Ciro Watanabe, el bendito de la cocina que mezcló culturas y sabores

FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO

Carismático, talentoso e inquieto, el chef peruano-japonés destacó por la alta calidad de su propuesta en la cocina Nikkei, en que mezcló sus dos culturas de origen. Pero no se quedó allí. Por su habilidad, desplegada en las mesas del Osaka, fue reconocido por el ránking The World’s 50 Best. Participó en reallities de cocina como un exigente jurado, pero también colaboró con Junaeb en la preparación de Ají de gallina para los escolares.


Un hogar en que el padre es descendiente de japonés y la madre, una limeña, marcó la trayectoria vital de Ciro Watanabe, el chef fallecido esta jornada a los 39 años en su natal Perú. La mezcla de los sabores de las dos culturas definió su sello en la cocina Nikkei, el estilo que le dio notoriedad en el país desde su arribo en 2009.

“Él fue la cara del Nikkei en Chile”, explica el cronista gastronómico, Daniel Greve. Por ello, su base de operaciones, el restorán Osaka (ubicado en Vitacura), tenía una labrada reputación como uno de los mejores locales de su estilo en el país, pero también a nivel mundial. No en vano, figuró en el ránking The World’s 50 Best que destaca a lo mejor de la gastronomía en el orbe.

“En el caso de Ciro estuvo varios años dentro de los 50 mejores, y definitivamente lo era -agrega Greve- era un tipo con una sazón única, muy especial”.

Su interés por explorar nuevos sabores lo llevó a trabajar también con productos chilenos. “Bueno, tratamos de aprovechar lo que el mar nos da. Mariscos como lapas, navajuelas, huepos cuando llegan; lo mismo las chochas y los piures. Por otro lado, estamos usando el ají verde en un par de platos y los erizos cuando no están en veda”, dijo a La Tercera en 2018.

En esa oportunidad confesó su debilidad por los interiores. “Me encantan las prietas chilenas. ¡Soy un enfermo de los interiores y esas cosas! He probado el sánguche de potito y me ha encantado, aunque me cae pesado. Otra cosa que me gusta son los chupes chilenos, sobre todo el de locos”.

Su sello estaba en la habilidad. “Era un tipo brillante, combinaba de forma los sabores de forma asombrosa y todo en pequeños bocados -explica Greve-. Hacía magia en muy poco espacio y una preocupación sobrenatural por los ingredientes. Era alguien con dedos benditos”.

Pero además, quienes le conocieron señalan que Watanabe era un personaje. “Muy carismático, cuando estaba en la barra se notaba”, señala Greve. “Me tocó ir muchas veces al Osaka con y sin Ciro y la verdad es que cuando estaba él, definitivamente era especial. Un tipo muy cariñoso, de risa muy contagiosa, muy alegre”, agrega.

Tal vez por esa cualidad es que su personalidad encontró un espacio en la televisión a la manera de colegas como Ennio Carota o Yann Yvin. Su carácter exigente, intenso, pero afable a la vez, le granjeó la posibilidad de participar en espacios como Top Chef, de TVN, y Master Chef Celebrity.

Su mano también se hizo notar en zonas menos glamorosas, como los menús de Junaeb, al que contribuyó con una particular receta de Ají de gallina adaptada para las necesidades de los niños. Una tarea que le tocaba su historia como inmigrante, considerando el creciente número de estudiantes provenientes de otros países de la región. “Estos platos abren toda una oportunidad de diálogo entre los niños de distintas nacionalidades que hay en estos colegios”, señaló.

Precisamente, Watanabe explicó a La Tercera su visión respecto al auge de la cocina del Perú en el país, acaso una de las mayores exportaciones no tradicionales del país vecino. “Lo que pasó acá es por el volumen de la migración peruana en Chile. Específicamente la cantidad de señoras peruanas que comenzaron a trabajar en los hogares chilenos y fueron ‘peruanizando’ poco a poco los almuerzos. Y que después, ya derechamente, se lanzaban con un ají de gallina o una causa para esa familia chilena. Así todos fueron integrando los sabores peruanos a su paladar”.

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