El anillo del Capitán Beto, Spinetta y River Plate

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La relación entre el "Flaco" y River alcanzó tal punto que se vinculó una de sus canciones con un ídolo de la institución, dando lugar a uno de los mitos más importantes del rock argentino.


Había transcurrido casi una hora de partido y el marcador no tenía intención de moverse. River no podía contra San Lorenzo en un compromiso clave. Y el silencio ruidoso que se apoderó del gallinero anunciaba la llegada de esos fantasmas que durante dieciocho años habían negado una vuelta olímpica a la banda sangre. River no podía contra San Lorenzo y, además, no podía contra su ansiedad. A tres fechas del término, el sueño de levantar nuevamente una copa se complicaba. Y mucho: tres derrotas y un empate habían sembrado las dudas. ¿Estaba realmente para gritar campeón River Plate?

Coincidencia o no, esos partidos no los había jugado el "10". Una suspensión, tras el clásico ante Independiente, le había privado pisar el gramado durante varias fechas. Pero contra el "Ciclón" volvió a vestirse de corto. Y a marcar diferencias. A los 62', un córner servido por Pedro González, potente y cerrado, encontró su cabeza. 1 a 0 y el título se acercaba. Sobre el final, un rebote lo encontró posicionado acaso como un experimentado nueve de área: fusiló al golero y desató la algarabía. Ese 3 de agosto de 1975, quizás sea el partido más recordado en la historia de Norberto Alonso. En uno de los días más lindos de su carrera futbolística, con sus dos tantos, River Plate empezó a salir campeón. Nacía la leyenda del Capitán Beto.

"¡Y dale Flaco, y dale dale Flaco!". Se lo ve en YouTube y resulta difícil de creer. Las reacciones del público, en aquella época, ante un tipo de veinticinco años, ciertamente llaman la atención. Son solo comparables a lo que logra provocar hoy por hoy una que otra banda de rock. Y es que el tipo ya era un ídolo. Para 1976, Luis Alberto Spinetta, el "Flaco", ya se había consolidado como un referente del rock nacional argentino, regalando himnos de la talla de "Cantata de puentes amarillos", "Rutas argentinas" y la irrepetible "Muchacha (ojos de papel)".

Y seguía, a pulso, forjando su camino hacia el olimpo de la música. Así nació El jardín de los presentes, el tercer y último álbum de estudio de Invisible, banda que supo liderar el "Flaco". El LP, exhibido el 6 de agosto de 1976, presentó una canción que rápidamente daría que hablar y se convertiría en uno de los más grandes mitos de la carrera de Spinetta: "El anillo del Capitán Beto".

Ya no era una sorpresa que el "Flaco" subiera al escenario con la banda roja cruzándole el pecho. Lo haría muchas más veces durante su carrera. Criado en las cercanías del Estadio Monumental, en el barrio de Núñez, el fútbol se convirtió en una de sus más grandes pasiones, y River Plate en un fiel compañero, acaso un amante que lo acompañó incluso en sus recitales.

Sin embargo, el estrecho vínculo que unía a Spinetta y al cuadro millonario no siempre fue el que hubiese deseado. Durante su juventud, el "Flaco" fue uno de tantos que sufrió los dieciocho años sin títulos, la sequía más grande en la historia del club. Por eso sería tan importante la obtención del Campeonato Metropolitano de 1975, su primera gran alegría. Y, más aún, la irrupción del que se convertiría en su ídolo máximo, Norberto Alonso.

Spinetta.

Para el "Flaco", el "10" millonario era uno de los mejores jugadores de la historia. En una entrevista publicada por El Gráfico en 1989, habló de la admiración que sentía por su juego: "Cuando crecí, mi gran ídolo fue Norberto Alonso. Grandioso el Beto, uno de los mejores diez que pisó el mundo. Con Pelé y Maradona ahí".

El propio Beto Alonso contaría una anécdota, el año pasado en el programa Fox Sports Radio, que dejaría en evidencia el gran cariño que le tenía el "Flaco".

"Venían a cantarnos varios muchachos para divertirnos en la concentración. Y, de repente, entra el "Flaco" Spinetta y empieza a cantar. Y dice: 'Quiero que me disculpen todos los muchachos, pero yo tengo un ídolo y, la verdad, me gustaría poder cantarle una canción'. Yo, por supuesto, estaba escondido, me daba vergüenza. Después fui y le agradecí cuando terminó todo, y lo invité a mi casa a compartir una tarde".

"Ahí va el Capitán Beto por el espacio/ la foto de Carlitos sobre el comando/ y un banderín de River Plate/ y la triste estampita de un santo".

"El anillo del Capitán Beto" se escuchó por primera vez casi un año después de que la escuadra millonaria diera la vuelta olímpica, con la ya mencionada decisiva actuación de Norberto Alonso. Y no bastó mucho tiempo para que, tanto el "Capitán Beto" como la mención al banderín del club, sirvieran a la especulación: ¿colectivero argentino o ídolo de River Plate?

Los hinchas de la banda sangre no tienen dudas: es un homenaje del "Flaco" a su ídolo. Ese es el mensaje que instalaron y que forma parte de la mitología riverplatense. No obstante, el propio Spinetta se encargó de aclarar que no se inspiró en la zurda mágica de Alonso para escribir la canción, sino más bien en una obra cinematográfica de Jean-Paul Sartre, como explicó en la biografía Crónica e Iluminaciones (Planeta), de Eduardo Berti.

"Una vez estuve con el Beto y le dije que no la había compuesto pensando en él. ¿Cómo le iba a mentir? No se puede gambetear a un 10 majestuoso como él", aseguró el "Flaco" en una entrevista televisiva hace algunos años.

El misterio finalmente se resolvía. Pero el compositor nuevamente se encargó de sembrar la duda. Y es que en más de una oportunidad coqueteó con la resignificación popular para referirla a su ídolo. En conversación con El Gráfico afirmó que la relación entre el Capitán Beto y el otrora "10" de River "es un mito que ayudó a crear Juan Alberto Badía y está bien que así sea, porque el Beto se merece eso y mucho más. Una sinfonía". Seguramente esta sea la razón por la que los riverplatenses consideran la canción como el ápice del idilio entre Spinetta y el club.

Más allá de su origen, lo cierto es que el primer track de El jardín de los presentes se convirtió en una de las canciones más influyentes en la historia del rock argentino. Otro de los muchos regalos que nos dejó el “Flaco”.

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