Jane Goodall: "A los 10 años decidí que viviría con animales salvajes"

La investigadora de 83 años es la mayor experta mundial en chimpancés, y protagoniza un nuevo documental que repasa su extensa carrera. Una ocasión que ella ve como ideal para remontarse a su niñez en Inglaterra y recordar los orígenes de su fascinación por la naturaleza, además de hacerle frente a una muerte que ve cada vez más cercana y reflexionar sobre el legado que dejará a las nuevas generaciones.


El 18 de febrero de 1935, una chimpancé del zoológico de Londres llamada Boo-Boo dio a luz una hija que se convirtió en una celebridad de la sociedad británica. Era la primera vez que una cría de esa especie nacía en el parque, por lo que los encargados decidieron llamarla Júbilo. Un par de meses después una niña inglesa recibiría en su primer cumpleaños un peluche de esa chimpancé, un regalo que marcaría el curso de su vida.

El juguete se convirtió en el compañero inseparable de las aventuras que la pequeña Jane Goodall emprendería en su casa de Bournemouth. No era extraño encontrarla en su cama mientras observaba atentamente un puñado de lodosos gusanos que había recogido en el jardín. Tampoco era raro que se escondiera por horas en el gallinero para intentar descubrir de dónde salían los huevos. Pero su pasatiempo favorito era subirse a los árboles, donde soñaba con vivir en la selva africana donde reinaba uno de sus personajes favoritos: Tarzán.

Muchos padres de la primera mitad del siglo XX quizás hubieran ignorado las ambiciosas fantasías de Jane, pero su madre Vanne Morris-Goodall, no lo hizo: "Cuando tenía 10 años yo había decidido que iría a África, viviría con animales salvajes y escribiría libros sobre ellos. Todos se rieron de mí. ¿Cómo podría hacer eso? África está muy lejos, teníamos poco dinero y yo sólo era una chica. Pero mi madre me dijo 'si realmente quieres hacer esto, tendrás que trabajar duro, aprovechar las oportunidades y nunca rendirte'. Ella respaldó mi sueño", cuenta Goodall desde Estados Unidos.

Esta inglesa de 83 años cumplió sus anhelos de niñez y hoy es la mayor experta mundial en el estudio y conservación de los chimpancés, labor que incluso la ha llevado a ser parodiada en Los Simpsons bajo el nombre de Joan Bushwell. Su rostro y su cabello amarrado al estilo "cola de caballo" se hicieron famosos en 1961, durante una serie de estudios que realizó sola en la recóndita zona de Gombe, Tanzania, y que revolucionaron la ciencia. En ese lugar vio por primera vez a los chimpancés -que hasta entonces eran considerados vegetarianos- en plena cacería de carne. Luego observó cómo dos ejemplares que ella bautizó como David Barbagris y Goliat tomaban ramas, les sacaban las hojas y las usaban para sacar termitas de una colmena. Hasta ese momento se pensaba que sólo los humanos podían crear herramientas, por lo que su jefe Louis Leakey -un famoso paleoantropólogo keniano que demostró que el hombre evolucionó originalmente en África- le escribió el siguiente telegrama: "Ahora debemos redefinir las herramientas, redefinir al hombre o aceptar a los chimpancés como humanos".

"Un momento muy especial fue cuando Flo, quien inicialmente se mostró tan temerosa como todos los demás chimpancés y huía cuando veía a este extraño 'simio blanco', llegó a confiar tanto en mí que permitió que Flint, su infante de cinco meses, se acercara y me tocara la mano", recuerda Goodall. Ninguno de esos logros, afirma la investigadora, habrían sido posibles sin el impulso que le dio su madre. Ella era novelista y se divorció al finalizar la II Guerra Mundial, por lo que se convirtió en la principal confidente de Goodall e incluso la acompañó en el campamento base en Gombe desde donde la investigadora partía a perderse en la selva: "En la sociedad de los chimpancés hay buenas y malas madres, pero los hijos de las que brindan más apoyo demuestran mayor confianza en sí mismos. Aprendí eso de mi madre y también de los chimpancés", comenta Goodall.

