Mulán 2020: diferencias y guiños a la cinta animada
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Hay muchas versiones de la leyenda sobre la guerrera china, pero la más popular a nivel internacional es un filme animado de Disney que data de 1998. Tras el estreno en Disney+ de una nueva adaptación live action, las comparaciones son inevitables.
La premisa es más o menos la misma. En un incierto periodo entre los siglos IV y VII, una joven china se hace pasar por hombre para tomar el lugar de su padre -anciano y enfermo- luego que el Emperador decretara que todas las familias debían enviar a un hombre a luchar por el reino.
Con el pasar de los años desde el primer poema -"Ballad of Mulan"- hasta la más reciente adaptación live action -Mulán 2020-, la historia ha adquirido diversos elementos que hacen de cada versión, un relato único con la guerrera como protagonista.
Para las generaciones más jóvenes -y a nivel internacional- la cinta animada de Disney es quizás la más conocida. En compañía de un carismático pequeño dragón rojo como guía espiritual y un tímido grillo, Mulán acude al cuartel de reclutamiento haciéndose pasar por el hijo varón que su padre nunca tuvo.

Entre canciones, instancias de camaradería con otros soldados, la chispa de romance con el General Shang, la carga de emocional de la ‘deshonra’ que su engaño significa para la familia, y la lucha contra la tradición de que una mujer debe ser una buena esposa; Mulán salva la vida del Emperador y la estabilidad del Reino.
Entre postergaciones por las polémicas declaraciones de la actriz protagónica -Liu Yifei- en favor de la violencia policial contra los manifestantes en Hong Kong, la pandemia de coronavirus que obligó a cerrar cines, y su reciente estreno en el servicio de streaming Disney+; la adaptación live action 2020 ya debutó en algunos puntos del planeta, y las diferencias con su versión animada de 1998 son ineludibles.
En Culto te contamos cada uno de los puntos que distinguen estas dos producciones y los guiños que este debut hizo al clásico de fines de los 90.
La principal diferencia es transversal a la película: la ausencia de canciones que dan un toque de producción musical a la cinta. Si bien la presencia de melodías con versos explicativos es uno de los sellos de los clásicos de Disney, la leyenda de Mulán bien se pudo contar a partir de diálogos y acción en la pantalla.
Luego son distinciones un tanto más específicas respecto al tratamiento de la historia. Cronológicamente -y gravitante en el relato- es que la cinta muestra a Mulán entrenando desde pequeña. Su padre, un guerrero destacado de las batallas pasadas, percibió en ella un poderoso ‘chi’, pero las tradiciones chinas lo llevaron a permitir que su hija fuera criada como una “futura esposa honorable” y no como una potencial guerrera.

En la versión animada, en tanto, Mulán tiene la misma valentía y lealtad a su familia; pero llegó al batallón sin conocimiento alguno respecto de técnicas de guerra, maniobras de defensa o uso de armas.
Sobre los personajes, hay tres grandes ausentes y tres nuevas personalidades en la película. El grillo de la suerte que su familia le entrega a Mulán previo a su entrevista con la casamentera, no es parte de la historia, así como tampoco el dragón Mushu que la acompaña en su aventura, ni el General Shang, su superior en la brigada y posterior interés amoroso.

