“Al capitalismo lo mueve el miedo a la muerte”: Byung-Chul Han regresa con nuevas reflexiones

Capitalismo y pulsión de muerte, que ya se encuentra disponible en Chile, se llama lo nuevo del pensador surocoreano, en que analiza el vínculo entre ambos conceptos es bastante cercano. Además, retoma en parte algunos de sus ideas anteriores.


El capitalismo está obsesionado con la muerte”, escribe como una sentencia. Por lo demás, una forma clásica en el pensamiento asiático de entregar conocimiento. Pero en esa frase, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han encierra una de sus nuevas reflexiones, el vínculo entre el sistema económico y el fin de la vida.

Ello marca el tono de su nuevo libro, Capitalismo y pulsión de muerte, que ya se encuentra disponible en Chile a través de la española casa editora independiente Herder. En sus páginas, el destacado pensador -afincado en Alemania- señala que el vínculo entre ambos conceptos es bastante cercano.

Al capitalismo “lo mueve el miedo inconsciente a la muerte”, asegura Han, quien plantea que de algún modo es parte del motor de su funcionamiento: “Sus imperativos de acumulación y de crecimiento surgen en vista de la amenaza de muerte”.

Para él, esa sombra se ve sobre todo de forma mental. Por ello, asegura que por ese vínculo “una rigidez cadavérica recubre la vida”. Es decir, que terminamos convertidos en “zombis” del rendimiento, el fitness o el bótox. Por ello, es que genera lo que él define como la vida no-muerta.

“La separación de vida y muerte, que constituye la economía capitalista, genera la vida no-muerta, la muerte en vida. El capitalismo genera una paradójica pulsión de muerte, pues le quita la vida a la vida. Su afán de una vida sin muerte acaba siendo mortal”. De este modo, “la vida se anquilosa en mera supervivencia”.

A esa “muerte en vida”, asegura Han, se le opone una muerte “real”, que él ve reflejado en los terroristas suicidas. Eso lo explica a través de algo tan cotidiano como la selfie. “El suicidio asume la forma de una autoproducción. Es imaginado como un selfie definitivo (...). La pulsación del botón que hace explotar la bomba se parece a la pulsación del disparador de la cámara. El terrorista suicida es consciente de que tras cometer su acto su foto circulará enseguida por todos los medios. Se le presta la atención que hasta entonces se le había denegado. Es un Narciso con cinturón de explosivos.”

Aunque ya lo ha tratado antes -como en su libro Infocracia- Han también vuelve a pensar sobre el rol del Panóptico digital como un instrumento de control social, ya que exponemos todos nuestros datos y nos comunicamos afiebradamente, sin soportar vacíos. Todo -indica- por “necesidad interior”, sin coacción externa.

“El Estado policial de Orwell con telepantallas y salas de tortura es algo totalmente distinto del panóptico digital con Internet, smartphones y gafas de Google, donde impera la apariencia de una libertad y una comunicación ilimitadas. Aquí no se tortura, sino que se ponen posts o se tuitea. La vigilancia que se identifica con la libertad es muchísimo más eficaz que aquella otra que actúa contra la libertad”, dice Han.

Byung-Chul Han

Esto se entronca con lo que definió en Infocracia como Régimen de la información. “Llamamos ‘régimen de la información’ a la forma de dominio en la que la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan de modo decisivo los procesos sociales, económicos y políticos”.

Tomando lo planteado por Michel Foucault, Han señala que en este modelo de Régimen de la información, lo que se domina es algo completamente diferente a lo que había sido hasta ahora. “A diferencia del régimen de la disciplina, no se explotan cuerpos y energías, sino información y datos...”.

Lo de la vida no-muerta, en cierto punto también es un guiño a otra de sus tesis clásicas, la de la sociedad del cansancio, cuyo síntoma principal es la depresión. “La depresión es un síntoma de la sociedad del cansancio. El sujeto forzado a rendir sufre de síndrome del desgaste profesional (en inglés, burnout) desde el momento en que siente que ya no puede más. Fracasa por culpa de las exigencias de rendimiento que se impone a sí mismo. La posibilidad de no poder más le lleva a hacerse autorreproches destructivos y a autoagredirse. El sujeto forzado a rendir pelea contra sí mismo y sucumbe por ello. En esta guerra librada contra sí mismo, la victoria se la lleva el desgaste laboral”.

Capitalismo y pulsión de muerte, ya está en las librerías nacionales.

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