Esa intimidad es la que recoge el nuevo documental Jane, producido por National Geographic a partir de 140 horas de filmación que estuvieron olvidadas durante décadas y que se retransmitirá el próximo sábado (ver recuadro). Las imágenes fueron captadas en Tanzania por Hugo van Lawick, uno de los mejores cineastas de vida salvaje del siglo XX que luego se convirtió en el primer esposo de Goodall y padre de su único hijo, que también se llama Hugo. A diferencia de otros documentales sobre la primatóloga, el registro muestra una faceta más personal de su llegada a África, su investigación y su ajetreada vida como líder del instituto que lleva su nombre.

[caption id="attachment_117975" align="aligncenter" width="1268"]

Foto: National Geographic

[/caption]

Usted ya ha participado en varios documentales sobre su vida y trabajo en Gombe. ¿Por qué decidió revisitar los orígenes de su carrera?

Tras ver a los chimpancés elaborando herramientas para 'pescar' termitas, la Sociedad National Geographic accedió a financiar mi investigación y envió a Hugo. De las horas y horas de película que él rodó, se hicieron varios filmes en los 60 y 70 y jamás pensé que habría otro documental sobre esos años, pero el Instituto Jane Goodall necesita fondos para nuestro trabajo en África y me convencieron de que un nuevo filme ayudaría a recolectar dinero. La película me hizo volver a esos maravillosos días cuando estaba sola en la selva y me gané gradualmente la confianza de los chimpancés. Ver a mi madre junto a mí, a mi hijo como un bello bebé y revivir mi cercanía con chimpancés como David Barbagris, Goliat, el Señor McGregor, Flo y Fifi fue un momento mágico.

Llegar hasta los pronunciados valles de Gombe, un lugar accesible sólo a través de bote, no fue fácil. Al salir de la escuela en 1952, la familia de Jane no tenía dinero para mandarla a la universidad, por lo que aprendió secretariado y trascribió documentos en la Universidad de Oxford. En 1956 una amiga la invitó a visitar la granja familiar en Kenia, por lo que Goodall empezó a trabajar como mesera para pagar el boleto del barco.

"Estoy viviendo en el África que siempre añoré, aquel que hervía en mi sangre", escribió Goodall, de 23 años, en una de las primeras cartas que envió a casa tras llegar a Kenia en 1957. En la capital, Nairobi, conoció a Leakey, quien estaba organizando un estudio en Gombe para analizar el pasado ancestral que alguna vez compartieron chimpancés y humanos. El investigador contrató a Jane como secretaria, pero pronto se dio cuenta de su naturaleza solitaria y su profundo amor por los animales. A pesar de que ella no tenía ninguna preparación científica, la eligió para liderar la expedición a Gombe y hoy Goodall es una de las investigadoras más populares y reconocidas del mundo.

¿A veces es necesario romper ciertos paradigmas para generar avances?

Fue el hecho de ser mujer lo que hizo que Leakey me eligiera, porque él creía que las mujeres eran mejores observadoras y tenían más paciencia. Además, quería alguien cuya mente estuviera libre del pensamiento reduccionista científico de esa época. Cuando llegué a Cambridge en 1962 para realizar un doctorado en etología, sin haber pisado nunca una universidad, tenía miedo de los profesores. Imagina como me sentí cuando algunos me dijeron que a los chimpancés había que asignarles números en lugar de nombres, que no podía decir que tenían personalidades o mentes capaces de resolver problemas. O que no sentían felicidad, tristeza, ira, depresión o pena. Afortunadamente, cuando era niña tuve un maravilloso maestro que me enseñó que en realidad esos académicos estaban bastante equivocados. ¡Ese profesor fue mi perro Rusty! Si compartes tu vida de forma significativa con cualquier animal, te das cuenta que no somos los únicos seres con personalidad, mente y emociones. Debido a lo que filmó Hugo, mis descripciones de algunos comportamientos y la creciente comprensión de las similitudes entre nosotros y los chimpancés -la composición del ADN de ambos difiere en sólo uno por ciento- la ciencia logró abandonar esa visión limitada.

