍBETE