Editan libro con las mejores fotografías de los conciertos realizados en Chile

El fotógrafo Jorge Sánchez, histórico nombre del rubro de la prensa de espectáculos en el país, lanza un texto que en 85 imágenes resume 33 años de recitales en Chile, desde el hito pionero de Rod Stewart hasta la reunión de Los Prisioneros o el debut de nombres como Bruce Springsteen y The Cure. Todo, además, bajo su estilo distintivo.


La culpa la tuvieron los Rolling Stones. Tras el show que inscribió su primera vez en Chile, la noche del 19 de febrero de 1995 en el Estadio Nacional, el fotógrafo Jorge Sánchez –histórico profesional del rubro y que en esos momentos trabajaba en el diario La Época- lo tuvo claro de inmediato: luego de haber capturado con su cámara a su banda favorita, sentía que tras años de actividad poseía material suficiente para un proyecto de mayor aliento.

“Me di cuenta que algo estaba haciendo, más allá de sólo tomar fotos. Ya había logrado fotografiar a mi banda de la vida, los Rolling Stones, que me gustan mucho más que los Beatles, y tenía hasta esa fecha muchas imágenes de otros conciertos. Entonces me dije: esto tiene que ser un libro. O una exposición. Algo tengo que hacer con todo esto”, rememora Sánchez (65) en conversación con Culto.

El grupo No Doubt en el Court Central del Estadio Nacional, en noviembre de 1997.

Pero, al menos en ese instante, no hizo nada: la idea se fue postergando año tras año debido a la numerosa seguidilla de recitales que lo mantenían ocupado y que lo hacían seguir acumulando fotografías. Sánchez sigue: “El año 95, terminaban de tocar los Stones, y de inmediato había otro show en Chile. Venía Bryan Adams. O James Brown. Era uno tras otro, y otro y otro. Y yo los quería tener a todos. Entonces, preferí esperar el momento preciso”.

Bryan Adams en el Movistar Arena, octubre de 2019.

Y el momento exacto llegó este año, cuando el fotógrafo le dio cuerpo definitivo a Un ojo en concierto, libro que recoge 85 imágenes de toda la historia de los eventos realizados en el país, desde aquella noche del 7 de marzo de 1989 en que Rod Stewart cantó y arrojó balones de fútbol desde un escenario en el Estadio Nacional. Es, hasta ahora, el mayor registro gráfico de la música en vivo que ha pasado por el país. Estará a la venta a partir de la próxima semana a un precio de $40 mil. Michael Jackson, Paul McCartney, Elton John, David Bowie, Santana, U2, Roger Waters, Joey Ramone, Morrissey, Björk, Robert Plant, Michel Hutchence, Chuck Berry, Charly García, Los Prisioneros, Nicole, Sinead O’Connor y Madonna, entre muchos otros, desfilan entre sus páginas.

De hecho, la secuencia más antigua es precisamente la de Rod Stewart en Ñuñoa, cuando Sánchez empezó a advertir que su trabajo podía tener una serie de atributos que lo harían excepcional.

Nicole en la Cumbre del Rock Chileno, enero de 2007 en el Estadio Nacional.

“Cuando era cabro, a los 16 años, el año 76, fui a una tocata del grupo Tumulto, en un gimnasio en Plaza Egaña. Ahí entro y veo a todos estos locos en el público, pelucones pegándose y haciendo cualquier cosa, me llamó mucho la atención, me pareció otro mundo. Lo encontré increíble y ahí quedé con ese bichito”, relata.

Después acota: “Después, el año 89, llegué a la revista Vea y nadie quería cubrir a Rod Stewart, porque era una nota muy de tarde. Pero yo que escuchaba música desde chico, y que me interesaba la música desde chico, dije: a este gallo hay que tomarlo. Y ahí empecé. Y me dije también: de aquí en adelante quiero tomar a todos los músicos que vengan”.

Su convicción coincidió con la era dorada de los eventos a nivel local. Esa misma práctica constante hizo que Sánchez desarrollara una serie de técnicas para inmortalizar otra clase de imágenes, no tan subordinadas al reporte de prensa y al clásico registro rápido despachado para medios escritos.

Zack de la Rocha, de Rage Against the Machine, en el Estadio Bicentenario de La Florida. Octubre de 2010.

“Antes de un concierto, escucho la música y veo algunos videos del músico que voy a tener al frente. Llego con información en la cabeza para que una vez que se prendan las luces pueda más o menos saber qué es lo que va pasar y cómo puedo reaccionar a eso”, dice ahora en los textos que integran el libro, a modo de declaración de principios. Luego, otra: “Hay fotógrafos que frente a un concierto están distraídos, conversando… y luego de tomar las fotos, se van. Yo nunca he trabajado así, en lapsos cortos: me haría sentir vacío”.

Y la última: “En mis inicios como fotógrafo iba a los recitales con una sola cámara, pero de a poco comencé a notar que lo que el diario necesitaba no era lo mismo que buscaba yo (…) Decidí por eso comenzar a ir con dos cámaras –dos Nikon FM2, bien pesadas- y tomar por separado fotos para el diario y fotos para mí”.

De retorno en la charla con Culto, el fotógrafo –de pasos también por La Tercera, El Metropolitano y El Mercurio- agrega que también asiste a shows con toda una gama de lentes que le permiten captar distintas caras y expresiones de un artista, desde sus gestos faciales hasta los movimientos que hacen con sus dedos. “No tengo una fórmula o estilo, lo mío es pasión no más, es apretar el botón en el momento justo, es esperar y jugársela. Estar atento a lo que te está entregando el artista”, define.

Bruce Springsteen en el Movistar Arena, septiembre de 2013.

Estar al acecho en el minuto adecuado es en parte lo que sucedió en lo que considera su foto más querida del libro: Keith Richards tocando junto a sus amados Stones en el Nacional en el 95.

“Fue un regalo que me hizo Keith Richards”, introduce sin matices. “Cuando salen los Stones en el show, Mick Jagger sale corriendo por todos lados y todos los fotógrafos andaban a la siga de él. Yo me calmé, quedé con otra cámara y un gran angular, y de pronto cacho a Keith Richards caminar hacia donde estaba yo, y hace un gesto muy particular con la guitarra. Y justo tengo esa foto”.

¿Otra de sus regalonas? “B.B. King en el 94 en la Estación Mapocho”, responde sin titubear. “En un momento todo el mundo aplaude y este gallo se pone las manos en la cara como señal de agradecimiento, como emocionado. Salió súper bien y es la portada del libro. Son cosas súper importantes que a mí me gusta comunicarle a la gente con una imagen. Creo que eso vale mucho más que una foto tocando la guitarra o haciendo lo típico. Aquí transmites algo, hay una sensación de por medio”.

Pero también hay tropezones. Y en conciertos con carne de hito. “Para Rod Stewart yo estaba recién empezando y en esa época tenía un equipo muy básico. Justo dos días antes del recital, el lente que tenía se rodó, y en ese tiempo tenías que enfocar y mover todo con la mano. Entonces, todas las fotos que tengo de Rod Stewart están súper desenfocadas, ninguna está a foco. Fue algo súper fuerte, fue pagar el noviciado. De ahí me dije: esto no me va a pasar nunca más. Y creo que no me pasó más. Aprendí la lección”.

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