33 muertos en un entrepiso, una secta y un fraude millonario: los crímenes que sacudieron a Corea del Sur

33 muertos en un entrepiso, una secta y un fraude millonario: los crímenes que sacudieron a Corea del Sur. Foto: Park Soon-ja / Yoo Byung-eun.

A partir de denuncias de violencia y una estafa piramidal, en 1987 se desencadenó un caso que desconcertó a los peritos y que generó ecos posteriores.


Corría el 29 de agosto de 1987 cuando se informó sobre un presunto suicidio colectivo en Yongin, en una localidad ubicada a unos 82 kilómentros de Seúl, en Corea del Sur. En el acto se vieron involucradas 33 personas. Entre ellas, niños y adolescentes.

Sin embargo, al poco tiempo la policía descubrió que el caso iba mucho más allá. No solo hubo individuos que atentaron contra sus vidas, sino que también asesinatos.

Esas fueron algunas de las aristas que enmarcaron una trama aún más compleja, la cual estaba relacionada a una secta religiosa, una estafa piramidal, un fraude millonario y un poderoso magnate surcoreano.

33 muertos en un entrepiso, una secta y un fraude millonario: los crímenes que sacudieron a Corea del Sur. Foto: Park Soon-ja.

Cuáles fueron los crímenes y cómo encontraron los cadáveres

Los cadáveres fueron encontrados en el entretecho de una fábrica, en la que operaba el grupo liderado por Park Soon-ja, una mujer de 48 años conocida como “La madre”.

En dicho lugar, llamado “El Cielo”,  los integrantes de la secta decían trabajar en artesanías que vendían para reunir dinero. Dichos fondos, según ellos, iban destinados a mantener sus operaciones y a financiar las actividades de un jardín infantil y una escuela de enseñanza básica, dirigida por la mujer en cuestión.

Luego se descubrió que apenas producían un par de piezas y que la mayor parte del inventario eran productos de fabricación industrial que compraban en Seúl.

“El Cielo” era solo una fachada y sus verdaderas fuentes de financiamiento eran las “inversiones” que Park Soon-ja y su círculo obtenían de sus seguidores, quienes le pedían dinero a sus familiares y conocidos bajo la esperanza de que después se les retribuiría con cifras mayores.

Como es de esperar, las víctimas no lo sabían en aquel momento, pero estaban siendo engañadas mediante un “esquema Ponzi”, un tipo común de estafa piramidal.

A grandes rasgos, consiste en que quienes dirigen la red buscan “inversionistas” con la promesa de que posteriormente recibirán beneficios económicos a partir de las utilidades que generen, pero que en realidad no existen, ya que no las generan. Así, los fondos que entregan los nuevos participantes son derivados hacia los más antiguos, hasta que llega un punto en que el modelo no se sostiene y los cabecillas se quedan con el mayor porcentaje de dinero, lo que deja a una gran cantidad de afectados hacia abajo de la pirámide.

Esto último fue precisamente lo que le ocurrió al grupo liderado por “La madre” a mediados de agosto de 1987, por lo que quienes entregaron sus montos empezaron a exigir retribuciones, tal como se les había prometido.

Según informaciones rescatadas por Infobae, en un inicio envió a algunos de sus seguidores a “visitar” a los acreedores para que no siguieran insistiendo. Algunos de ellos fueron golpeados hasta que lograron “convencerlos”.

No obstante, se presentaron denuncias tanto frente a la policía como ante los tribunales, debido a los actos de violencia y los efectos de la estafa piramidal. El fraude fue cifrado en unos ocho millones y medio de dólares, aunque después se descubriría que el monto era considerablemente mayor.

Aquello llevó a que las autoridades emitieran una orden de arresto para “La madre” y una decena de sus cercanos vinculados a “El Cielo”, aunque no fue tan sencillo, ya que de un momento a otro dejaron de circular por los espacios que visitaban con frecuencia.

