Vandalizaciones a las obras de arte por parte de ambientalistas: ¿cuál es la mirada del arte chileno?

Climate activists of ''Ultima Generazione (Last Generation)" sit in front of an exibit after throwing flour on Andy Warhol's work, in Milan, Italy, November 18, 2022. REUTERS/Flavio Lo Scalzo

En las últimas semanas, movimientos ambientalistas han vandalizado obras de reputados artistas, como Warhol, Van Gogh o Monet, para dar a conocer su preocupación por el medio ambiente. Desde Chile, los especialistas creen que arte y ambientalismo no debieran enfrentarse, aunque también se pone el foco en difundir la importancia del patrimonio.


Un grupo de activistas arroja ocho kilos de harina sobre un automóvil pintado por Andy Warhol, que se exhibe en una exposición en Milán, Italia. Son parte del movimiento Última Generación, que se dedica a promover causas ligadas al medioambiente.

Tras la harina, algunos de ellos se “pegaron” a las ventanillas del vehículo para ganar tiempo y pronunciar su mensaje. “¡No habrá más comida ni agua, hay un colapso ecológico en marcha!”. Esto, mientras los curiosos los filmaban y se esperaba la llegada de agentes de seguridad y la policía para proceder a retirarlos.

A demonstrator is detained after climate activists of ''Ultima Generazione (Last Generation)" threw flour on Andy Warhol's work, in Milan, Italy, November 18, 2022. REUTERS/Flavio Lo Scalzo

El hecho, ocurrido el pasado viernes, se suma a una seguidilla de hechos similares ocurridos durante las últimas semanas en los museos de Europa donde los medioambientalistas han vandalizado otras obras de arte insignes para llamar la atención y dar a conocer su mensaje. Así, se han manchado obras de Gustav Klimt, Francisco de Goya, Claude Monet, Vicent van Gogh e incluso a la mismísima Gioconda. En la mayoría de los casos, los activistas terminan detenidos, liberados días más tarde y las obras no sufren mayores daños debido a las medidas de seguridad con que cuentan.

Por lo pronto, las consecuencias de los hechos son un flanco que aún se encuentra abierto. En esta jornada, el ministro de Cultura de Italia, Gennaro Sangiuliano, advirtió que lo más probable que esto genere alzas en los precios de las entradas. “Los continuos ataques y atropellos que cada vez más se producen en detrimento de nuestro patrimonio cultural nos obligan a repensar y reforzar los niveles de protección en los que se protegen”.

Mirada desde Chile

En Chile, el mundo del arte no ha quedado indiferente a los hechos. Consultado por Culto, el director del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), Felipe Mella, señala: “No estamos de acuerdo con vandalizar expresiones artísticas que son intangibles tan importantes para nuestro patrimonio y cultura, pero sí entiendo los llamados de atención sobre temas medioambientales que son urgentes para todos. El foco debería ser evidentemente realizar ese tipo de acciones en lugares contaminantes, y no decretar el arte contra la vida. Ambientalismo y arte son ambos movimientos contestatarios y necesarios que deben ser aliados y no enemigos”.

Felipe Mella. Foto: Jorge Sánchez.

“Los activistas debería manifestarse en acciones positivas y constructivas y no conducir a que se deban distanciar más las obras de arte de la ciudadanía (tener que alejarlas, esconderlas en vidrios o rodearlas de seguridad). Esperamos que haya mayor reflexión de parte de los activistas, porque en la historia, los que han atacado obras de arte son siempre movimientos guiados por ideas autoritarias e ignorantes que no conducen a nada positivo”, agrega el directivo.

Por su lado, Fernando Pérez Oyarzún, Premio Nacional de Arquitectura 2022 y director del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), indica: “Hay que poner las cosas en perspectiva. No es la primera vez que ocurren estos hechos, es parte de la potencia del arte que es como una cristalización de emociones y ideas. Eso lo hace muy atractivo frente a reacciones de distinto tipo. Se inscribe dentro de los fenómenos de ataques al patrimonio que se dan en guerra o en protestas”.

Fernando Pérez Oyarzún.

“Creo que frente a eso, solo cabe ser cuidadosos, estimar las medidas de seguridad y continuar defendiendo y difundiendo la importancia que el patrimonio tiene como un valor y una propiedad social. Creo que lo fundamental es que exista un consenso en ese sentido”.

Por su lado, Ramón Castillo, Dr. en Teoría e Historia del Arte y Curador independiente, señala: “Los atentados contras las obras de arte que se han perpetrado durante las últimas semanas activan varios asuntos paradójicos que lejos de provocar un efecto de atención literal sobre la causa que se intenta reivindicar, termina poniendo el foco sobre una dimensión humana, donde la función simbólica, reacciona instintivamente protegiendo aquella expresión de vida: el arte”.

“Una de estas paradojas es que mientras la acción oscila entre el simulacro mediático y la eficacia de la destrucción de una obra de arte, en el mismo instante, ésta aumenta su valor en términos emocionales y materiales a la vez. El ser humano, en tanto animal simbólico, está preparado fisiológica y espiritualmente para sobrevivir a la destrucción, que en este caso se traduce en una mayor idealización e interés por obras arte, que requieren de mayor atención y cuidados como si se tratara de ‘vidas no humanas’ que se requiere preservar. En paralelo, no cabe duda que hoy lunes los museos del mundo globalizado y las aseguradoras multinacionales estarán reunidos organizando nuevas estrategias y sacando nuevas cuentas para garantizar que las obras no se vean afectadas en su integridad material”.

Ademas, el artista visual y académico de la Universidad de Chile, Daniel Cruz, director del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), señala a Culto: “Una de la principales complejidades que estamos enfrentando como sociedad, en el retorno a la presencialidad post pandemía, se refiere a cómo abordamos nuestra convivencia. El mundo del arte es un espacio que convoca, que reúne a todos y todas, desde una particular sensibilidad que se refleja en un espacio de diálogos. En este contexto, el desencuentro se sustentaría en una reflexión crítica hacia lo que somos. En algún sentido, transgredir estos espacios, los cuales se deben a una escucha activa, implicaría un cuestionamiento desde una sospecha”.

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