La voz de los animales

Los hallazgos de la investigadora británica en Gombe la guiaron a una vida casi sin pausas. No sólo obtuvo su doctorado en Cambridge, convirtiéndose en una de las pocas personas en lograrlo sin tener los estudios universitarios correspondientes. En 1977 creó el Instituto Jane Goodall, que tiene oficinas en más de 25 países, como Chile, y que busca mejorar la preservación de los primates y otros animales. En 1991 también estableció un programa de conservación dirigido a jóvenes llamado Roots & Shoots, que opera en más de 130 países y reúne a casi 150 mil miembros que van desde preescolares a universitarios. Además, es autora de más de una veintena de libros de divulgación y otros de tipo infantil, recorre el planeta dando conferencias donde suele bromear que Tarzán se casó con la Jane "incorrecta", es vegetariana y hasta fue consultora en la película La guerra del planeta de los simios (2017).

Por eso Goddall nunca está en un lugar por más de tres semanas, una rutina que detesta pero que no puede interrumpir: "Tanto viaje aéreo es poco amigable con el ambiente, pero es la única forma en la que puedo dar charlas e intentar inspirar a las personas, darles esperanzas sobre el futuro y persuadirlas de que cada uno de nosotros puede hacer una diferencia día a día". La investigadora agrega que cada año sólo hace un par de pausas en verano y Navidad: "Esos períodos los paso en la casa donde crecí en el Reino Unido, donde viven mi hermana Judy y su familia. Debo acelerar el paso y no bajarlo, porque a mi edad obviamente me acerco cada año al fin y todavía me queda mucho por hacer".

Esa es la razón por la que Goodall sigue visitando Gombe. La zona fue declarada parque nacional en 1968, pero no ha estado libre de la acción del hombre y los encargados incluso han intervenido una cascada que era considerada sagrada para llevar agua a las instalaciones turísticas. Para la investigadora, esa es sólo una de las evidencias de la amenaza humana en África: en los últimos 60 años las talas ilegales, la minería y la sobrepoblación –los africanos pasaron de 285 millones en 1960 a 1,2 mil millones en la actualidad- han destruido el 50 por ciento del hábitat de los chimpancés.

¿Cuáles son los mayores desafíos de la conservación animal que quizás no eran tan evidentes hace unas décadas?

La pobreza es uno de los principales. La gente caza furtivamente para tener dinero y alimentar a sus hijos. También está la demanda por productos como el marfil, el cuerno de los rinocerontes, las escamas de los pangolines o el uso de animales como mascotas. Hoy los cuernos de rinocerontes son más valiosos que el oro o la cocaína. La corrupción es otro problema donde vemos gente que se involucra en el comercio de vida salvaje y paga grandes sumas para seguir traficando. Además, debido a la falta de educación muchos chinos no sabían que para obtener marfil los elefantes eran asesinados, porque les decían que los colmillos venían de animales que habían muerto de manera natural. Otros creían que los elefantes se despojaban de sus colmillos de forma habitual. Quizás alguien pueda reírse de esto, pero si no te enseñan biología es fácil entender esa confusión.

¿Considera que las relaciones entre humanos y animales han cambiado en algo desde que inició su carrera?

Es una tragedia que nosotros, las criaturas más intelectuales que alguna vez han pisado este planeta, estemos destruyendo nuestro único hogar. Si bien hoy sabemos más sobre la conducta y la inteligencia de otros animales, estamos arrasando sus hábitats. La destrucción de los bosques es una de las mayores causas de cambio climático, junto con la polución de los océanos y nuestro uso descontrolado de combustibles fósiles. El programa Roots & Shoots partió cuando me di cuenta de que muchos jóvenes parecían haber perdido la esperanza. Me decían que habíamos comprometido su futuro y que no había nada que pudieran hacer. Hay una cita –del ambientalista Wendell Berry- que dice 'No hemos heredado este planeta de nuestros padres, se lo hemos pedido prestado a nuestros hijos'. En lugar de eso lo que hicimos fue robarlo, pero no estuve de acuerdo en que no había nada que se pudiera hacer.

