El millonario negocio de las “cibermendigas”, las streamers que transmiten desde barrios ricos y nos acercan al Cyberpunk

El millonario negocio de las “cibermendigas”, las streamers que transmiten desde barrios ricos y nos acercan al Cyberpunk. Fotos: Redes sociales.

Cada vez más streamers —en su mayoría mujeres— salen de noche a los sectores más acomodados para transmitir contenidos desde las ciudades más grandes de China. El objetivo: entretener a los cientos de millones de usuarios activos, y reunir ganancias a través de propinas y colaboraciones publicitarias. Así es cómo operan las “cibermendigas”, quienes pueden llegar a conseguir más dinero y en menos tiempo en comparación a un trabajo formal.


Una multitud de jóvenes se agrupa debajo de una pasarela techada en las calles de Shenzhen, ciudad del sureste de China. Los focos de sus reflectores individuales iluminan sus rostros en medio de la noche, mientras hablan y sonríen fijamente a las cámaras de sus celulares, posicionadas frente a cada una con el apoyo de un trípode.

La distancia entre ellas es mínima. Sentadas sobre una almohada, una manta o una silla portátil, pasan horas transmitiendo desde ahí hacia las pantallas de los millones de espectadores que las siguen en redes sociales.

Para conseguir los mejores puestos, es necesario llegar con anticipación. Y pese a que la competencia por este objetivo es ardua, confían en que los resultados lo valen: haciéndolo un par de días a la semana y en jornadas menores a las de un trabajo formal, pueden ganar más dinero.

Dicha situación no solo se reduce a Shenzhen, ciudad que se caracteriza por su comercio y por ser la sede de gigantes tecnológicos como Huawei, sino que se expande hacia otras metrópolis del país asiático.

A mediados del mes pasado, la influencer china conocida por sus impresiones en 3D, Naomi Wu, compartió registros sobre este escenario en su cuenta de Twitter.

Ahí se ve cómo operan estas jóvenes —en su gran mayoría mujeres— quienes se han ganado el apodo de “cibermendigas” en internet y han fomentado un millonario negocio que cada vez llama más la atención de las marcas en China.

“Cibermendigas”: las streamers chinas que transmiten desde barrios ricos

Una de ellas es Nai Nai (23), quien a diferencia de Naomi Wu, vive en Shanghái. Cuando llegan las noches de los martes, jueves y sábados, se dirige hacia una pasarela junto al río Huangpu, para más tarde ir a las cercanías del Yu Garden.

Ahí busca el espacio con la mejor vista, posiciona su celular y baila por horas frente a la cámara para entretener a sus seguidores en Douyin, la versión local de TikTok. También canta en modalidad de playback e interactúa con ellos directamente.

Según contó a El Mundo, así gana cerca de 24.000 yuanes (más de $2.800.000 pesos chilenos), mediante una jornada que solo abarca seis horas en cada uno de esos tres días, es decir, menos tiempo que en la mayoría de los empleos formales.

De esa cifra, la mayoría viene de propinas digitales que le envían los usuarios y que ella después canjea por dinero real, mientras que una parte menor proviene de publicidad comercial en sus videos.

Si bien, así puede obtener los ingresos necesarios para vivir cómodamente durante el mes, Nai —quien cuenta con un título universitario, pero no trabaja en la carrera que estudió— está lejos de ser la streamer más exitosa.

Streamers. Fotos: Naomi Wu / Twitter.

Un informe publicado en 2020 por la empresa china de consultoría, iResearch, reveló que el país cuenta con más de 1.23 millones de streamers, de los cuales el 70% son mujeres y cerca de dos tercios tienen menos de 26 años. Asimismo, hasta antes de la pandemia había más de 600 millones de usuarios activos (los que ven los contenidos), un número que se estima que se ha triplicado.

Un documento de la Academia de China para la Promoción del Comercio Internacional que fue revisado por el citado medio, detalló que solo entre mayo de 2021 y abril de 2022, Douyin tuvo más de nueve millones de transmisiones en vivo al mes. En ese periodo y a través de los directos, se vendieron más de 10.000 millones de productos.

Es por esto que las streamers compiten tan intensamente para conseguir los puestos con la mejor vista, mientras que la mayoría de ellas optan por ir a los barrios más acomodados para grabar desde ahí, debido a que hay aplicaciones que ofrecen una función que les permite habilitar su ubicación.

La lógica es que si están más cerca de quienes tienen alto poder adquisitivo, es más probable que reciban propinas digitales y vendan los artículos que promocionan para las marcas.

Y, hasta el momento, les ha dado resultados.

Streamers. Fotos: Redes sociales.

Una industria en constante crecimiento

Al igual que en Douyin, existen otras plataformas como Kuaishou y Taobao (propiedad de Alibaba), las cuales son utilizadas por los streamers para transmitir y reunir ganancias. Si bien, esta es una industria que no se detiene ni por un segundo, hay momentos del año en que las ventas se disparan por sobre lo habitual.

Por ejemplo, en el pasado Día del soltero —que se celebra en China el 11 de noviembre— , el empresario e influencer Luo Yonghao estuvo en vivo por más de 15 horas seguidas en Taobao, tiempo en el que vendió más de diez millones de dólares en productos como celulares Xiaomi y máquinas de afeitar, entre una extensa y variada lista.

Informaciones reunidas por el citado medio detallaron que estas personalidades de internet pueden cobrar hasta 22 millones de pesos chilenos por una sesión de transmisión, a la que se le añade entre el 20% y el 40% por las comisiones de los artículos vendidos.

Celular. Foto referencial: Getty Images.

Para tener una idea de hasta dónde puede llegar la magnitud, otra persona conocida en esta industria es Li Jiaqui, quien luce logros como haber vendido 15 millones de pintalabios en 15 minutos, además de generar ventas por más de 140 millones de dólares en el Día del soltero de 2019.

Por su parte, los 1.23 millones de streamers chinos siguen saliendo a las calles de las metrópolis del país, ya sea para transmitir en tiempo parcial o para hacerlo en jornadas completas, para así llamar la atención de las marcas más importantes y construir su propio imperio en base a bailes, cantos y clicks en el mundo digital.

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