En el live action, el animal espiritual de Mulán es un ave fénix, relevancia explicada desde los primeros minutos de la cinta -en términos familiares y de crecimiento personal- y que la orienta en su camino del ‘héroe’. Claro que sin tener la capacidad de hablar, y por ende, sin ser poseedor de la ironía que caracterizaba a Mushu.
Sobre el General Shang, los realizadores revelaron que decidieron eliminar ese personaje porque -en el marco de la lucha feminista y la era del #MeToo- les hacía ruido que Mulán se involucrara con un superior.
Por ello, en Mulán 2020, crearon al Comandante Tung -que fue una suerte de figura paterna en la guerra-, y a Honghui, otro soldado con quien desarrolla una relación amistosa con dejos de romance. Un compañero. Un igual.
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También se introduce un nuevo enemigo, una hechicera capaz de cambiar de cuerpo, que es utilizada como esclava por Bori Khan, guerrero rourano enemigo del Imperio chino. Xiang Lang, como se llama la bruja, ataca al ejército chino no por determinación propia, sino respondiendo a las órdenes de Khan.
Es al encontrarse con Mulán que hay una suerte de conexión en el que ambas aprenden algo de la otra: la hechicera le dice a Mulán que debe ser ella misma, mientras que la guerrera le dice a Xiang Lang que el elegir actuar por el bien, depende únicamente de ella. Es una muestra de sororidad que no está presente en la película animada (y no es lo único que refuerza el mensaje feminista).

Cuando Mulán revela su verdadera identidad ante sus compañeros, es expulsada por orden del Comandante, pero en cuanto regresa para alertar del peligro en el que está el Emperador, inmediatamente sus camaradas de batallón exclaman “Yo le creo a Hua Mulán”. Si bien sus compañeros no se travisten para distraer al enemigo, la apoyan en su veloz travesía a la Ciudad Prohibida.
El viaje de Mulán sí es complejo previo a presentarse como ella misma ante sus compañeros, mucho más complejo que en la versión de 1998. En uno de los descansos, se muestra a la guerrera con los pies vendados -como acostumbraban hacer las mujeres para que tuvieran pies pequeños, símbolo de feminidad-, y también tuvo que compartir carpa con los demás soldados.
Esto último la tuvo por días durmiendo escasas horas, ya que era la última en dormirse y la primera en levantarse para evitar que descubrieran sus rasgos femeninos. Incluso evitó las duchas para ello, viéndose obligada a bañarse en el río sola, de noche, enfrentándose a una aterradora situación.

Además, sin Mushu y el grillo, su viaje fue más bien solitario mientras intentaba descifrar quién era ella y sus motivos para embarcarse en esa aventura. En aquella exploración, se habla de la relevancia del ‘chi’, explicado como flujo de fuerza vital presente en la naturaleza y los seres vivos, y cómo Mulán reprime su ‘chi’ cuando debería liberarlo.
Otro de los aspectos que difieren del filme animado -y que fue rescatado en otras versiones- es que el Emperador de China le agradece a Mulán no solo con una espada, también le ofrece el cargo de Generala en su ejército. Si bien la joven rechaza tal honor para regresar con su familia, el monarca envía al Comandante Tung a reiterarle la oferta.

Pero la nueva adaptación también supo conservar algunos elementos del 98′ que son apreciables.
La columna vertebral de la leyenda de Mulán mantuvo la desastrosa entrevista con la casamentera -relevante en el dilema de la mujer entre las imposiciones de la sociedad y su propio sentir-, y el delicado detalle de dejar su característico peine de jazmín al huir de casa (pero sin cortar su larga melena).
Otro guiño evidente, es una comida que comparten previo a la batalla, en la que los muchachos sueñan con su “mujer ideal”.
Si bien en esta realización no hay canciones, transformaron la idea expresada en el tema “Mi chica es la razón”, con una conversación casual entre colegas. Las risas entre machos abundaron cuando Mulán -en su papel de hombre- dijo que le gustaría una chica valiente, con sentido del humor e inteligente.
Si bien es complicado ver Mulán (2020) sin compararla inconscientemente con su homónima animada de 1998, lo cierto es que las diferencias son tantas que se cataloga como una cinta distinta. Una versión completamente independiente que responde a los tiempos que corren.
La joven guerrera no va a la batalla solo por cuidar a su padre -ya incapaz de rendir como el soldado que alguna vez fue-; también emprende tal viaje para encontrar su identidad y enfrentarse a las tradiciones que su cultura le impone, sobre todo, desenfundando la espada y peleando cuerpo a cuerpo como ella misma, con destreza femenina y cabellera al viento; no en la piel de un varón.

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