Goodall afirma que cada individuo puede hacer una diferencia en su vida cotidiana: "Piensa en las consecuencias de lo que compras, lo que comes, lo que vistes. ¿De dónde salió todo eso?, ¿su elaboración dañó el ambiente?,¿hubo crueldad contra los animales?, ¿es barato porque se usó trabajo infantil?, ¿en realidad necesitas ese producto? Si millones o miles de millones de personas hicieran pequeñas decisiones éticas cada día, el mundo empezaría a moverse en una mejor dirección". La investigadora ha visto en terreno el efecto de su labor de concientización: "Hace poco, en China varios adultos se acercaron a decirme que estaban interesados en proteger a los animales. Todos habían visto los documentales de National Geographic sobre mí y los chimpancés cuando cursaban educación primaria y participaban de Roots & Shoots".

[caption id="attachment_117977" align="aligncenter" width="640"]

La investigadora y su hijo Hugo Eric Louis. Foto: National Geographic

[/caption]

Tareas pendientes

Luego de más de cincuenta años de investigaciones y conferencias, la investigadora británica no pierde la esperanza de que la humanidad todavía pueda salvar su casa. Goodall cree que las energías solar y eólica "nos permiten vivir en armonía con la naturaleza" y afirma que el espíritu humano es indomable: "Hay gente que aborda tareas imposibles y no se rinde. Como Rachel Carlson, autora del libro Silent Spring y que abordó el envenenamiento que provocaba el pesticida DDT. Pese a ser amenazada y despreciada por las grandes empresas, convenció a los gobiernos que el químico era responsable de la casi extinción de muchos animales como el águila calva".

Goodall recuerda a varios de sus pupilos aventajados como Richard Wrangham, profesor en la Universidad de Harvard y autor del libro Coerción sexual en primates y humanos. Pero tampoco olvida algunos de los eventos más traumáticos que vivió, como la epidemia de polio que arrasó con sus chimpancés, la repentina muerte de su segundo esposo, Derek Bryceson, por culpa del cáncer y el salvaje asesinato en Ruanda de su amiga Diane Fossey. En 1985 la primatóloga estadounidense, cuya historia fue llevada al cine en el filme Gorilas en la niebla, apareció muerta a golpes en su propia cabaña y hasta hoy se especula que fue asesinada por cazadores furtivos.

¿Qué aprendió de la labor de Fossey?

Diane ayudó a salvar a los gorilas de las montañas y ahondó en sus vidas como nunca antes. Desafortunadamente, no involucró a la población local en su trabajo, excepto cuando los empleó como rastreadores. Ella sólo se dedicó a combatir a los cazadores furtivos y nunca intentó hablar con ellos ni tampoco les sugirió alternativas para que se ganaran la vida de otra manera que no fuera matar gorilas y se convirtieran en socios de la conservación. Desde 1994, el Instituto Jane Goodall ha trabajado para mejorar las vidas de la gente que vive alrededor de los hábitats de chimpancés a través del programa TACARE.

¿Hay algo que lamenta después de décadas de investigaciones?

Me arrepiento de muchas cosas. Me gustaría haber tenido más tiempo para estudiar la diversidad cultural de los chimpancés en distintas partes de África, es decir, cómo han desarrollado distintas maneras de ocupar objetos y herramientas. O como varían sus gestos o métodos de comunicación, que parecen funcionar de distintas maneras.

