Encuentran chistes de los que se reían en la Edad Media: conejitos asesinos, cervezas y Dios

Encuentran chistes de los que se reían en la época medieval: conejitos asesinos y excremento

Conejitos asesinos, incontinencia y burlas a los sacerdotes. Los juglares se ocupaban del entretenimiento de los campesinos, quienes los buscaban para relajarse después de un duro día de trabajo.


Hoy, hay comedia para todos los gustos. Stand ups de política, chistes infantiles, memes, programas de entrevistas nocturnas y un sinfín de cosas que nos sacan carcajadas. Pero, ¿alguna vez te preguntaste de qué se reían en otras épocas, como en la medieval?

Una nueva investigación literaria encontró un manuscrito medieval inglés que no es un cuaderno ordinario. Sino que tiene el guión de comedia de un artista ambulante anónimo del año 1480 que da luces sobre qué era lo que les causaba risa en esos tiempos, y el resultado es bastante peculiar.

Encuentran chistes de los que se reían en la época medieval: conejitos asesinos y excremento

Los chistes de los que se reían los campesinos medievales

“Estas rutinas de comedia son el equivalente medieval de los programas de entrevistas nocturnos”, dijo James Wade, experto de la Universidad de Cambridge detrás del estudio que encontró un tomo medieval con chistes de la época y que lo comparó con los programas estadounidenses, como el de The Tonight Show Starring Jimmy Fallon.

“Nos da una idea de la comedia en vivo y el entretenimiento en la Edad media que de otro modo se perdería”, señaló el experto a The Washington Post.

Lo llamaron el manuscrito de Heege y fue escrito por un juglar, un artista humilde que viajaba entre cervecerías de Inglaterra para cantar cuentos, en su mayoría obscenos, y se burlaba de su audiencia y de sus señores feudales por igual.

“El juglar se ironiza a sí mismo, se relaciona con la comedia situacional, con bufonadas, con humor basado en funciones corporales crudas”, aseguró Wade. Y es que el artista tenía un perverso sentido del humor, donde invertía situaciones cotidianas y mostraba con frecuencia campesinos y reyes que fracasan por su propia estupidez o codicia.

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Por ejemplo, uno de los chistes es La persecución de la liebre, donde unos campesinos tontos salen a cazar conejos. En la persecución, entre el caos y la confusión, los cazadores terminan acechándose unos a otros e incluso uno de los campesinos cree que el conejo los va a asesinar y no al revés.

Los animales eran una fuente constante de humor en la rutina del juglar.

En otro chiste, el animador cuenta que entró a una iglesia y descubrió que sus bancos estaban poblados por peces. También otro momento donde asistió a un festín que había sido cocinado y servido por un zorro que tocaba el violín, y un abejorro la flauta.

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Pero también hacían bromas más crudas, sobre el excremento. Como en un sketch, donde hay un hombre que tiene incontinencia después de haber recibido un golpe en la espalda y que su trasero decía “cuac” cada vez que tenía que levantarse para caminar.

Otra rutina toma la forma de un sermón simulado que ridiculiza el sacerdocio en forma de sátira. En él, exalta las virtudes del consumo excesivo de alcohol y sugiere que las personas temerosas de Dios deben asegurarse de terminar sus cervezas si quieren un lugar en el cielo. Algo muy arriesgado para el siglo XV.

Así, después de un duro día de trabajo en el campo, los campesinos medievales podían relajarse de la misma manera que buscamos nosotros distraernos. “Estaban haciendo muchos de los mismos tipos de cosas que hacemos nosotros”, dijo Wade.

“Ve a tu pub, posada, taberna o cervecería favorita y relájate para pasar la noche. Bebe un poco de cerveza, come buena comida y escucha algo de entretenimiento”.

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