Peacemaker: diversión irregular

La crítica de series de Culto, Daniela Lagos, analiza la producción de HBO Max que cuenta la historia del personaje del mismo nombre de DC Comics. "Su problema es que, al menos en sus tres primeros episodios, no logra ser consistente a través de los capítulos completos, donde también hay momentos que se sienten de relleno y hacen perder la atención", dice.


El 2021 el universo cinemático de DC Comics estrenó The suicide squad, una cuasi secuela de la historia de supervillanos Suicide squad (2016), y que al inverso que su predecesora consiguió muy buena crítica y una recaudación de taquilla decepcionante. En esa película se presentó al mundo un nuevo héroe; una máquina de matar que justifica todo lo que hace por un supuesto bien mayor.

“Valoro la paz con todo mi corazón, y no me importa a cuántos hombres, mujeres y niños tenga que matar para conseguirla”, dice Peacemaker en esa cinta, donde al final su personaje es herido de muerte… o eso pensaría cualquiera que no se haya quedado a ver la escena post-créditos, donde se muestra que logró sobrevivir.

Cinco meses después de ese debut cinematográfico, Peacemaker está de vuelta en su propia serie, estrenada por HBO Max y con tres de sus ocho episodios ya disponibles. Todo parte con el héroe saliendo del hospital donde se estaba recuperando de sus lesiones. No sabe si lo estarán esperando para enviarlo a la cárcel, pero rápidamente se entera que el plan es otro: debe volver a matar, siguiendo las instrucciones de un equipo de operaciones encubiertas, que quizás a quién responde.

Siguiendo el estilo Suicide squad, aquí no hay personajes ejemplares ni risas blancas, sino que la serie está cargada de doble sentido, insultos y sangre. Y también sigue el manual esperable al armar su grupo central: está el jefe misterioso, la chica guapa y ruda que desprecia al protagonista, la chistosa que no puede controlar bien lo que dice, el ñoño que se pone nervioso con cualquier cosa.

Con ellos al centro, Peacemaker es una serie que sin duda tiene puntos altos, partiendo porque está inserta en un mundo muy real (mezclado con ciencia ficción, claro), donde este héroe es un tipo ridículo que camina por la calle en su traje y que nadie recuerda realmente; que vive en una casuchita y que al inicio de esta historia se presenta como un personaje más bien patético, que ni su equipo respeta y que además está viviendo una crisis personal, cuestionando todo lo que siempre ha creído y defendido sin cuestionamientos.

La serie tiene momentos de chistes que dan risa, buenos personajes y actores, peleas entretenidas y una trama que consigue generar interés dando las respuestas por gotera. Su problema es que, al menos en sus tres primeros episodios, no logra ser consistente a través de los capítulos completos, donde también hay momentos que se sienten de relleno y hacen perder la atención.

Si en la continuación de la historia, cuando de seguro todo se va a seguir enredando, logra evitar esta irregularidad, sin duda puede anotarse en la lista de los buenos estrenos y quizás tener una larga vida.

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