Crítica de discos de Marcelo Contreras: buen saldo para Yeah Yeah Yeahs, Björk y Congreso

Las novedades discográficas de la semana muestran a Congreso editando uno de los grandes títulos chilenos de la temporada, mientras que también hay inventiva y buenas ideas en los retornos del grupo neoyorquino y de la artista islandesa.


Yeah Yeah Yeahs - Cool it down

La vuelta del trío neoyorquino resume la paradoja de enfriar el ambiente antes de encender todo a su paso. Mientras Yeah Yeah Yeahs se adentra en el siglo, se aleja cada vez más de los inicios con raíces guitarreras post punk customizadas, en un refrescante espíritu bailable. La cantante Karen O, el guitarrista y tecladista Nick Zinner y el batero Brian Chase no se detienen en complacer a nostálgicos, otra manera de despegar del arranque retro rockero de hace casi 20 años. Cool it down es conciso con ocho temas que apenas sobrepasan la media hora, cargado de sintetizadores que sugieren un mundo triste, apesadumbrado, solitario, como una resaca pandémica, aunque sin olvidar el ánimo fiestero.

La pena cachonda de Lovebomb; el decorado orquestal y dramático de Wolf, zigzagueando con sonidos siderales y electrónica retrofuturista; la pastosa base de Fleez, con un bajo punzante y la voz de Karen O en multifacético encuadre. Todas reflejan piezas que rehuyen los estribillos y las facilidades, sin volverse crípticas. La gran excepción es el majestuoso primer single Spitting of the edge of the world, con una estructura más tradicional. YYY reitera que lo predecible se excluye de su vocabulario musical.

Björk - Fossora

El décimo álbum de la influyente artista islandesa es un compendio perfecto para que su fanaticada refuerce la devoción a una estrella indiscutida y singular en la historia del pop, como también concentra los motivos por los cuales su aproximación al arte, como un bombardeo de voluptuoso talento, puede exasperar. Fossora rebosa el ingenio de siempre de Björk para trabajar con elementos inusuales. La percusión opera sobresaltada, las voces se multiplican en función coral distribuidas en distintos planos, sacando todo el partido posible al efecto envolvente Dolby Atmos, los vientos juguetean con absoluta libertad, y las cuerdas dibujan secuencias multicolores y otras grises.

Björk evoca a su madre fallecida en 2018 en Sorrowful soil y Ancestress, piezas ambiciosas con carácter de elegía. Victimhood -”el rechazo dejó un vacío que nunca se satisface”, canta con cierta pesadumbre-, es una pieza extraordinaria precisamente porque modera sus recursos, y lentamente asume formas que se tornan cada vez más oscuras e interesantes. Esa lucidez para desarrollar una idea sin demasiadas bifurcaciones no abunda en Fossora. Muchas hebras y poco hilo conductor confunden a ratos.

Congreso - Luz de flash

“Canciones sin género”, es la definición de los integrantes de Congreso para describir al sucesor de La Canción que te debía (2017), disco del año en los premios Pulsar de 2018. A estas alturas, la banda de Quilpué no solo es un verdadero patrimonio nacional por la obra en 53 años, sino por la insistencia, la porfía, de seguir creando material poderoso. Las bandas de extensa trayectoria suelen tener etapas definidas con cimas creativas sujetas a la juventud, pero Congreso desafía esa curva.

Luz de flash fue compuesto por “Tilo” González, uno de los más grandes músicos que ha dado este país, en periodo de pandemia. El ánimo taciturno cuela en La Piel de tus heridas y especialmente en la conmovedora Alzheimer (“no sé bien dónde estoy, perdóname”), aunque no resulta dominante. La calidez del sonido impresiona. Pancho Sazo definitivamente está congelado en el tiempo, su voz se eleva en La Plaza de los sueños. Bajo el puente podría ser una tarjeta de presentación para quien jamás haya escuchado al conjunto, como Ay! Caramba es una clase de folclor y matemática en clave progresiva. Congreso persiste como un extraño y saludable caso de institución con más de medio siglo que no envejece.

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