Un grupo de agentes policiales fue a la fábrica con el objetivo de encontrarlos, pero al llegar solo había dos trabajadores que no estaban en la lista de buscados, quienes desconocieron la situación y dónde estaba el resto.

No parecía haber nadie más y el centro de ventas estaba cerrado, por lo que optaron por irse.

Lo que no sabían ni pudieron identificar en ese minuto, es que arriba de ellos, en un entrepiso, había 33 personas escondidas y silentes, escuchando lo que decían.

Ante la probabilidad de que la policía pudiera llegar a buscarlos a la fábrica en cualquier momento, habían decidido ocultarse ahí desde el día anterior, mientras que los empleados que figuraban abajo se encargaban de subirles agua y porciones de arroz.

De la misma manera, cuando subieron llevaron colchones, cuerdas y baldes para defecar y orinar. Asimismo, aunque sin que nadie más lo supiera, algunos de ellos guardaron veneno.

Así estuvieron hasta que la mañana del 29 de agosto, un anónimo llamó por teléfono a la policía para advertir que había muertos en “El Cielo”, justo arriba de donde los agentes habían estado.

Con esos datos, volvieron a la fábrica y corroboraron que la información era cierta.

Apenas entraron, sintieron el olor putrefacto de sus desechos y de los cadáveres que ya estaban empezando a descomponerse.

Entre ellos también había niños y adolescentes, mientras que varios de los cuerpos tenían las manos atadas.

Posteriormente, las autopsias revelaron que casi todos los fallecidos habían sido envenenados y que otros fueron estrangulados hasta la muerte.

El cadáver de Park Soon-ja también fue encontrado en el entrepiso, aunque no con señales de envenenamiento, sino que con rastros de haber sufrido un golpe brutal en la cabeza. Junto a ella estaban tres de sus hijos, de 19, 22 y 24 años.

Respecto a por qué solo algunos fueron ahorcados, los peritos sugirieron que probablemente se debió a que —por sus características físicas— el veneno que llevaron no les provocó una muerte rápida.

Por otro lado, cerca de 58 seguidores de “La madre” escaparon antes de que se realizaran estas acciones en el entrepiso.

33 muertos en un entrepiso, una secta y un fraude millonario: los crímenes que sacudieron a Corea del Sur. Fotos: Park Soon-ja / Yoo Byung-eun.

Los vínculos entre la secta y un poderoso magnate

Cuando los agentes revisaron los documentos que se guardaban en “El Cielo” y en la residencia de Park Soon-ya, descubrieron que estaba vinculada a otra organización que se presentaba como la Iglesia Evangélica Bautista de Corea, financiada por un multimillonario llamado Yoo Byung-eun.

Datos rescatados por la BBC detallan que la empresa propietaria de la fábrica, Odaeyang Trading Co, figuraba como una subsidiaria de una de las principales firmas del magnate, Semo Corp.

Ahí se calculó que las cifras llegaban a aproximadamente 17 millones de dólares, mucho más que los 8.5 que se habían estimado en un inicio.

Yoo Byung-eun fue arrestado en 1992 y se le acusó de “fraude habitual bajo la máscara de la religión”. Así, se le adjudicaron cuatro años de cárcel porque él y un socio tomaron más de un millón de dólares —que eran donaciones para la iglesia— con el objetivo de invertirlos en negocios privados.

Una vez que salió en libertad, quiso cambiarse el nombre a Ahae, para así iniciar una carrera como fotógrafo profesional con la que llegó a exponer sus obras en espacios tan aclamados como el Louvre de París y el Palacio de Versalles.

Finalmente, murió en 2014 a sus 73 años por causas no identificadas, tras pasar por una serie de complicaciones legales. Su cuerpo fue encontrado en un campo de ciruelos de la localidad de Suncheon, 300 kilómetros al sur de Seúl, en un estado avanzado de composición.

La serie documental En el nombre de Dios: Sagrada traición (2023), la cual está disponible en Netflix, profundiza con mayor detalle en estos casos. Puedes ver un tráiler a continuación.

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