A sus 83 años, Goodall sigue tan tenaz como cuando tenía 10 años y decidió vivir en África. Si le preguntan cuál será su siguiente aventura, suele responder "morir". "Usualmente, se produce un silencio producto del shock. Una o dos risas nerviosas", admite. Según la investigadora, al fallecer está la nada, el fin, o hay vida después de la muerte, lo que ella considera "una aventura maravillosa": "Varias personas se me han acercado después de decir eso y me han comentado que hasta ese momento nunca les agradó contemplar la muerte, pero que ahora la ven de una manera totalmente nueva y mejor".

Hoy uno de los lazos más importantes para Goodall es el que mantiene con su hijo Hugo Eric Louis, aquel niño que aparece en varias escenas de los trabajos de campo en Gombe y al que todos llamaban "Grub". Nunca quiso que su trabajo le impidiera ser una buena madre por lo que cuando el niño ni siquiera caminaba, y por miedo que los chimpancés le pudieran hacer daño, la investigadora construyó una jaula protectora que parecía una enorme cuna y le permitía estar cerca de él.

"Durante los primeros tres años, nunca pasé una noche alejado de él", asegura la experta, quien agrega que su hijo realmente disfrutó al ver el nuevo documental. Hugo Eric Louis vive en Tanzania, fabrica barcos y tiene tres hijos. Uno de ellos se llama Merlin y colabora con un programa de reforestación impulsado por Roots & Shoots.

¿Qué herencia le gustaría dejar? ¿Ve a Merlin como un eventual sucesor?

Hay sedes del instituto en muchos países y cada vez crecen más y el movimiento Roots & Shoots está ahora en más de 100 naciones. Será la gente joven la que seguirá con el trabajo que yo comencé y Merlin es uno de ellos. Roots & Shoots será mi principal legado, con jóvenes que serán mejores administradores de este planeta de lo que nosotros hemos sido. Ellos probarán que es posible vivir con armonía entre nosotros, con los animales y con el mundo natural. Ese es mi legado.

Jane: el documental

La filmación, que se emitirá el próximo sábado a las 22 horas en el canal Nat Geo, está a cargo del director Brett Morgen. El realizador fue responsable de documentales como On the Ropes –que narra la historia de tres boxeadores jóvenes y fue nominado al Oscar- y Kurt Cobain: Montage of Heck, sobre el fallecido vocalista de la banda Nirvana. Fue él el encargado de organizar el caos del material que fue redescubierto recién en 2014 en las bodegas de National Geographic: los carretes de 16 mm no estaban almacenados en orden cronológico y los miles de fragmentos de película ni siquiera tenían audio.

Frente a esta emergencia, Morgen contrató un ejército de ayudantes para organizar la película. Además, consiguió que el compositor Philip Glass –ganador del Oscar por la música de Kundun y Las horas- compusiera las melodías que le dan vida a las tomas de Gombe. El documentalista también usó la voz de Goodall obtenida de la versión en audio de su libro Reason for Hope y, además, pasó dos días entrevistando a la investigadora en Tanzania. El filme, que también aborda la relación de Goodall con Van Lawick y su divorcio en 1974, se estrenó en cine el año pasado y ganó varios premios como mejor documental.

Goodall en Chile

La primera visita de Goodall a Chile se produjo en 2013, ocasión en que dictó una charla en la U. Católica y recorrió el centro de rescate y rehabilitación de primates de Peñaflor. Su segundo viaje fue hace tres años y significó la inauguración del Instituto Jane Goodall Chile. La organización (www.janegoodall.cl) ayuda a realizar varias campañas como el "Día de la fauna chilena" (www.facebook.com/diadelafaunachilena), que tiene el patrocinio del Ministerio del Medio Ambiente, Conaf y el Museo Nacional de Historia Natural. Precisamente, en ese lugar se realiza una de las principales actividades que consiste en una feria educativa donde diversas ONG se reúnen para contar su trabajo de conservación.

El instituto también lleva a cabo un "Programa de jóvenes líderes ambientales", implementado por primera vez en 2017 y donde grupos de estudiantes de octavo a cuarto medio de la Región Metropolitana participan en talleres que buscan promover la valoración del patrimonio natural nacional.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.